La fe, adhesión a la vida de Jesús, nos ha introducido en una situación nueva ante el Misterio de la realidad Santísima Trinidad C 2ª Lect. (16-06-2019)

Nuestro Dios es una familia

Comentario: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu” (Rm 5,1-5)

El evangelio manifiesta a Dios como Padre, Hijo y Espíritu

La fe o adhesión a la vida de Jesús nos ha introducido en una situación nueva ante el Misterio de la realidad. Para Jesús, el Misterio insondable, Dios, “al que nadie ha visto jamás” (Jn 1,18), es su Padre y nuestro Padre. Jesús se siente enviado por ese Padre y lleno de su mismo Espíritu. “Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí” (Jn 14,11); “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10,30). “El Paráclito, el Espíritu Santo, queenviará el Padre  en mi nombre, será quien os lo enseñe todo…” (Jn 14,26). Es el Misterio en acción, que se revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo. La reflexión de la Iglesia sobre la realidad de Dios se concretó entre los siglos III y IV, en la fórmula trinitaria: tres personas en una sola naturaleza. Monoteísmo y  confesión trinitaria de la realidad divina como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La fe en Jesús nos coloca en una situación singular ante el Misterio-Dios

Estos cinco versículos de la carta a los Romanos sintetizan la obra salvadora del Misterio revelado en la vida de Jesús. “Habiendo sido justificados en virtud de la fe...” (Rm 5,1a), es el punto de partida de la lectura de hoy. Es la tesis desarrollada antes por Pablo (Rm 1,18-4,25), sintetizada así: “sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley” (Rm 3,28). Al creer a Jesús, creemos al Dios que nos ama incondicionalmente. Ante él no necesitamos hacer obras para ganar su amor. Al aceptar “el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8,39), nos colocamos en una situación singular ante el Misterio divino: sentimos su perdón, nos creemos abrazados por su “gracia” (amor gratuito) y despierta la esperanza de que nos hará partícipes de su gloria:  

estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,1b-5).

En esta lectura, contemplamos el despliegue de la acción divina: Jesús nos anuncia el evangelio del amor de Dios Padre-Madre. Si lo aceptamos –eso es la fe-, Jesús nos entrega el Espíritu Santo, la vida nueva que nos capacita para sentirnos hijos de Dios y vivir su mismo amor. El Espíritu despliega su dinamismo de gracia. Dinamismo que potencia nuestra libertad de fe, de esperanza y de amor, y se concreta en lo que llamamos virtudes teologales: fuerzas comprendidas y vividas al bautizarnos en Jesús. Fe en su amor incondicional, esperanza en su plenitud, amor gratuito como el suyo. En las tribulaciones de la vida, del egoísmo y de las debilidades, se prueban y acrecientan estos valores. La vida cristiana consiste en dejarse llevar por el Espíritu de Dios, como hizo Jesús. Fe, esperanza y amor, ejes sobre los que gira toda vida cristiana, impregnan y potencian las demás virtudes humanas.

Oración: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu” (Rm 5,1-5)

Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, sentimos más el Amor divino:

nos incita a ello el recordar los dones de este amor:

Habiendo sido justificados en virtud de la fe,

estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo,

por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia,

en la cual nos encontramos;

y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones,

sabiendo que la tribulación produce paciencia,

la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza,

y la esperanza no defrauda,

porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones

por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,1b-5).

Tú, Jesús resucitado, eres la manifestación más plena del Misterio:

así lo expresaron quienes te conocieron personalmente:

lo que existía desde el principio,

lo que hemos oído,

lo que hemos visto con nuestros propios ojos,

lo que contemplamos y palparon nuestras manos

acerca del Verbode la vida;

pues la vida se hizo visible y nosotros hemos visto,

damos testimonio y os anunciamos la vida eterna

que estaba junto al Padre y se nos manifestó.

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos,

para que estéis en comunión con nosotros;

y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

Os escribimos esto para que nuestro gozosea completo” (1Jn 1, 1-4).

