Impedir casarse a obispos y presbíteros no es evangélico, y además va contra los derechos humanos En torno al Sínodo de la Amazonía (II): Amigos de la libertad evangélica

La ordenación de los 'viri probati' no debería ser porque hay escasez de célibes

La revista Vida Nueva y Entreculturas (ONGD -Organización No Gubernamental para el Desarrollo-, dirigida por los Jesuitas) convocaron el II Encuentro Vida Nueva, con el título “Sínodo para la Amazonía: ¿profecía o herejía?”. Ofrecieron la iniciativa a la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) para divulgar los trabajos de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica. Fue el 30 de octubre, en el salón de actos de los Jesuitas de la calle Serrano, de Madrid. Moderaba la mesa el director de Vida Nueva, José Beltrán. Cuatro implicados en el Sínodo relataron su experiencia: Arizete Miranda, religiosa brasileña auditora del Sínodo; Fernando López, SJ, cuatro décadas en la Amazonía, del Equipo Itinerante de la REPAM; María Luisa Berzosa, jesuitina, consultora de la Secretaría General del Sínodo de Obispos; y el cardenal Baltasar Enrique Porras, arzobispo de Mérida (Venezuela), Administrador Apostólico de Caracas y Presidente delegado del Sínodo.

Todos los tertulianos justificaron la “profecía” y el riesgo de “herejía”:

- María Luisa Berzosa: “un Sínodo profético, pero la profecía tiene algo de herético, porque supone abrir caminos nuevos, y muchos cambios y conversiones. No es ortodoxo, no es muy formal, no es muy legislativo... ¡pero el Espíritu es así!...”.

- Fernando López: “es un tiempo de kairós, de profecía, de anuncio y de denuncia... Vivimos un tiempo en que el sistema económico y político está fatal. En la Iglesia tenemos problemas muy serios... Es necesario un proyecto común que defienda la vida de los pobres... Ninguno soñamos hace cinco años un Sínodo de la Amazonía... Hay algo que está naciendo. Estamos sorprendidos, un poco asustados... Hay que seguir dialogando sin miedo. Tenemos que avanzar por aguas más profundas”.

- Arizete Miranda: “Esta Iglesia nos invita a darnos las manos para que el cambio suceda... Hay que ayudar al Papa Francisco, que nos invita a crear cosas nuevas. Juntos podemos hacer la diferencia del nuevo camino... Y si el miedo existe, sirve para seguir avanzando. Tengamos miedo, pero avancemos. Todos los puntos nuevos tenían menos votos, pero ¡pasamos!”.

- El cardenal Porras: “El desborde no es cumplir con la ley, es ir más allá. Vale la pena reescuchar la homilía del domingo, porque lo del fariseo y el publicano fue una pedrada para todos. Todos tenemos un poquito de fariseos y de publicanos... Hay que apostar por una sinodalidad horizontal: somos todos bautizados, tenemos la misma exigencia... Fue el primer sínodo en el que hablaron tantas mujeres, y laicos, y expertos... Hay que ver cómo avanzar para que no solamente hablen, sino que tengan voto... Se abren dinámicas para encontrar nuevos caminos. A todos cuesta cambiar. Tenemos que estar en permanente cambio. Creatividad y coraje, esa es la herejía”.

Libertad evangélica, creativa, sobre los nuevos ministerios:

- María Luisa Berzosa: “Los nuevos ministerios sirven para ver cómo ampliar la atención a las personas... Es verdad que nos preocupamos de las necesidades básicas (salud, educación, alimento...), ¿Y cuando llegan las necesidades espirituales, no se puede atender a las personas si no hay un sacerdote varón? ¿No será que el Espíritu va a suscitar nuevas formas?... Yo mujer, en esta estructura de Iglesia, no me gustaría ser ordenada. En otra estructura, puede ser que sí. Cuando tiene que venir una persona de fuera del grupo (en ejercicios) a confesar o celebrar, suena raro”...

- Arizete Miranda: “Celebramos, presidimos, y a Dios no le hacemos ningún mal... Nos han contado que Jesús de Nazaret, con su presencia sencilla y humilde, curaba, sanaba a las personas. Y nosotros y nosotras, sanados por dentro, también podemos hacerlo... Más que ser ordenadas, queremos participar en el proceso, y no ser excluidas en la toma de decisiones. Eso no debe ser así. Tenemos que participar de todo. Porque el día en que nosotras nos pongamos en huelga, vamos a ver cómo será la Iglesia sin las mujeres...

- El cardenal Porras Porras: “Hay que ampliar la ministerialidad. Como bautizados tenemos la misma responsabilidad... Las trabas vienen por el poder y el miedo... La ordenación de los 'viri probati' no es destruir el celibato ni el sacerdocio, ni plantear que hay necesidad de las cosas porque hay escasez. Debemos tener esperanza, y saber ver lo que nos dejaron, ser nosotros los que recibamos el testigo, y no lo enterremos con cara de velorio”.

¡Qué triste es la realidad denunciada por el cardenal Porras! Él votó “sí” a las 120 propuestas aprobadas. Denuncia que “las trabas vienen por el poder y el miedo”. Los que están más obligados a “no apagar el espíritu, a no despreciar las profecías, a examinar todo y quedarse con lo bueno” (1Tes 5,19-21), son los más apegados a leyes de situaciones históricas superadas, con mucha ausencia evangélica. Ciertamente “la ordenación de los 'viri probati' no es destruir el celibato ni el sacerdocio, ni plantear que hay necesidad de las cosas porque hay escasez”. Aunque haya vocaciones célibes, los casados tienen la misma capacidad para recibir la llamada de Dios a presidir las comunidades. Impedir casarse a obispos y presbíteros no es evangélico, y además va contra los derechos humanos. La libertad evangélica avala estos cambios cuando son sinceros y fruto del amor cristiano. Las comunidades, con “sentido de la fe”, saben discernir las opciones verdaderamente humanas y evangélicas.

¡Qué miedos, cuántas limitaciones, cuántos problemas...! ¡Miren al Evangelio! Jesús optó por la libertad en este tema. Hagan ustedes lo mismo. Que cada obispo o presbítero elija el estado de vida de acuerdo con su conciencia. Lo específico del sacerdote no es el celibato, sino el Espíritu de Jesús que promueve comunidades de vida cristiana, las anima y asiste para que no les falte el Evangelio, los sacramentos de vida, el Amor por la vida de todos, sobre todo de los más débiles. Hemos convertido el Evangelio en religión organizada y “modus vivendi” económico para los dirigentes. Si las comunidades fueran reales y evangélicas, movimiento de Jesús, los servicios estarían más repartidos, y no ocuparían una jornada de trabajo. Con un trabajo civil la labor presbiteral podría ser gratuita. Comunidades irreales y control minucioso de las parroquias impiden la libertad del evangelio. No hay “tarta económica para todos”. Apenas llegan a tener un sueldo mínimo para los célibes. Y pensiones de jubilación totalmente insuficientes. He conocido hace poco las cuentas de una parroquia de más de 20.000 habitantes, en una ciudad madrileña. No da ni para los sueldos de sus dos sacerdotes. Necesitan ayuda del obispado.

Conclusión: hay que ser creativos y organizar las cosas de otra manera, respetando el derecho humano de formar una familia y creando unas comunidades reales, solidarias de los gastos comunes. Basta la eucaristía semanal, como los primeros cristianos en el Día del Señor. Bien sabemos que la celebración diaria nació para justificar y sostener al clero como clase social e influyente. No surgió de la participación comunitaria en la toma de decisiones, ni como una necesidad eclesial para evangelizar.

Leganés, noviembre 2019

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