Necesitamos quitarnos el miedo a ser limpios de corazón ¡Hemos convertido tu Espíritu en religión! (Domingo 12º TO A 2ª Lect. 25.06.2023)

El  Espíritu movía tu vida y organizaba tu jornada

Comentario: “la gracia de Dios, en virtud de Jesucristo, se ha desbordado” (Rm 5,12ss)

Este párrafo trata sobre el alcance de la salvación que Jesús nos trae. Para entenderlo bien, conviene leer el inicio del capítulo quinto. La fe en Jesús nos pone en una situación nueva. La fe nos hace ver que “estamos en paz con Dios,hemos obtenido el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos:  el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”  (Rm 5, 1-11).  

El fragmento de hoy desarrolla una antítesis entre Adán y Jesús. Adán es símbolo de nuestra condición débil, centrada en nosotros mismos, sin apertura adecuada al misterio del Dios Padre y de los hermanos, sujeta a la muerte. Jesús es el contraste, el nuevo ser humano, “siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Flp 2,6-11).

Jesús, el hombre nuevo, es el centro del texto. Pablo pretende anunciar el Evangelio, la buena noticia, de Jesús: la benevolencia sin límites del Padre Dios. No hay proporción entre la situación de miseria moral, sin salida, y el evangelio de gracia que proclama Jesús. Él nos trae la buena noticia de que Dios nos ama incondicionalmente. “Convertíos y creed el Evangelio” (Mc 1,15). Creer su Evangelio es aceptar su Espíritu de amor, de perdón, de verdad, de esperanza, de dominio de sí, de alegría, de paz... Quien acepta su Espíritu “nace de nuevo y de lo alto” (Jn 3,3). El adverbio `ánothen´ tiene significado doble: “de nuevo” y “de lo alto”. Nicodemo lo entiende como “de nuevo”, y Jesús le explica que el nuevo nacimiento es “nacer de agua y del Espíritu”. Es regalo del cielo.

La situación y la conciencia del mal nos encierra en la limitación de nuestro mundo, en la perspectiva del egoísmo, en la muerte física y espiritual. Al creer a Jesús, se abre un panorama nuevo: el Bien, la verdad, la justicia, el amor... son nombres de Dios. Su amor inmenso nos da su Espíritu. Espíritu que nos hace soñar, nos trae una mente y conciencia nuevas. Su Espíritu nos dice en lo profundo que somos hijos suyos, conectados y soñados en el Unigénito, que “está en el seno del Padre al que nos ha dado a conocer” (Jn 1,18). 

Resuena aquí el proyecto divino proclamado espléndidamente en la carta a los Efesios:

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado. En él, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1,3-10).

Oración: “la gracia de Dios, en virtud de Jesucristo, se ha desbordado” (Rm 5,12-15)

Jesús, pregonero del Amor del Padre-Madre:

la situación de mal es evidente entre nosotros;

basta abrir los ojos y ver la vida tal cual es:

acumulación de riqueza, cultura, bienestar... en pocas manos;

desborde de miseria, fanatismo, conflicto, insolidaridad...

Siguen, Jesús de la vida, las fuentes del mal y del bien:

- poder opresor, violento, avaro, soberbio...,

vejando, hiriendo, haciendo pobres, marginando...;

- tu Amor inspira y mueve obras de bien:

en quien acoge y cura a víctimas del desamor...

¡Ay, Señor: hemos convertido tu Espíritu en religión!:

tranquilizamos nuestra conciencia con credos, ritos, leyes...;

hemos centrado nuestro espíritu en sumisión a rituales y normas:

en ganar méritos para el cielo: jubileos, indulgencias, rezos...;

en supermercados de consumibles religiosos:

velas, rosarios, misas, novenas, triduos...;

en manifestaciones exhibicionistas de estandartes,

imágenes, orfebrería, trajes suntuosos...;

en celebraciones jerarquizadas, controladas, rutinarias...

Tu vida, Jesús del Evangelio, viene directa al corazón:

tu Espíritu viene “de lo alto” a nuestro yo, pobre y egoísta:

fecunda nuestras entrañas con tu Amor;

nos da conciencia de hijos del Padre-Madre;

nos vincula a tu fraternidad universal.

El  Espíritu movía tu vida y organizaba tu jornada:

empezabas el día orando al Padre:

agradeciendo su amor,

alegrándote de ser Hijo amado,

pidiendo fuerzas para alegrar la vida de tus hermanos...;

curar enfermos fue su trabajo principal:

a ellos les dedicaste más tiempo,

jamás pusiste una excusa para no atenderles,

aliviar el dolor fue tu prioridad vital;

te hacías encontradizo con la gente:

con todos, preferentemente con necesitados,

ahí tenéis a un comilón y borracho,

amigo de publicanos y pecadores” (Mt 11,19);

cuidabas la amistad, formabas una comunidad:

disfrutabas de la familia de Lázaro, Marta y María,

dedicabas tiempo a los discípulos: orabas, dialogabas, enseñabas,

con ellos atendías a la gente, repartías la comida...

Necesitamos convertirnos a tu Amor:

quitarnos el miedo a ser limpios de corazón;

compartir alegrías y dolores del camino;

crecer en hambre y sed de vida digna para todo ser humano;

ser entrañables con los más débiles;

dialogar, razonar, entender, hacernos cargo de la realidad...

Gracias, Jesús, por la fe en tuvida nueva:

en el Amor del Padre “que está en el cielo”.

pero nos abraza en toda ocasión;

en el Espíritu que ilumina e impulsa al bien;

en la compañía de tu madre, María, nuestra madre.

Preces de los Fieles (D. 12º TO A 2ª Lect. (25.06.2023)

La fe cristiana es una gracia, una situación vital que nos rehabilita una y otra vez para perfeccionarnos y vivir más humanamente. Pidamos la alegría de la fe diciendo:“abre nuestro corazón a tu Amor”.

Por la Iglesia:

- que el Evangelio sea su norma principal;

- que el Amor de Jesús desborde toda tu actividad.

Roguemos al Señor: “abre nuestro corazón a tu Amor”.

Por las intenciones del Papa (junio 2023):

- que “la comunidad internacional elimine la tortura”;

- que “se garantice el apoyo a las víctimas y a sus familias”.

Roguemos al Señor: “abre nuestro corazón a tu Amor”.

Por nuestra sociedad:

- que acierte a dotarse de los mejores gobernantes;

- que sea reflexiva, solidaria, cuidadora de la naturaleza.

Roguemos al Señor: “abre nuestro corazón a tu Amor”.

Por los más necesitados de salud, de pan, de paz....:

- que los heridos, enfermos, sin techo... sean atendidos;

- que cese toda violencia, aflore el perdón y la ayuda mutua.

Roguemos al Señor: “abre nuestro corazón a tu Amor”.

Por el periodo de vacaciones:

- que todos puedan disfrutarlas en paz;

- que regenere, anime, una más a la familia...

Roguemos al Señor: “abre nuestro corazón a tu Amor”.

Por esta celebración:

- que nos abra más a “la gracia en que nos encontramos”;

- que comulguemos todos en el amor que nos trae Cristo.

Roguemos al Señor: “abre nuestro corazón a tu Amor”.

Al creer, Señor Jesús, en ti, “tenemos acceso a la gracia en la cual nos encontramos” (Rm 5, 2): nos sentimos amados y perdonados por el misterio de Dios, deseamos amar a todos como él nos ama, vivimos con la esperanza de encontrar la felicidad aquí y más allá de la muerte. Queremos vivir esta fe toda nuestra vida, por los siglos de los siglos.

Amén.

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