Esta “vida”, el Espíritu Santo, conducía tu persona:

“Espíritu de vida o fuente de agua que salta hasta la vida eterna (Jn 4,14; 7,38s)...;

que habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles... (1Cor 3,16; 6,19);

en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos (Gál 4,6; Rm 8,15-16.26).

Con diversos dones... dirige y enriquece con sus frutos (Ef 4,11s; 1Cor 12,4; Gál 5,22).

Guía hacia toda verdad (Jn 16,13) y unifica en comunión y ministerio.

Con la fuerza del Evangelio rejuvenece a la Iglesia,

la renueva constantemente

y la conduce a la unión consumada con su Esposo” (LG 4).

Tu vida, Jesús resucitado, es testimonio del Dios-Amor:

en esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:

en que Dios envió al mundo a su Unigénito,

para que vivamos por medio de él.

En esto consiste el amor:

no en que nosotros hayamos amado a Dios,

sino  en que él nos amó y nos envió a su Hijo

como víctima de propiciación por nuestros pecados...

Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera,

también nosotrosdebemos amarnos unos a otros.

A Dios nadie lo ha visto nunca.

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros

y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros:

en que nos ha dado de su Espíritu” (1Jn 4,9-13).

En, Cristo Jesús, contemplamosal Dios Amor:

contigo, Cristo Jesús, le llamamos “Padre-Madre”;

por ti hemos obtenido acceso a esta gracia,

en la cual nos encontramos”;

“somos un pueblo reunido en virtud

de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4).

Gracias, Padre, Hijo y Espíritu Santo:

Trinidad santa: fuente de vida, amor sin medida, luz sin tinieblas;

queremos ser, en medio de la vida, semilla y fermento tuyos:

anunciando de palabra y de obra que Dios es Amor;

poniéndonos, como tú, al lado de los más débiles;

esperando, con tu Espíritu, la Vida para todos y para siempre.

Preces de los Fieles (Santísima Trinidad C 2ª Lect. 16-06-2019): nuestro Dios es una familia

Hemos empezado la eucaristía“en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Es decir, ofreciéndola al Padre que nos hace existir, al Hijo que nos manifiesta el Amor del Padre, y al Espíritu que hace sentirnos hijos de Dios y hermanos de todos. Pidamos vivir siempre en este Amor diciendo: Esta es la gracia en que nos encontramos”.

Por la Iglesia:

- que crea en el Hijo, Jesús de Nazaret, “que estaba junto al Padre y se nos manifestó”; 

- que perdone, cure, alimente y trabaje para que tengamos vida en abundancia.

Roguemos al Señor: Esta es la gracia en que nos encontramos”.

Por todos los cristianos:

- que “estemos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo”;

- que sintamosel amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo”.

Roguemos al Señor: Esta es la gracia en que nos encontramos”.

Por los servidores de la Iglesia (Papa, obispos, presbíteros, diáconos, catequistas, monitores...): 

- que se dejen llevar del Espíritu de Jesús y sean ejemplos de vida;

- que respeten y promuevan los dones dados por el Espíritu.

Roguemos al Señor: Esta es la gracia en que nos encontramos”.

Por las intenciones del Papa (Junio 2019):

- que “los sacerdotes sean sobrios y humildes en sus vidas”;

- que “se comprometan en una solidaridad activa hacia los más pobres”.

Roguemos al Señor: Esta es la gracia en que nos encontramos”.

Por los más débiles y necesitados:

- que “eso que hemos visto y oído de Jesús se lo anunciemos”;

- que “estén en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1Jn 1, 1-4).

Roguemos al Señor: Esta es la gracia en que nos encontramos”.

Por esta celebración:

- que nos sintamos “pueblo reunido por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” (LG 4).

- que nos ayude a crecer en la confianza, en el amor, en la esperanza.

Roguemos al Señor: Esta es la gracia en que nos encontramos”.

Trinidad Santa, la mejor comunidad, la familia más llena de Amor: danos a sentir el amor del Padre, la compañía salvadora del Hijo, y la alegría consoladora del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, junio 2019

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