“Jesús llamó a los que quiso” (Mc 3,13), solteros y casados. Todos son «sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino». “No descuiden el don que hay en ellos...” (1Tim 4,14) San José, “Padre de la valentía creativa”. Día del Seminario (19.03.2022)

Superó leyes y costumbres que impiden amar en plenitud

Comentario: “Ellos no comprendieron lo que les dijo” (Lc 2, 41-51a)

He releído la Carta apostólica “Patris corde”, de Francisco, en el 150º aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal (8 diciembre 2020). En este año en que la Iglesia reflexiona la “sinodalidad”, tiene mucho sentido el apartado 5º, en que presenta a san José como “Padre de la valentía creativa”.

- La valentía creativa “surge especialmente cuando encontramos dificultades... Son las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener”.

- “José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero “milagro” con el que Dios salvó al Niño y a su madre. El cielo intervino confiando en su valentía creadora: cuando llegó a Belén y no encontró lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible... (cf. Lc 2,6-7). Ante el peligro inminente de Herodes... en medio de la noche organizó la huida a Egipto (cf. Mt 2,13-14)”.

- “Dios siempre logra salvar lo que es importante, con la condición de que tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia... Dios confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar”.

- “La Sagrada Familia tuvo que afrontar problemas concretos como todas las demás familias, como muchos de nuestros hermanos y hermanas migrantes... A este respecto, creo que san José sea realmente un santo patrono especial para todos aquellos que tienen que dejar su tierra a causa de la guerra, el odio, la persecución y la miseria... Al final de cada relato en el que José es el protagonista, el Evangelio señala que él se levantó, tomó al Niño y a su madre e hizo lo que Dios le había mandado (cf. Mt 1,24; 2,14.21)”.

- “El Hijo del Todopoderoso... necesita de José para ser defendido, protegido, cuidado, criado. Dios confía en este hombre, del mismo modo que lo hace María, que encuentra en José no sólo al que quiere salvar su vida, sino al que siempre velará por ella y por el Niño. En este sentido, san José no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia, porque la Iglesia es la extensión del Cuerpo de Cristo en la historia”.

- De José debemos aprender el mismo cuidado y responsabilidad: amar al Niño y a su madre; amar los sacramentos y la caridad; amar a la Iglesia y a los pobres. En cada una de estas realidades está siempre el Niño y su madre”.

La lectura de hoy recalca que José y María no comprendieron lo que les dijo”. “Su madre conservaba todo esto en su corazón”. Lo mismo haría su padre José. Los padres conservan lo enigmático, lo misterioso, que puede hacer diferente al hijo. En la vida de Jesús sobresalen “las cosas del Padre”: su voluntad de amor a los hijos para crear una auténtica fraternidad. Tanto le afectó esta voluntad que cabe presumir que ya a los doce años pudo dar un disgusto a sus padres por estas “cosas”. A pesar de todo, “bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos... Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”. Bajo la custodia de José y María va formándose el único y “gran sacerdote al frente de la casa de Dios” (Hebr 10,21). “Jesús llamó a los que quiso” (Mc 3,13), solteros y casados. Todos «sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino». Tarea nuestra es que “no descuiden el don que hay en ellos...” (1Tim 4,14).

Oración:  “Ellos no comprendieron lo que les dijo” (Lc 2,41-51a)

Hoy, Jesús,miramos a tu padre,a José:

es una figura ejemplar, un modelo para todos; 

sufrió el misterio de aquel embarazo sospechoso;

su confianza en María le condujo a un amor singular;

entre dudas y tanteos, terminó amando sin medida;

superó leyes y costumbres que impiden amar en plenitud.

Tu educación y cuidado fue para él un amor:

un regalo y una confianza de Dios;

una fuente creativa para acogerte y cuidarte;

te quiso y te educó como hijo;

te buscó “angustiado” como todo buen padre.

El episodio que leemos hoy supone mucho amor:

antes de tu mayoría de edad, siendo niño,

te quedas en Jerusalén sin que lo supieran tus padres”;

búsqueda preocupada entre parientes y conocidos;

vuelta angustiosa a la gran ciudad;

tres días de incertidumbre ante cualquier eventualidad.

El texto dice que al verte, se quedaron atónitos”:

tu madre, portavoz dolorido, te reprocha:

Hijo, ¿por qué nos has tratado así?

Tu padre y yo te buscábamos angustiados”.

José y María “no comprendieron lo que les dijiste:

no comprendían tu pasión por “las cosas de tu Padre”;

son tus primeras palabras en el evangelio de Lucas;

apuntas a tu proyecto: “yo debía estar en las cosas de mi Padre”;

superan la incomprensión con el amor de padres:

el más parecido al de Dios,

que “todo lo excusa, todo lo cree,

todolo espera, todo lo soporta” (1Cor 13,7).

A pesar de todo, aceptan tu vuelta:

bajaste con ellos y fuiste a Nazaret y estabas sujeto a ellos.

Tu madre conservaba todo esto en su corazón.

Y tú ibas creciendo en sabiduría, en estatura y

en gracia ante Dios y ante los hombres”.

José siempre “se levanta, toma al Niño y a su madre

y hace lo que Dios le había mandado”;

“planea, inventa, encuentra” tu mejor educación.

También nosotros queremos seguir este camino:

hacer de nuestra Iglesia un hogar creativo;

un hogar donde todo bautizado tenga voz y voto;

un hogar donde todo carisma sea ejercido en amor;

un hogar donde podamos “amarte a ti y a su madre;

amar los sacramentos y la caridad;

amar a la Iglesia y a los pobres”.

Jesús, hijo de José y de María, danos su fe:

fe que confía en el amor constante del Padre Dios;

fe que cuida toda situación, por muy desesperada que sea;

fe que intuye los caminos por los que llega el amor de Dios;

fe que nos pone en pie de marcha, siguiendo tus huellas;

fe que nos conduce a cuidar la vida, la naturaleza, la esperanza...

Preces de los Fieles (San José, 19.03.2022)

San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en `segunda línea´ tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación” (Carta apostólica “Patris corde” del papa Francisco). Pidamos la intercesión de san José, diciendo: San José, ruega por nosotros.

Por la Iglesia:

- que imite la sencillez, el trabajo, la confianza de San José;

- que respete los procesos de crecimiento y compadezca a todos.

Oremos: San José, ruega por nosotros.

Por las intenciones del Papa (marzo 2022):

- que los “cristianos respondamos a los retos de la bioética”;

- que “promovamos siempre la defensa de la vida con oración y acción social”.

Oremos: San José, ruega por nosotros.

Por la paz de nuestro mundo:

- que cese toda guerra, la de Ucrania y otros pueblos;

- que atendemos a los refugiados y demás víctimas.

Oremos: San José, ruega por nosotros.

Por las vocaciones al ministerio eclesial:

- que respetemos los carismas sin añadir exigencias no evangélicas;

- que cuidemos todas las vocaciones de servicio a la comunidad.

Oremos: San José, ruega por nosotros.

Por los sacerdotes casados:

- que sientan que “Jesús llamó a los que quiso” (Mc 3,13);

- que “no descuiden el don que hay en ellos...” (1Tim4,14).

Oremos: San José, ruega por nosotros.

Por esta celebración:

- para que sintamos la presencia y comunión de San José;

- para que nos anime a cuidar nuestra comunidad, familia de José, María y Jesús.

Oremos: San José, ruega por nosotros.

Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María.A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal” (Carta apostólica “Patris corde”. Por los siglos de los siglos.

Amén.

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