El seguimiento de Jesús es nuestra salvación. No los ritos religiosos, oraciones, celebraciones, jubileos... que tranquilizan la conciencia, pero no salvan por ellos mismos Sagrado Corazón de Jesús C 2ª Lect. (28.06.2019)

Dios nos demostró su amor en el Corazón de Jesús

Comentario: Dios nos demostró su amor” (Rm 5, 5b-11)

La fe en Jesús ayuda a trabajar por una vida “salvada” del mal y llena de amor

El fragmento de Rm 5,1-11 sirve de puente entre dos grandes temas de Romanos: necesidad del ser humano de ser rehabilitado (1,18-4,25) y la salvación que ofrece Cristo (5,12-8,39). La fe en Jesús nos lleva a una situación vital de paz con el Misterio profundo de la realidad, a vivir su Amor (“gracia”), y a esperar su dicha plena (“gloria”). Con el verbo “gloriarse” (v. 2 y 11) da unidad literaria y teológica al conjunto: nos gloriamos de la esperanza de gloria, manifestada en Cristo. La utilización del plural (“estamos”, “hemos obtenido”, “nos encontramos”...) subraya el sentido de comunidad: “agradó a Dios santificar y salvar a los seres humanos, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituirlos en un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente” (LG 9).

El amor de Dios, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo

La teoría de Pablo sobre la salvación es bastante equívoca. Pablo no conocía los evangelios, escritos sobre el año 70, mientras que Pablo escribe antes del 60. Pablo habla sobre todo de Jesús resucitado, que vive y que se le “ha aparecido”. Interpreta la vida de Jesús desde la fe en el Dios de Abrahán. De aquí que interprete la salvación con categorías sacrificiales del judaísmo: sustitución, compensación, imputación, expiación. Entremezcla y confunde el sacrificio existencial de Jesús con el sacrificio ritual de la religión redentora. La carta a los Hebreos, que conoce los evangelios, habla de revelación “en esta etapa final por el Hijo” (Hebr 1,2). Él “inaugura”, “revela”, “atrae” al proyecto salvador de Dios. Es el guía, precursor, iniciador (2,10; 6,20; 12,2) de la vida del Espíritu que Dios ofrece. Quienes creemos en Jesús actuamos: “asiéndonos a la esperanza propuesta, que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma, y que penetra hasta más allá del velo, adonde entró por nosotros como precursor Jesús, hecho... Sumo Sacerdote para siempre” (6,18-20). “Corremos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hebr 12, 1-2). Siguiendo el camino de Jesús, caminamos a la “perfección definitiva”.

Estas expresiones de Pablo hay que entenderlas desde el evangelio

- “Cristo murió por los impíos...; siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros”. No hay que entender “en lugar nuestro”, siendo su muerte un sacrificio de sustitución. Como si la cruz y la muerte de Jesús no fueran consecuencia de su modo de vivir, tal como la relatan los evangelios..

- “Dios nos demostró su amor en que... Cristo murió por nosotros”. La vida histórica de Jesús mostró el amor de Dios: en en sus palabras y en su honradez, en el trato a los débiles, en su bondad, en su respeto a la libertad, en su valentía ante el poder y el dinero...

- En la vida de Jesús vemos que “fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo”. Viviendo la verdad de la vida llegó, tras la muerte, a la gloria. Su ida y palabras revelan de que Dios nos ama, nos “justifica”, “nos reconcilia”, “nos salva” del mal y la muerte...

- “Justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo”. “Ya reconciliados, seremos salvados por su vida”. “Nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación”. Podemos decir que Jesús salva revelando el proyecto verdadero de vida humana, proyecto que produce paz, alegría, vida, verdad, libertad... y vida eterna. El seguimiento de Jesús es, pues, nuestra salvación. No los ritos religiosos, oraciones, celebraciones, jubileos... que tranquilizan la conciencia, pero no salvan por ellos mismos.  Lo que salva -libra del mal y produce alegría y esperanza- es seguir a Jesús con nuestra vida en honradez, bondad, trabajo bien hecho, misericordia, ayuda mutua, libertad, verdad de las cosas... Las obras “piadosas” (oración, jubileos, celebraciones...) son expresiones de Espíritu de Jesús, si expresan y conducen a obras comos las suyas. De lo contrario, nuestra fe está muerta (Sant 2,14-17), y las obras “piadosas” nos engañan, entretienen, enmascaran la vida cristiana.

Oración:Dios nos demostró su amor” (Rm 5, 5b-11) en el Corazón de Jesús

Jesús, que “recibiste del Padre el Espíritu prometido” (He 2,33):

queremos “fijar los ojos en ti que iniciaste y completas nuestra fe” (Hebr 12,2a);

tu vida histórica mostró el amor de Dios;

enseñas a corazón abierto que Dios es Padre tuyo y nuestro;

actúas movido por su mismo Espíritu:

Espíritu de desasimiento del dinero y del poder;

Espíritu de bondad desinteresada;

Espíritu de palabras transparentes de honradez;

Espíritu de predilección por los débiles y marginados;  

Espíritu de respeto a la libertad y demás derechos humanos;

Espíritu de valentía ante la familia, la religión, el poder y el dinero...

