SAN JOSE (19 marzo 2019)

San José no cumple la ley por amor

Comentario: “Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza” (Rm 4,13.16- 18.22) “José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor” (Mt 1, 16.18-21.24a)

En Cristo se ha revelado el Amor-Justicia de Dios

En la carta a los Romanos, Pablo expone el amor perdonador de Dios, revelado en Jesús: “ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas...Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios... Y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús” (Rm 3, 21-24). “Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia en la cual nos encontramos” (Rm 5,1-2). Igual en Efesios: “por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios” (Ef 2,8-9).

Dejarse guiar por el Espíritu del amor es salvar la vida

Abrahán, leemos hoy, se ha convertido en padre y modelo de los creyentes porque creyó en “el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe” (Rm 4, 17c). Esta fe “le fue contada como justicia” (Rm 4,22). Es decir, le hizo digno de bendición a él y a su descendencia. Imitamos la fe de Abrahán al creer en la Buena Noticia del amor incondicional del Padre “que hace salir el sol y bajar la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,45). También nosotros creemos en este amor, manifestado en Jesús, “contra toda esperanza” (Rm 4, 18). Este amor le convenció a Pablo: “estoy convencido de que ni muerte ni vida.., ni criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8, 38-39).

San José vivió también esta experiencia de fe en el amor

Al conocer el embarazo de su prometida, “decid repudiarla en privado” (Mt 1, 19). Evitaría las consecuencias de la denuncia de no ser virgen: “sacarán a la joven a la puerta de la casa paterna y los hombres de la ciudad la lapidarán hasta que muera...” (Dt 22, 21). A José le llama “justo”: cumplidor de la voluntad de Dios. Si hubiera sido fanático de la ley (“Dios es la Ley”), la hubiera denunciado. Su sentido de la justicia de Dios, “una justicia mayor”, le indujo a “no difamarla”. “Decidió (aoristo ingresivo griego: “empezó a deliberar”, a considerar la hipótesis de) repudiarla en privado”. “Se le apareció en sueños un ángel del Señor (es un modo de expresar la inspiración divina -He 5,19; 12,7-) que le dijo: `José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo´” (Mt 1,20). A José se le llama “Hijo de David”, título mesiánico que Jesús no rehusó nunca. Se le dice que el hijo de María “viene del Espíritu Santo”. No quiere decir que el Espíritu sea padre o principio generante, sino la fuerza o el poder divino, “señor y dador de vida”, que interviene en la Encarnación del Hijo de Dios. No podrá elegir el nombre, pero “le pondrás por nombre Jesús”, hará de padre y establecerá el estatuto histórico de descendencia davídica. El Amor le inspirará acoger a María como esposa y hacerse responsable incondicional de la situación.

Oración:  “Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza” (Rm 4,13.16- 18.22) “José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor” (Mt 1, 16.18-21.24a)

Jesús, hijo de José y de María:

celebramos hoy la memoria del amor de José;

el José que acoge a tu madre en una situación comprometida;

el José que, por encima de la ley, elige no denunciar a tu madre;

el José que, movido por el Espíritu, opta por amar sin medida;

el José que sostuvo, acompañó y guió tu vida en los primeros años.

También nosotros sufrimos conflictos entre la ley y el amor:

  1. María, divorciada, se vino a Madrid al calor de su familia;

hace quince años que conoció a José y vive con él;

María acude semanalmente a la eucaristía;

la han aconsejado que no comulgue, o que deje a ese hombre;

muchas veces, para poder comulgar, se ha negado a la intimidad;

incluso ha llegado a dejarle alguna temporada;

José, deprimido, busca refugio en la bebida;

el amor de María regenera a José: con amor no hay depresión ni bebida.

¿Es Jesús incompatible con mi amor a José?, se pregunta María.

  1. El Arzobispado de Oviedo aparta a un sacerdote:

“El que el sacerdote tuviera un hijo no fue determinante para apartarle;

lo que pesó fue que mantuviera una relación estable con una mujer.

La decisión, según ha confirmado el vicario general de la diócesis,

se tomó de acuerdo con el sacerdote,

`que es una persona muy buena, honrada y coherente.

Se buscó la salida que pudiera ser más favorable para todos´.

Al parecer, la decisión estuvo en manos del sacerdote,

que tuvo que elegir entre su vocación religiosa y su relación afectiva...

