“Predica y da trigo”: teoría y práctica engendran vida y convicción profunda El ministerio eclesial hoy, ¿se parece más al de Pablo o al de “escribas y fariseos”? (Domingo 31º TO A 2ª Lect. 05.11.2023)
Danos servidores con tu amor pastoral
| Rufo González
Comentario: “nos portamos con delicadeza entre vosotros” (1Tes 2,7b-9.13)
Hoy segunda lectura y evangelio ofrecen modos contrapuestos de ejercer el ministerio comunitario: de Pablo y de “escribas y fariseos” (Mt 23,1-12). Unos versículos antes, no leídos hoy, dicen las actitudes negativas: “Bien sabéis vosotros que nunca hemos actuadoni con palabras de adulación ni por codicia disimulada, Dios es testigo, ni pretendiendo honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás” (1Tes 2,5-6). Actitudes propias de escribas y fariseos: “Todo lo que hacen es para que los vea la gente...; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame rabbí. Vosotros no os dejéis llamar rabbí, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo... El primero entre vosotros será vuestro servidor” (Mt 23,1-12).
La lectura de hoynarra las actitudes del amor pastoral de Pablo, similar al de Jesús. Sólo desde el amor de Cristo (“testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús” -Flp 1,8-), se entienden las actitudes del equipo misionero de Pablo:
- “Nos portamoscon delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos” (v. 7). La versión litúrgica traduce la variante “épioi” (delicados, amables, bondadosos...), frente a “népioi” (sencillos, niños, pequeños). Esta versión “la apoyan más y mejores manuscritos” (A. Piñero: Los Libros del Nuevo Testamento. Ed. Trotta. Madrid 2012. P. 122). Sería: “nos hicimos sencillos (pequeños) entre vosotros, como cuando una madre cuida de sus hijos” (v. 7b). Es coherente con la imagen de la madre que se hace “sencilla, pequeña” cuidando a sus hijos. “Lo mismo que un padre con sus hijos”, dice en el v. 11.
- “Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor” (v. 8). Más literal: “Sintiendo un profundo afecto por vosotros, decidimos entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras vidas, porque llegasteis -eguenézete, de nuevo- a sernos queridos” (agapetoì: del verbo agapáo: amar gratis, como Dios). El misionero lleva en su corazón el mismo amor de Jesús. Por eso da el evangelio y su vida. “Predica y da trigo”: teoría y práctica engendran vida y convicción profunda.
- “Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios” (v. 9). El original tiene matices ausentes en la versión litúrgica: “recordad, pues, hermanos, el esfuerzo y fatiga nuestros”. No es baladí el “pues” (“gar”: conjunción causal). El versículo anterior muestra el amor que desea darles el evangelio y la vida. En éste, demuestra lo cierto de ese amor por el trabajo fatigoso, “de noche y día”, sin “ser gravoso” a nadie. Merece la pena leer los vv. 10-12: “Vosotros sois testigos, y Dios también, de que nuestro proceder con vosotros, los creyentes, fue leal, recto e irreprochable; sabéis perfectamente que, lo mismo que un padre con sus hijos, nosotros os exhortábamos a cada uno de vosotros, os animábamos y os urgíamos a llevar una vida digna de Dios, que os ha llamado a su reino y a su gloria” (vv. 10-12).
- El versículo 13 agradece a Dios la recepción de la Palabra: “Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes” (v. 13).
Oración: “nos portamos con delicadeza entre vosotros” (1 Tes 2,7b-9.13)
Jesús misionero del Amor del Padre-Madre:
bien sabemos que “a Dios nadie lo ha visto jamás” (Jn 1, 18);
Dios es trascendente (supera nuestro conocer y comprender)
e inmanente (“en él vivimos, nos movemos y existimos” -He 17,28-);
podemos intuir su existencia creadora de vida,
pero no podemos conocer su verdadera realidad.
