De las mujeres “debemos aprender lo que debe ser la Iglesia” (¿?) ¿“El debilitamiento del celibato hace que se tambalee el edificio eclesial...”?

Respuesta al cardenal Sarah contra la posibilidad de sacerdotes casados (10)

Analizamos el tercer apartado con que el cardenal Sarah pretende demostrar que “la posibilidad de ordenar a hombres casados significaría una confusión eclesiológica”: Sacramento del Orden y lugar de la mujer en la Iglesia (pp. 102-111).

Mal empieza con esta afirmación tajante: “el debilitamiento del celibato hace que se tambalee el edificio eclesial en su conjunto” (p. 102). Como si el celibato fuera la base o cimiento de la Iglesia. Añade que, por debatir el celibato, se plantea el sacerdocio de la mujer. Esta cuestión, dice, “está definitivamente zanjada por san Juan Pablo II, en carta apostólica `Ordinatio sacerdotalis´ 22 mayo 1994. Cualquier desacuerdo pone de manifiesto un conocimiento erróneo de la verdadera naturaleza de la Iglesia” (p. 103).

Respuesta:

- “Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que pertenece al depositum fidei…” (Domiciano Fernández, Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pp. 271-272). “La historia muestra incontestables los siguientes hechos: la autoridad y el magisterio ordinario de la Iglesia se han equivocado suficientes veces... en asuntos de importancia y en los que hoy parecen muy evidentes las posturas contrarias... Se han equivocado a pesar de lenguajes y verbos muy solemnes... Se han equivocado más aparatosamente y con más frecuencia en los dos últimos siglos...” (González Faus: La autoridad de la verdad. Momentos oscuros del magisterio... Sal Terrae. 2006. 2ª ed. Pág. 221).

- Muchos teólogos y mucha Iglesia no creen “definitivamente zanjada” esta cuestión. No se puede “pretender en modo alguno extender sobre el magisterio ordinario las prerrogativas bien matizadas y bien complejas del extraordinario” (o.c. pág. 328).

De la metáfora nupcial concluye que sólo el sacerdote puede ser representante de Cristo-esposo, y sólo la mujer puede representar a la Iglesia-esposa. Por eso proclama que “de las mujeres debemos aprender lo que debe ser la Iglesia” (p. 104). Dice que la mujer tiene en su corazón “una disposición fundamental a la acogida del amor... al amor virginal de Jesús... La Iglesia es fundamentalmente femenina...” (Ibidem). Cita la Carta de la Congregación para la doctrina de la fe “a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y de la mujer en la Iglesia y en el mundo”, 31 julio 2004. Recoge cuatro párrafos del apartado IV de la Carta (n. 15 y 16):

  1. “Con respecto a la Iglesia,el signo de la mujer es más que nunca central y fecundo. Ello depende de la identidad misma de la Iglesia, que ésta recibe de Dios y acoge en la fe. Es esta identidad «mística», profunda, esencial, la que se debe tener presente en la reflexión sobre los respectivos papeles del hombre y la mujer en la Iglesia” (p. 104).

Respuesta: - La esponsabilidad como “identidad mística” de la Iglesia es metáfora, “figura literaria consistente en trasladar el sentido recto o propio de las palabras a otro figurado, en virtud de una comparación tácita”. “La íntima comunidad conyugal de vida y amor, establecida sobre la alianza de los cónyuges...” (GS 48) es matrimonio en sentido propio. Desde él pasamos al figurado esponsal entre gobernante y pueblo, rey/reina y su reino, empresario/a y su empresa, Dios/a y sus fieles... Esta última la cultivaron los profetas de Israel, el Nuevo Testamento, la Tradición, los teólogos...

- A nadie se le ocurre convertir el sentido figurado en propio. El sentido figurado no es “identidad esencial”, aunque se la califique de “mística” (misteriosa, espiritual...). Ni gobernante y pueblo, ni rey/reina y reino, ni empresario/a y empresa, ni Dios/a y sus fieles... son en sentido propio matrimonio. Luego no puede decirse que la identidad propia, real, del hombre y de la mujer en el matrimonio se identifica con sus papeles en dichas instituciones. No habría mujeres gobernantes, ni reinas, ni empresarias... La excepción sería la Iglesia. Como si Dios fuera realmente varón, y sólo un varón puede actuar en su nombre. El hecho de que Jesús se encarnara en masculino determina que las mujeres no pueden representarle ni actuar en su nombre, como Cabeza de la Iglesia. Por suerte tenemos un texto que dice lo contrario: en la Iglesia “todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos según la promesa” (Gál 3,26-29).

  1. “Muy lejos de otorgara la Iglesia una identidad basada en un modelo contingente de femineidad, la referencia a María, con sus disposiciones de escucha, acogida, humildad, fidelidad, alabanza y espera, coloca a la Iglesia en continuidad con la historia espiritual de Israel” (p. 104).

Respuesta: La referencia a María no puede absolutizarse, como si María fuera el fundamento de la Iglesia. “Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo” (1Cor 3,11). María es modelo de cristianos/as por sus disposiciones y actuación.

3 “Aun tratándose de actitudes que tendrían que ser típicas de cada bautizado, de hecho, es característico de la mujer vivirlas con particular intensidad y naturalidad. Así, las mujeres tienen un papel de la mayor importancia en la vida eclesial, interpelando a los bautizados sobre el cultivo de tales disposiciones, y contribuyendo en modo único a manifestar el verdadero rostro de la Iglesia, esposa de Cristo y madre de los creyentes” (p. 104-105).

Respuesta: No es cierto que sea “característico de la mujer vivir con particular intensidad y naturalidad las actitudes típicas de todo bautizado”. Hombres y mujeres las viven intensamente y con idéntica naturalidad. Todos “interpelan a los bautizados sobre el cultivo de tales disposiciones y contribuyen a manifestar el verdadero rostro de la Iglesia, esposa de Cristo y madre de los creyentes”.

  1. “Ellas están llamadas a ser modelosy testigos insustituibles para los cristianos de cómo la Esposa debe corresponder con amor al amor del Esposo” (p. 105).

Respuesta: “Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de la santidad por la que el Padre es perfecto” (LG 11. Cf. LG 39). “El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y a cada uno de sus discípulos de cualquier condición la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador... -Mt 5,48-” (LG 40). Luego “ellos y ellas están llamados a ser modelos y testigos insustituibles para todos los cristianos de cómo la Esposa debe corresponder con amor al amor del Esposo”.

La ideología clerical patriarcalista le lleva a concluir con disparates como estos:

- “el gobierno de la Iglesia es un servicio de amor del esposo a la esposa. Por eso sólo pueden asumirlo hombres identificados con Cristo-Esposo y servidor por su condición sacerdotal” (p. 105).

- el papel de la mujer “consiste en recordar con firmeza a toda institución la necesidad de la santidad” (p. 106).

- “La relevancia de la especificidad femenina es ajena a unos `ministerios´ femeninos, que no serían más que creaciones arbitrarias y sin futuro” (p. 108).

- El deseo de ordenar diaconisas “es fruto de una mentalidad nacida de un falso feminismo que niega la identidad profunda de las mujeres... ¡A las mujeres hay que asignarles todo su lugar de mujeres, y no concederles un poquito del lugar de los hombres” (p. 110).

Leganés (Madrid), 19 de marzo de 2021

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