`Hay unas leyes, una decisión libre de aceptar el celibato,

que, por lo que sea, este sacerdote no ha podido mantener´, argumenta el vicario.

(La Nueva España. Domingo 16 septiembre 2007. RD).

El amor de María, la de Madrid, es “ángel del Señor”:

le dice que no abandone a José, y comparta con él la vida;

“Todos conocemos personas que, sin que se haya anulado su matrimonio,

han rehecho con otra persona su vida de amor conyugal;

...muchas de estas parejas están formadas por creyentes con una honda

sensibilidad espiritual y un inequívoco compromiso con el Reino de Dios.

Pregunto: ¿su experiencia de amor constituye o no un espacio humano

posibilitante del encuentro con Dios que es Amor?

¿Necesitará este Dios autorización del Tribunal de la Rota

para hacerse presente en la vida amorosa de esa pareja?”

(F.J. Vitoria: Malos tratos, nulidad matrimonial y sacramento. “Iglesia Viva” 212. p. 413-416.

Comparto, Jesús del amor y la libertad, esta reflexión:

 “... la Iglesia no conoce más que una sola categoría:

la del `divorciado vuelto a casar´...

Poco importa... si se trata de un divorcio provocado o padecido,

si la persona es culpable o no de la situación,

o cuáles son las razones profundas de un fracaso conyugal,

o cuál ha sido la evolución ulterior de un divorciado (aun culpable)

que, al cabo de un cierto tiempo,

logra reconstruir algo válido ante Dios y ante los hombres; 

todo eso no le interesa a la Iglesia,

la cual no ve en ese ser humano más que a un `divorciado vuelto a casar´;

es decir, no lo ve en su vida real -que es como Dios lo ve-,

sino únicamente en función de su estructura (la estructura de la Iglesia, se entiende)

y, consiguientemente, lo rechaza.

Últimamente se guardan más las formas,

pero el rechazo sigue siendo igualmente absoluto:

ya no se le excomulga, pero se le excluye para siempre de la comunión...”

(F. Varone: “El Dios sádico”. Sal Terrae. Santander 1988, p.99-100).

El sacerdote asturiano, “persona muy buena, honrada y coherente”:

¿tiene que abandonar su vocación, “su voz de Dios”, por “la relación afectiva”?

Si viviera en la parte oriental de la nuestra Iglesia, no habría problema.

Allí Dios concede las dos vocaciones: llama al sacerdocio y al matrimonio.

Aquí, Dios lo tiene prohibido: “Hay unas leyes...”, que atan a Dios mismo.

Si no se acepta esa ley, la vocación pastoral no viene de Dios, dicen.

“Se buscó la salida que pudiera ser más favorable para todos”, dice el vicario.

¿También para Ti, Cristo resucitado, libre, que sigues llamando: “venid conmigo”?

“Nos preguntamos y preguntamos a los responsables en la Iglesia:

¿algún ser humano, cualquiera sea el puesto que ocupe en la Iglesia,

puede arrogarse la facultad de dictar al Espíritu de Dios los canales

y condiciones en y por los cuales ha de actuar?

¿Pueden el Papa y obispos atribuirse la potestad para decir a una persona:

`Puede que Dios te haya dado los talentos, el carisma, la vocación para el ’sacerdocio’, pero como eres mujer, como estás casado o piensas casarte, nosotros no te admitimos;

de nada te sirve tu carisma´?

Alguien se pone allí sobre el trono de Dios” .

(RD 01.10.2007. Fuente: Somos Iglesia de Andalucía).

Tu padre de la tierra, Cristo del amor, hizo lo mejor:

inspirarse en el amor gratuito de Dios;

amor concreto a cada persona en su momento histórico;

amor que sólo busca el bien de sus criaturas.

José desobedeció la ley por amor; 

no quiso denunciar una posible debilidad de su mujer;

el amor, “ángel del Señor”, no le permitió “repudiarla en privado”,

le inspiró hacerse cargo de la madre y del niño,

porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.

Ayúdanos, Cristo, a dejarnos guiar por tu Espíritu:

que nos ilumine para reconocer tu voluntad,

que nos impulse al reino de la verdad, la vida, la paz, la libertad y el amor;

estos, sin duda, son dones que “vienen del Espíritu Santo”.

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