“Salir” de la miseria e injusticia es llamada de Dios La felicidad es voluntad del Creador

Domingo 19º C TO 2ª Lect. (11.08.2019)

Comentario: “por la fe obedeció Abrahán a la llamada...(Hebr 11,1-2.8-19)

En cuatro domingos leemos textos de la Carta a los Hebreos, exhortación, “palabra de ayuda” (13,22), escrita para ser leída en las asambleas cristianas (3,1-2.4; 6,4-6.9; 10,25-26; 12.22-24). Pertenecen a los c. 11-12, última parte de la carta. Reabren el fin general: reanimar la fe para que no volver al fastuoso culto judío o a la apostasía.

En la Escritura tenemos “una nube ingente de testigos” de la fe

Hoy leemos fragmentos del capítulo 11. Sus versículos 1 y 2 introducen la historia de fe de “una nube ingente de testigos” (12,1). Sin ser definición íntegra de fe, concreta algún aspecto esencial, relacionado con la esperanza: “la fe es fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve” (v. 1). La clave son dos palabras: “hipóstasis” (lo que está debajo -hipo-hístemi-, fundamento, realidad...) y “élegjos” (certeza, garantía, que sirve para convencer, acusar, refutar..). Se relacionan con las cosas “que se esperan” y “no se ven” (en plural). Estos significados inspiran las traducciones: “una forma de poseer lo que se espera, un medio de conocer las cosas que no se ven” (Cantera-Iglesias); “anticipo..., prueba...” (J. Mateos-Alonso Schökel); “convicción..., argumento... (J. M. Bover); “esfuerzo por conseguir lo que se espera, convencimiento.. (Ed. Paulinas); “fundamento de lo que se espera, garantía...” (versión litúrgica).

El v. 2 afirma que “por ella son recordados los antiguos” (“martireo” en pasiva: tener buena reputación, ser aprobado). Se supone “por Dios”, pues su testimonio está en la Escritura. Recoge los testimonios de antes de Abrahán (vv. 3-7, no leídos hoy), de Abrahán y los Patriarcas (vv. 8-22, leído hasta el v. 19), de Moisés (11,23-31), de otros (11, 32-40). La fe les dio esperanza y algún anticipo de lo que esperaban.

La fe surge y progresa en medio de la realidad

En la historia evolutiva del ser humano aparece el deseo de felicidad, de cielo, de “la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios”. Ir en su busca es voluntad del Creador. Abrahán cree “obedecer” la voluntad divina “al salir hacia la tierra que iba a recibir en herencia”. Dios quiere una tierra fértil. “Salir” de la miseria e injusticia es llamada de Dios. El creyente se fía, opta por el sentido: si tenemos sed o hambre es que hay agua y pan. Habrá que buscarlos y encontrarlos. Esa es nuestra tarea. Si no es así, el mundo es absurdo, no tiene sentido. Quien se niega a creer en el absurdo, cree en el Misterio de la vida, de los deseos –promesas-. Como Abrahán y Sara, que, a pesar de los apuros, luchan por encontrar tierra fértil y familia. La fe puede llegar muy lejos, hasta creer que Dios pide, como algunas religiones de entonces, sacrificar al primogénito. La fe evoluciona con la inteligencia, la ética racional, la historia constructiva y destructiva. Abrahán descubrirá que Dios no quiere sacrificios humanos. Gran progreso religioso humano.

La fe espera la plenitud, el cielo

Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.

Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad” 11, 13-16). Eso se realiza en la resurrección de Jesús.

Oración: “por fe obedeció Abrahán a la llamada...(Hebr 11,1-2.8-19)

Jesús, testigo y obediente al Amor:

también tú, ante la realidad de tu época y país,

como Abrahán, Moisés y otros muchos creyentes,

sentiste la llamada del Misterio Creador.

En Nazaret, “donde te habías criado”,

en la sinagoga, al escuchar una lectura profética,

te creíste habitado por el Espíritu divino, que te ungía, te empapaba:

te incitaba “a dar la buena noticia a los pobres,

a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos,

a proclamar el año favorable del Señor” (Lc 4, 16-21).

Crees en el deseo de dicha, de felicidad, de cielo:

es la “ciudad de sólidos cimientos ideada y construida por Dios”;

es el reino del Dios de la vida, de la libertad, de la igualdad,

de la abundancia, de la justicia, de la paz, del Amor solidario.

es la utopía de la fe que llama a nuestro esfuerzo;

es “seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”;

una forma de poseer lo que se espera,

un medio de conocer las cosas que no se ven”;

anticipo de lo que se espera, prueba de realidades que no se ven”;

convicción de las cosas que se esperan, argumento de las que no se ven”;

esfuerzo por lograr lo que se espera, convicción de lo que no vemos”.