Tú, Jesús de Nazaret, eres la humanización de Dios:
tú nos dices: “quienme ve a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9),
“mi Padre sigue actuando, y yo también actúo”,
decías tras curar –hacer más humano- a un paralítico (Jn 5, 17);
en lo humano encontramos el misterio de Dios:
en el respeto y la promoción de la vida humana.
Tu conducta apostólica estaba llena de humanismo:
nada de codicia ni acaparamiento;
no destacas por los hábitos, ni buscas los primeros puestos,
no quieres honores ni reverencias ni títulos supremacistas.
Como el amor pastoral de Pablo y su equipo misionero:
“nunca hemos actuado ni con palabras de adulación
ni por codicia disimulada, Dios es testigo,
ni pretendiendo honor de los hombres,
ni de vosotros, ni de los demás...;
nos portamos con delicadeza entre vosotros,
como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros
no solo el Evangelio de Dios,
sino hasta nuestras propias personas,
porque os habíais ganado nuestro amor” (1Tes 2, 5-8).
Esta es la identidadde su amor pastoral:
“recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas;
trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie,
proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
Vosotros sois testigos, y Dios también, de que
nuestro proceder con vosotros, los creyentes,
fue leal, recto e irreprochable;
sabéis perfectamente que, lo mismo que un padre con sus hijos,
nosotros os exhortábamos a cada uno de vosotros,
os animábamos y os urgíamos a llevar una vida digna de Dios,
que os ha llamado a su reino y a su gloria” 1Tes 2,9-12).
Así sucedió el milagro de la conversión al Amor:
“nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque,
al recibir la palabra de Dios, que os predicamos,
la acogisteis no como palabra humana,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios
que permanece operante en vosotros los creyentes” (1Tes 2,13).
Jesús, misionero del Amor del Padre-Madre:
ayúdanos a construir comunidades cristianas,
donde todos seamos servidores a tu modo, al de Pablo...
Preces Fieles (D. 31º TO A 2ª Lect. 05.11.2023)
Las lecturas de hoy contraponen el ministerios de Pablo y el de “escribas y fariseos”. Mucha gente pide la reforma de los ministerios eclesiales para que se parezcan más al de Pablo. Oremos por los ministerios, diciendo: “danos servidores según tu corazón”.
Por las iglesias cristianas:
- que sean verdaderas comunidades de fe y de ayuda a todos;
- que tengan servidores con tu amor pastoral.
Roguemos al Señor: “danos servidores según tu corazón”.
Por las intenciones del Papa (noviembre 2023):
- que “el Papa siga ejerciendo su misión de acompañamiento en la fe;
- que sienta y acoja “la ayuda del Espíritu Santo”.
Roguemos al Señor: “danos servidores según tu corazón”.
Por la reforma de la Iglesia:
- que el centro de la Iglesia sea la comunidad, el grupo creyente;
- que puedan orar, escuchar, discutir y decidir en el Espíritu de Jesús.
Roguemos al Señor: “danos servidores según tu corazón”.
Por nuestra sociedad:
- que renuncie a la violencia, y haga cesar las armas de guerra;
- que busquemos las soluciones más humanas, en vez de acusarnos.
Roguemos al Señor: “danos servidores según tu corazón”.
Por los más desamparados (enfermos, migrantes...):
- que no sean engañados, ni utilizados políticamente;
- que estemos cerca, les atendamos, seamos hermanos.
Roguemos al Señor: “danos servidores según tu corazón”.
Por esta celebración:
- que sintamos el amor pastoral de Jesús nos acoge y fortalece;
- que nos hermane, nos comprometa a mejorar nuestra sociedad.
Roguemos al Señor: “danos servidores según tu corazón”.
Quítanos, Señor, el apego al pasado, el miedo al cambio y a perder privilegios.... Ayúdanos a caminar con la historia, la libertad, la cultura... Que seamos capaces de acoger tu inspiración de libertad, de amor y de buen juicio (2Tim 1,7). Te lo pedimos a ti, Cristo Jesús, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.