Libertad dentro del Evangelio y Derechos humanos para todos los ministerios “La reforma del sacerdocio” que quiere el nuevo Prefecto: ¿en qué consistirá?

¿Con qué “sacerdotes de todo el mundo” seguirá “la reforma del sacerdocio”?

Estos días ha sido noticia el nombramiento de Mons. Lazzaro You Heung-sik , obispo surcoreano de la diócesis de Daejeon, como Prefecto de la Congregación para el Clero, según anunció el Papa el 11 de junio, fiesta este año del Sagrado Corazón de Jesús.

El nuevo prefecto ha dirigido una carta a su diócesis. Les cuenta el proceso de su nombramiento: la propuesta del Papa, su reacción primera (“no se sentía a la altura, porque proviene de una pequeña diócesis de Asia y no conoce muchos idiomas”), la respuesta del Papa (“el Vaticano necesita una persona sonriente, capaz de crear comunión con los demás”, y el hecho de que en la Curia Vaticana hay un solo jefe de dicasterio proveniente de Asia). “Conmocionado por este pedido” y ante estas razones “se dejó guiar por la obediencia”.

En esta carta propone la línea general de lo que es para él “la nueva voluntad de Dios”: "Seguiremos adelante con los sacerdotes de todo el mundo en la reforma del sacerdocio, sabiendo que siempre es válido el principio de que sin renovación del clero no hay renovación de la Iglesia”.

¿Con qué “sacerdotes de todo el mundo” seguirá “la reforma del sacerdocio”?Sin duda se refiere a los "sacerdotes ministeriales" de todo el mundo. Lo que no sé es si, en su fuero interno, incluye también a los sacerdotes llamados “secularizados”: los que han sido obligados a dejar el ministerio por ejercer el derecho humano de formar una familia natural. Ya sabemos que muchísimos, la inmensa mayoría, no quisieron dejar el ministerio. De hecho se han ido agrupando en asociaciones sacerdotales para no perder su espíritu ministerial, y solicitar  en grupo a las autoridades eclesiales que cambien la ley. Asociaciones en todos los niveles: diocesano, regional, nacional e internacional. Tienen revistas, celebran encuentros y congresos... Se trata de todo un movimiento eclesial, silenciado a niveles oficiales, pero vivo en la Iglesia de Jesús. Algunos obispos se han manifestado a favor, y han participado en sus encuentros. La mayoría episcopal guarda silencio, cristianamente ominoso. Silencio que merece un buen análisis psicoanalítico.

¿Querrá alguna cuenta con estos sacerdotes el nuevo Prefecto? Pablo VI encarecía a los obispos no descuidar nunca su atención a todos los sacerdotes (incluidos los secularizados). Aportaba razones válidas para todos: “Vosotros los habéis recibido y destinado al sacerdocio, vosotros habéis impuesto las manos sobre sus cabezas, a vosotros os están unidos para el honor sacerdotal y en virtud del sacramento del orden, ellos os hacen presentes a vosotros en la comunidad de sus fieles, a vosotros os están unidos con ánimo confiado y grande, tomando sobre sí, según su grado, vuestros oficios y vuestra solicitud” (Sacerd. Caelib. n. 91). Por eso insiste: “Estamos seguros, venerables hermanos, de que no dejaréis de tentar nada por cultivar asiduamente en vuestro clero, con vuestra doctrina y prudencia, con vuestro fervor pastoral, el ideal sagrado del celibato; y que no perderéis jamás de vista a los sacerdotes que han abandonado la casa de Dios, que es su verdadera casa, sea cual sea el éxito de su dolorosa aventura, porque ellos siguen siendo por siempre hijos vuestros” (Sacerd. Caelib. n. 95). Resulta chocante, por falsa, la teoría de que los sacerdotes casados y secularizados “han abandonado la casa de Dios, que es su verdadera casa...”.

