Manos Unidas: “El Efecto Ser Humano - La única especie capaz de cambiar el planeta” “La gloria de Dios es el hombre viviendo” (Domingo 6º TO B 2ª lect. 11.02.2024)

Jornada Mundial del Enfermo: “Dar esperanza en la tristeza”

Comentario: “Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo” (1Cor 10, 31-11,1)

Leemos el resumen de la respuesta (iniciada en el c. 8) a los corintios sobre si es bueno comer carne sacrificada a los ídolos. Ya vimos que Pablo defiende la libertad, guiada por el Amor. El texto de hoy lo expresa de cuatro modos.  

  1. Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios(v. 31). Se recalca lo mismo en otra carta atribuida a Pablo: “todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús...” (Col 3,17). Actuar “en nombre de Jesús” es actuar como él actuaría, según su Espíritu. En la vida de Jesús brilla la gloria divina: “Dios en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo... Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser” (Hebr 1,3). “Él es imagen del Dios invisible” (Col 1,15). “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad(Jn 1,14). Jesús recomienda: “Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16). San Ireneo (s. II) lo expresa así: “La gloria de Dios es el hombre viviendo. El obrar de Dios consiste en modelar al hombre con sus manos (el Hijo y el Espíritu) para que llegue a ser imagen y semejanza suya” (Adv. Haer. IV,20,1.7; V,15, 2).
  2. No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios(v. 32). Literalmente: “comportaos sincausar ofensa (guínesze apróskopoi)”. El bien formado en la fe sabe que tiene derecho a comer de todo: “todo lo que se compra en la carnicería, comedlo, sin poneros a investigar nada por razones de conciencia” (1Cor 10,25). Puede renunciar a este derecho para no “ofender a judíos, a griegos o a la Iglesia”. Por eso, Jesús advierte: “Tened cuidado” (Lc 17,3), sobre todo con los débiles o menos formados en la fe. El espíritu de vanidad, por ejemplo, es fuente constante de escándalo: “Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios(Lc 16,15).
  3. “Como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven”(v. 33). “No buscar su propia ventaja” es fruto del amor pastoral, corazón verdadero de todo servidor eclesial. Amor que Pablo retrató con caracteres personales: “el amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1Cor 13,4-7).
  4. Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo” (11, 1).Cristo imita al Padre: “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre... Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras” (Jn 14,9-11). Pablo imita a Cristo, e invita a todos a seguir su camino. ¡Ojalá todo cristiano pueda decir lo mismo que Pablo!

Hoy la Iglesia celebra dos jornadas: 1. Jornada Mundial del Enfermo: “Dar esperanza en la tristeza”. El mensaje del papa Francisco: “No conviene que el hombre esté solo... Los cristianos estamos especialmente llamados a hacer nuestra la mirada compasiva de Jesús...”. 2. Campaña de Manos Unidas contra el Hambre: “El Efecto Ser Humano - La única especie capaz de cambiar el planeta”. Al lado de los “descartados climáticos”, los más vulnerables a los efectos cambiantes, pese a ser los que menos han contribuido a ello.

Oración: “Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo” (1Cor 10,31-11,1)

Jesús, imagen del Dios invisible:

hoy leemos un resumen esencial de la vida de Pablo,

similar a la tuya:

así pues, ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis,

hacedlo todo para gloria de Dios.

No deis motivo de escándalo ni a judíos,

ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios;

como yo, que procuro contentar en todo a todos,

no buscando mi propia ventaja,

sino la de la mayoría, para que se salven.

Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo” (1Cor 10,31-11,1).

Tu vida, Jesús, fue “gloria del Padre”:

así lo reconoces en la llamada “oración sacerdotal”,

que culmina tu despedida antes de morir:

Yo te he glorificado sobre la tierra,

he llevado a cabo la obra que me encomendaste(Jn 17,4).

Tu propuesta de vida es el Amor pleno:

amad a vuestros enemigos y

rezad por los que os persiguen,

para que seáis hijos de vuestro Padre celestial,

que hace salir su sol sobre malos y buenos,

y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis?

¿No hacen lo mismo también los publicanos?

Y, si saludáis solo a vuestros hermanos,

¿qué hacéis de extraordinario?

¿No hacen lo mismo también los gentiles?

Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial” (Mt 5,44-48).

Tu amor se entrega al mismo Judas:

untando el pan, se lo das a Judas, hijo de Simón el Iscariote.

Entonces le dices: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto».

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente...

Cuando salió, dijiste: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre,

y Dios es glorificado en él»” (Jn 13,31).

El amor del Padre brilla así en tu vida:

no llevas cuentas del mal;

no te alegra de la injusticia,

sino que gozas con la verdad.

Todo lo excusas, todo lo crees,

todo lo esperas, todo lo soportas” (1Cor 13,4-7).

Tú confías en el Misterio que llamas “Padre”:

esta fe te lleva a amar a todos sus hijos,

incluso a los enemigos de su Amor;

compartes tus bienes con todo el que lo necesita;

formas una familia con quienes no la tienen;

rehaces a los deshumanizados: enfermos, pobres, marginados...

Sólo tu amor explica el “amor pastoral” de Pablo:

procuro contentar en todo a todos,

no buscando mi propia ventaja,

sino la de la mayoría, para que se salven.

Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo” (1Cor 10, 33).

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