La carta a los Hebreos nos trae muchos testimonios de fe:

desde siempre ha habido personas que se han sentido impulsados

“a salirhacia una ciudad de sólidos cimientos ideada y construida por Dios”,

hacia la tierra que iban a recibir en herencia”.

Leemos hoy la fe de Abrahán y Sara que, a pesar de las dificultades,

lucharon por encontrar tierra fértil y descendencia abundante.

Creían en la bondad del Creador, pero eran humanos sometidos a evolución.

La fe les llevó a cometer errores: llegaron a creer que Dios pide,

como en algunas religiones de su época, sacrificar al hijo primogénito.

El Misterio creador, que acompaña siempre con infinito amor,

inspiró a Abrahán que Dios no quiere sacrificios humanos;

no puede crear al hombre libre para esclavizarlo y eliminarlo a placer.

Es la historia del progreso humano y, por tanto, también religioso.

No temas, pequeño rebaño, nos dices hoy en el evangelio:

porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”.

Gracias, Jesús, por darnos a sentir el amor del Padre;

amor que nos “ciñe la cintura y enciende nuestra lámpara” (Lc 12,35);

amor que nos hace descubrir hoy nuevos espacios viables del Reino:

nuestras comunidades respiran más libertad de palabra y de vida;

reconocemos mejor la dignidad de los diferentes;

los derechos humanos se van aceptando entre nosotros;

nuestros dirigentes van renunciando al dominio y poder absoluto.

Envía, Jesús, testigo obediente al Amor, tu Espíritu:

que nos dé a entender y a amar el reino de Dios;

que vivamos la Iglesia como comunión, reflejo de la Trinidad divina;

que la comunión brille es la organización y funcionamiento eclesial;

que “lo que afecta a todos sea tratado y aprobado por todos”;

que nos haga ver “semillas del Verbo” en la vida de nuestros días:

en la cultura de la igualdad, la libertad, el respeto a la realidad;

en el acceso de la mujer a toda responsabilidad y menester;

en el respeto a los derechos humanos...

Preces de los fieles (D 19º TO C 11.08.2019)La felicidad es voluntad del Creador

Somos seres históricos, sujetos a la evolución de la vida. Creemos que el Espíritu de Dios llena el universo y “guía el curso de los tiempos” (GS 26), insinuando su Reino sobre sobre la vida. A veces lo interpretamos mal, y “entristecemos al Espíritu” (Ef 4, 30) “apagándolo” (1 Tes 5,19). Pidamos: “Señor, danos un corazón como el tuyo”.

Por la Iglesia, Pueblo de Dios:

- que miremos la realidad de la vida, sus problemas y retos; 

- que veamos en ellos los signos de la presencia y voluntad del Padre.

Roguemos al Señor: Señor, danos un corazón como el tuyo

Por nuestra sociedad:

- que se libre del espíritu de vanidad y malicia, dominio y desprecio...; 

- que oiga los quejidos del hambre, la exclusión, la humillación.

Roguemos al Señor: Señor, danos un corazón como el tuyo

Por quienes presiden la Iglesia:

- que reconozcan que no siempre tienen la respuesta adecuada (GS 33, 43); 

- que “unan su luz, la luz de la revelación explícita, con el saber de todos” (GS 33).

Roguemos al Señor: Señor, danos un corazón como el tuyo

Todos los cristianos:

- que, apoyados en la fe, tengamos conciencia del Espíritu que nos habita; 

- que veamos la voluntad de Dios, ayudados por los pastores y teólogos (GS 44).

Roguemos al Señor: Señor, danos un corazón como el tuyo

Por los más necesitados:

- que sus deseos sean llamadas de Dios a superarse;

- que cuenten siempre con nuestra cooperación y servicio.

Roguemos al Señor: Señor, danos un corazón como el tuyo

Por nosotros, los sentados a la mesa de la Cena del Señor:

Que el Espíritu de Dios, manifestado y activo en la vida de Jesús, actúe nuestra vida, nos haga participar en la comunidad eclesial y civil, nos alimente con su mismo amor.

Roguemos al Señor: Señor, danos un corazón como el tuyo

Acepta, Señor, nuestros deseos según tu voluntad. Te lo pedimos con el mismo Espíritu, corazón de tu Hijo, que vive resucitado por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, agosto 2019

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