Poco caso vienen haciendo los obispos a este requerimiento papal. No sólo “los pierden de vista”, sino que los ignoran, no quieren comunicación con ellos, los tratan peor que a los no cristianos... Quizá piensan que en el fondo los presbíteros y obispos casados tienen razón y son víctimas de la estructura eclesial injusta. El cardenal Tarancón, espíritu bastante libre, en un encuentro con sacerdotes de la Vicaría VI  (entonces Carabanchel-Leganés-Fuenlabrada-Griñón) ante la pregunta sobre qué pensaba del celibato opcional, contestó: “si digo lo que pienso, no podría seguir de obispo”. Fui testigo directo. ¡Qué Iglesia de Jesús más extraña donde no puede decirse lo que se piensa! Más doloroso cuando lo que se piensa concuerda con el Evangelio, pero en desacuerdo con el Código de Derecho Canónico.

Otro tema crucial es el contenido de “la reforma del sacerdocio”. Son muchos los teólogos que piden poner como “sacerdocio” en primer lugar el sacerdocio cristiano, el fundamental, proveniente de la consagración bautismal. Sería reforma de calado importante. Supondría potenciar la comunidad, como hizo el Vaticano II (LG c. II): poner primero al Pueblo de Dios, y después a sus servidores (llamados “ministros” solo en algunos tramos, para vincularlos con poder, privilegios, etc.). Conversión esta que muchos presbíteros y obispos están por hacer de verdad. Los Papas y su Curia vaticana posconciliares, perdedores en el aula conciliar, se encargaron pronto de transformar la primacía comunitaria en “comunión con la jerarquía”. Una palabra tan rica evangélicamente se utilizó para que todo quedara igual: mandarían y decidiría los de siempre, los “ministros”, servidores de la comunidad, con tal que la comunidad les esté totalmente sometida y solo les aconseje cuando ellos lo digan y en los asuntos que ellos quieran proponer. Ahí están los Consejos Pastorales en diversos niveles y temas, sin capacidad decisoria alguna. Dios quiera que la sinodalidad que intenta el papa Francisco sea real. Empezando por las comunidades primarias, las más sencillas, donde puedan tomarse decisiones acordes con el Evangelio y los Derechos humanos.

La "reforma del sacerdocio" ministerialincluirá la libertad evangélica del celibato opcional, como hacen nuestros hermanos, de procedencia anglicana, que son tan bien aceptados con sus familias en nuestra iglesia católica. Si la "renovación del clero" a la que alude el nuevo Prefecto es acentuar la renovación clerical acometida por san Juan Pablo II de vuelta a los hábitos, a la rigidez ritual, a impedirles un trabajo civil a los que no quieren ser gravosos a la comunidad, y mantenerlos encadenados y sujetos para poder sobrevivir... mal vamos. Libertad dentro del Evangelio y respeto a los Derechos humanos para todos los ministerios, son condiciones sin las cuales hoy no tiene sentido la renovación del mal llamado "clero". Pues “clero”, "suerte", “herencia”, “porción” de Dios somos todos los bautizados.

“Siempre es válido el principio de quesin renovación del clero no hay renovación de la Iglesia”. Pero también siempre es válido que “sin renovación de la Iglesia no hay renovación del clero”. A título de ejemplo, recuerdo lo que hace poco escribía  un reconocido bloguero de RD: “Con las teologías, los rituales, y las leyes y exigencias que ha impuesto la Iglesia Oficial, no es posible cumplir lo que Jesús nos mandó: “haced esto en memoria mía”, porque el sacerdote: -tiene que hacer estudios eclesiásticos; -tiene que ser soltero; -tiene que ser hombre, nunca mujer; -tiene que estar aprobado y nombrado por el obispo, nunca por el pueblo; -el obispo tiene que estar aprobado y nombrado por Roma, nunca por el pueblo. Todas esas condiciones y exigencias no constan como establecidas por Jesucristo” (Faustino Vilabrille: ¿Más sacerdotes u otro mensaje? RD Junio 14 / 2021).

Hago mío su diagnóstico: “Todo ha estado , y así sigue, en manos de la jerarquía oficial: a los laicos, llamados “fieles”, durante muchos siglos, solo les tocó oír, ver, callar, sacar la cartera y no entender nada porque hasta el Concilio Vaticano II todo era en latín. Todo eso hizo que la Iglesia se identificase con curas, obispos y papas, y no con el pueblo, que debía y debe ser su razón de ser”.

Jaén, 18 de junio de 2021

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