El pobre no acepta su “alta dignidad y el rico no acepta su pequeñez” Es imposible servir al Dios de Jesús y al Dinero (D. 26º TO B 2ª lect. 29.09.2024)
“La iglesia no es un museo de oro y plata sino una reunión de ángeles”
| Rufo González
Comentario: la injusticia “llega a los oídos del Señor del universo” (St 5,1-6)
Entre los ricos y pobres hay conflictos. Aunque se reúnen en la misma asamblea (2,1-2). “los ricos oprimen y arrastran a los tribunales” (2,6), “hacen negocio y ganan dinero” (4,13). “Acumulan riquezas…” (5,3), “retienen el jornal de los obreros” (5,4), “viven con lujo…” (5,5), “condenan, asesinan, al justo” (5,6).
La Carta está a favor de los pobres. No sabemos la situación exacta ni el manejo del conflicto. El texto parece una plática de un misionero o maestro itinerante. Buen griego y frases cortas, normales en el lenguaje oral. El contenido, aunque realista, no entra en detalles ni en vías de tratamiento pastoral. Como tantas homilías fervorosas.
En el primer capítulo, se pide: “Que el hermano de condición humilde se sienta orgulloso de su alta dignidad, y el rico de su pequeñez, porque pasará como flor de hierba” (St 1,9-10). Cosa que no suele ocurrir: el pobre no acepta su “alta dignidad” (quiere tener más), y el rico no acepta su “pequeñez”. Viven en falsedad: tienen dos almas. No saben vivir bien. “Si alguno de vosotros carece de sabiduría (saber vivir de verdad, discernir,), pídasela a Dios, que da a todos generosamente y sin reproche alguno, y él se la concederá” (1,5). Pero advierte: “No se crea un individuo que va a recibir algo del Señor, si es un hombre inconstante, indeciso en todos sus caminos” (1,7-8). La expresión “hombre inconstante” traduce “anèr dip-psychos”: “hombre con dos almas”(varón de lealtad dividida). Lo decía Jesús: “No podéis servir a Dios y a Dinero” (Mt 6,24). Tanto “Dios” (zeô) como “Dinero” (mamonâ) están sin artículo en griego, personificados como nombres propios. Tener a la vez estos dioses es imposible.
“Atención, ahora, los ricos: llorad a gritos por las desgracias que se os vienen encima” (v. 1). Los ricos de doble alma, necios, “acumulan riquezas”, son injustos, derrochadores, provocan miseria. Su tesoro “está podrido, apolillado, oxidado y su herrumbre se convertirá en testimonio contra ellos” (vv. 2-3).Hacen imposible lo que Dios quiere: que todos vivan. Ahí están sus obras perversas:
- Su injusticia contra el obrero mal pagado, horarios inhumanos, etc., le duele al Creador: “Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que vosotros habéis retenido, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor del universo” (v. 4). Alusión al Éxodo (Dt 24,14-15).
- Su vida regalada, lujosa, derrochadora... insulta a los que trabajan duro y apenas tienen para comer, a los parados, emigrantes, etc. “Habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis dado a la gran vida, habéis cebado vuestros corazones para el día de la matanza” (v. 5). Os portáis como cerdos de matanza. Comportamiento indigno, inhumano, insolidario...
- Son responsables de la vida de miseria: “Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, el cual no os ofrece resistencia” (v. 6). Literalmente: “habéis condenado, habéis asesinado al justo, no os ha resistido”.La última oración, al no tener sujeto expreso, suele ponerse “el justo, el inocente”. La traducción de J. Mateo-L. Alonso Schökel (E. Cristiandad 1987) pone de sujeto a Dios: “condenasteis y asesinasteis al inocente: ¿no se os va a enfrentar Dios?”. Se deduce de las ideas expuestas en 4,4-6, que termina con la expresión proverbial “Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes” (Prov 3,34). Esta traducción interpretativa es coherente con la interpelación profética contra quienes obran injustamente. Dios defiende al justo, y “se opone” al ofensor, respetando la libertad, aunque no la entendamos cómo.
Oración: la injusticia “llega a los oídos del Señor del universo” (St 5,1-6)
Jesús, “persona de una sola alma”:
tú “amas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón
y con toda tu alma y con toda tu fuerza
y con toda tu mente;
y a tu prójimo como a ti mismo”;
este amor era“el vínculo de tu unidad perfecta” (Col 3,14),
que te impedía “anda dividido” (1Cor 7,34).
Necesitamos, Señor, tu mismo Espíritu:
que nos impida vivir para tu Dios y para el Dinero;
“que al hermano de condición humilde le ayude
a sentirse orgulloso de su alta dignidad,
y al rico de su pequeñez,
porque pasará como flor de hierba” (St 1,9-10).
La carta de Santiago denuncia las tropelías de los ricos:
“Vuestra riqueza está podrida y vuestros trajes se han apolillado.
Vuestro oro y vuestra plata están oxidados….
¡Habéis acumulado riquezas…!
El jornal retenido de los obreros está gritando,
sus gritos llegan a los oídos del Señor del universo.
Habéis vivido con lujo sobre la tierra
y os habéis dado a la gran vida,
habéis cebado vuestros corazones...
Habéis condenado, habéis asesinado, al inocente,
el cual no os ofrece resistencia.
Los escritos cristianos primeros reflejan tu Espíritu:
“El rico será un hombre si ama al pobre;
pero si se pierde todo en sus negocios es una encina,
si es de ánimo feroz será un león;
si es rapaz será un lobo,
si taimado, una serpiente...”.
“Aunque no hubiera castigo y no nos esperara el reino de los cielos:
deberíamos al menos respetar nuestra raza y nuestro linaje,
esto es, conmovernos ante el que padece como nosotros.
En vez de eso criamos perros ... y otras fieras diversas,
pero dejamos que el hombre se muera de hambre.
Nos merece más estima el animal extraño que el de nuestra especie”
“El compartir radica en la naturaleza misma del cristiano:
No insultes a Dios:
si dijeras que el sol no puede alumbrar, lo insultarías.
Y si dices que el cristiano no puede ser de provecho a los otros,
insultas a Dios y lo dejas por embustero.
Más fácil es que el sol no caliente ni brille,
que no que el cristiano deje de dar luz ...
Si ordenamos debidamente nuestras cosas,
la ayuda al prójimo se dará absolutamente,
se seguirá como una necesidad física”.
“La iglesia no es un museo de oro y plata
sino una reunión de ángeles:
no le honréis aquí con vestidos de seda,
mientras fuera le dejáis perecer de frío y desnudez;
porque el mismo que dijo `éste es mi cuerpo´,
es el que dijo `me visteis hambriento y no me disteis de comer´;
y su palabra fundamenta nuestra fe...”.
“La verdadera riqueza y la opulencia indestructible
está en buscar lo necesario
y distribuir debidamente lo que pasa de la necesidad” (Juan Crisóstomo (349-407): en González Faus: Vicarios de Cristo. Ed. Trotta. Madrid 1991, pp. 30-36).
Jesús, libremente pobre y amigo de los pobres:
que tu Espíritu de amor nos humanice;
y nos haga pobres y amigos de los pobres.