En tu vida vemos que “Dios nos ama... nos reconcilia...”:

Tú, viviendo la verdad de la vida, llegas, tras la muerte, a la gloria;

tu vida y palabras revelan de que Dios nos “justifica”, “nos salva” del mal y la muerte;

Tú nos salvas revelando el proyecto verdadero de vida humana:

proyecto que produce paz, alegría, vida, verdad, libertad... y vida eterna.

Tu seguimiento, Jesús, es nuestra salvación:

los ritos, oraciones, celebraciones, jubileos... tranquilizan la conciencia,

pero no salvan por ellos mismos del mal y la muerte;

lo que salva y produce alegría y esperanza es seguirte:

viviendo la bondad de tu amor;

trabajando bien y honradamente;

sintiendo tus mismas entrañas de misericordia;

lavando los pies de los hermanos heridos y humillados;

respetando la libertad de hijos de Dios;

buscando la verdad de las cosas...

Bendice, Señor, a quienes presiden las comunidades cristianas:

que miren mucho a tu Corazón, reflejado en tus palabras y en sus obras;

que brille en ellos la predilección por los débiles, podres y marginados;

que pongan el acento en la justicia y amor de Dios, en la mesa compartida...;

que no caigan en el error de la Sinagoga: poner normas ajenas al evangelio de Jesús;

que tengan tu valor de saltarse las normas que impiden la libertad evangélica:

el hombre no ha sido hecho para la ley, sino al revés” (Mc 2,27);

que trabajen por cambiar leyes que destruyen vocaciones apostólicas;

que escuchen la voz de tu Espíritu de libertad y amor cristianos.

Que tu Corazón transforme nuestras comunidades:

que seas nuestro “guía”, “precursor”, “iniciador” (2,10; 6,20; 12,2) de vida en el Espíritu;

Que nos “agarremos a la esperanza propuesta,

que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma,

y que penetra hasta más allá del velo,

adonde entraste por nosotros como precursor, Jesús,

hecho... Sumo Sacerdote para siempre” (6,18-20).

Que sigamos, Jesús, tu camino a la “perfección definitiva”:

“corriendo, con constancia, en la carrera que nos toca,

renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia,

fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús,

quien en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia,

y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hebr 12, 1-2).

Nuestras comunidades son llamados a la alegría evangélica:

cuando un pecador vuelve al amor y a la libertad cristiana;

cuando obedecemos al amor y a la libertad que brota del Evangelio;

cuando nos convertimos al amor de Dios más allá de la normativa eclesiástica;

cuando aceptamos a los disidentes intraeclesiales, llenos de tu Espíritu.

Preces de los Fieles (Sagrado Corazón de Jesús C 2ª Lect. 28.06.2019)

Las tradiciones, las teologías, las leyes... no pueden suplantar el Espíritu del Corazón de Jesús. La Iglesia es comunión en el Espíritu de Jesús: en su amor concreto a cada persona, en el respeto a su libertad y a los derechos humanos. Pidamos no apartarnos nunca del Corazón de Jesús, diciendo: “Queremos, Señor, hacer obras como las tuyas”.

Por la Iglesia:

- que su ley suprema sea el amor gratuito y universal;

- que tenga “fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús”.

Roguemos al Señor: “Queremos, Señor, hacer obras como las tuyas”.

Por la reforma de la Iglesia:

- que sea más comunidad donde todos puedan intervenir;

- que todos, sin distinción de género, puedan servir a sus hermanos.

Roguemos al Señor: “Queremos, Señor, hacer obras como las tuyas”.

Por los políticos:

- que sean ejemplo de honradez y trabajo eficaz;

- que cuiden bien, con inteligencia, los bienes comunes.

Roguemos al Señor: “Queremos, Señor, hacer obras como las tuyas”.

Por las vacaciones:

- que todos puedan disfrutarlas con paz y alegría;

- que sean constructivas de la familia y allegados.

Roguemos al Señor: “Queremos, Señor, hacer obras como las tuyas”.

Por los enfermos, migrantes, sin techo...:

- que encuentren personas con un corazón como el de Jesús;

- que tenga fortaleza para superarse y vivir dignamente.

Roguemos al Señor: “Queremos, Señor, hacer obras como las tuyas”.

Por esta celebración:

- que nos adentre en el Corazón de Jesús: en su pensar y en sentir;

- que nos alegre el corazón y anime a vivir como Jesús.

Roguemos al Señor: “Queremos, Señor, hacer obras como las tuyas”.

Con tu ayuda, Señor, queremos vivir la bondad de tu amor, trabajar bien y honradamente, sentir tus mismas entrañas de misericordia, lavar los pies de los hermanos, respetar la libertad de hijos de Dios, buscar la verdad de las cosas..., siguiendo tu camino, Jesús resucitado, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, junio 2019.

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