Sor Isabel de Villena (S.XV) “Per tota la natura humana será trait e mort”

Sor Isabel de Villena.
Sor Isabel de Villena.

Fijó ya en sus textos el pensamiento de que Jesús murió por la salvación de “toda la naturaleza humana”, todo el mundo, no por “muchos”, como está en el debate. No le quita a Dios su intención o capacidad de que todo el mundo se salve.

La religiosa clarisa, aparte de ser una escritora clásica del Siglo de Oro de la Lengua Valenciana, sabía Teología, y escribió un Evangelio, "Vita Christi" en la lengua autóctona del pueblo, cuando la Biblia sólo se podía leer en latín.

Isabel de Villena, abadesa del Convento de la Trinidad, Clarisas, de Valencia, considerada como escritora clásica de la Lengua Valenciana en su esplendoroso Siglo de Oro (XV), fijó ya en sus textos el pensamiento de que Jesús murió por la salvación de “toda la naturaleza humana”, todo el mundo, no por “muchos”, como está en el debate. No le quita a Dios su intención o capacidad de que todo el mundo se salve.

El Cenáculo era una especie de sala de banquetes de Jerusalén que se apalabra en determinados acontecimientos. Hoy se conserva la estancia, que está bajo la dirección judía, de acuerdo con el famoso “statu quo” que impusieron los turcos en el reparto de competencias y custodias de los lugares santos.

Isabel de Villena, en su delicioso valenciano del siglo XV, totalmente inteligible en la actualidad, con muchísimas palabras de uso común en nuestros días y hablares autóctonos, relata cómo Jesús, viniendo de Betania, encarga a Pedro y a Juan que entrando en Jerusalén verán a un hombre portando “una ampolla de aygua. Seguiulo, e en la casa hon entrara entrau e digau al Senyor de aquella que us mostre lo locho yo deg fer la cena ensemps ab vosaltres”.

El señor de la casa recibió personalmente a Jesús y sus discípulos. “E, aparellat lo anyell, celebr la Pasca menjant aquell ab los deixebles seus, servant toters les cerimonies legals”.  Jesús habló de las maravillas que Dios había hecho “a aquell poble”, el cual lo desconocía en gran manera y ponía punto final “a la ley aquella e començava la ley de gracia, que seria fundada en la sua preciosa sanch, la qual prestament devia escampar, car era lo verdader anyell qui per la salut nostra devia esser sacrificat, e per lo unctament de aquesta preciosssima sanch seria uberta la porta de paradys e a nosaltres es feta franca la entrada”.

Sabía escribir, pero sabía más teología. Sabía explicarla de forma clara, llana y asequible, cosa que siguen sin saber los curas. La monja Isabel de Villena daba las claves del misterio y la profundidad en sus relatos revestidos de cuentos, de contalles populars. Los profesionales del oficio religioso suelen utilizar jergas ininteligibles, lugares comunes, palabras que ni ellos mismos entienden, clichés decimonónicos que complican más aún la comprensión.

Isabel de Villena cuenta que “Apres lo Senyor lava´ls a tots de hu en hu los peus…” y da otra clave, la esencial de toda la vida y obra de Jesús, lo dice así: “Fills meus, haveu vist lo que he fet a vosaltres, exemple us he deixat, en lo meu darrer partiment, que lo que haveu vist fer a mi façau vosaltres, e en aço conexera lo mon si sou mos dexebles,  si us amau en vera caritat, comportantvos ab vera paciencia, exercitantvos en obres de humilitat, sens fictio deguna, car tota dupplicitat de cor me es molt odiosa, segons he mostrat en tota la mia preycacio, car contra los hypocrits he fet guerra”.

Al final de la cena, Jesús “pres lo pa en les sues mans, e consagra aquell, e dix als apostols. Dexebles meus, vosaltres sou açi en loch de tota natura humana, com a sindichs de aquella; yo vull fer testament en presencia vostra com aquells qui haveu esser columnes de la Esglesia, sposa mia, a la qual vull dexar aquest gran thresor inextimable qui ara tinch en les mies mans, qui es lo meus cors, qui per vosaltres e per tota la natura humana será trait e mort”.

Instituyó la Eucaristía y “per tota la natura humana”. La Iglesia oficial sigue debatiendo si por todos o or muchos lo de la salvación. En el siglo XV, según testimonia Isabel de Villena,  tenían claro y resuelto el debate. “En aquest sagrament  totes les sabors que volreu, com mes lo asaborireu, mes lo desijareu. Aquest es lo mitja pus propinch per acostarvos a mi, car en les mans me tindreu, e dins vosaltres entrare, e aquí será lo meu repos”.

Preciosa literatura, preciosa teología, preciosa Lengua Valenciana, la de esta mujer, Isabel de Villena,  que por su profundidad espiritual y elegancia de formas teológicas bien merece ser declarada Doctora de la Iglesia, buen hacer que desarrolló desde sus humilde celda en el Convent de la Trinitat de Valencia.

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