Este año lo impedirá el coronavirus La salpassa, una tradición pagana cristianizada del MIércoles Santo

La salpassa
La salpassa

El sacerdote bendice cada una de las casas y a sus moradores con agua y sal y les invita a las celebraciones de la Semana Santa.

Los bendecidos entregan al sacerdote huevos, trigo o harina, que luego éste distribuye entre los pobres de la parroquia.

La salpassa puede entenderse como un sacramental, está normada en el Ritual Romano, decretada por Benedicto XIV.

tradición ven sus orígenes en un ritual pagano, pre-cristiano, del mundo agrícola y ganadero, de las fiestas del solsticio de primavera, cuando rendían cultos a los dioses paganos y purificaban casas y establos con agua, sal y azufre.

La salpassa o sarpassa —del latín, sal y aspergere— es una antigua costumbre que aún pervive en algunos pueblos valencianos, muy enraizada aún en la comarca de La Marina, Pego sobre todo, que en algún pueblo la sigue conservando, consistente en bendecir con agua y sal las casas y las familias el día de Miércoles Santo. Este año, el coronavirus impedirá esta tradición.

El sacerdote, revestido con ornamentos litúrgicos, acompañado de sacristán y acólitos, recorre las calles de su pueblo, bendiciendo una a una las casas y sus moradores, precedido por un «escolanet» -acólito- que hace sonar una «campaneta» avisando de la presencia de la comitiva.

Con el hisopo —sarpasset— asperjará con agua, en ocasiones con agua y sal, cada casa y persona. Los monaguillos anuncian con el sonar de las campanilas la llegada de la comitiva y un grupo de niños en la vanguardia van llamando a todas las puertas, que se abren de par en par.

 Dentro sus ocupantes han preparado mesas con manteles a modo de altar en la que siempre hay un plato de sal, una vasija –atifell-  llena de agua y huevos. Huevos, porque la carne siempre ha sido un lujo caro para la mayoría.

La salpassa
La salpassa

El sacerdote les da a besar un crucifijo,  reza una oración, toma de la  sal bendecida que porta y la mezcla con la sal de la casa, diciendo: “Dios bendiga esta casa y a sus moradores”. En agradecimiento, los bendecidos le ofrecen huevos, que recogen el sacristán y acólitos. Los huevos u otros productos, como trigo o harina que se ofrece al sacerdote en la visita, luego los redistribuye entre los más pobres o son vendidos para necesidades de la parroquia.

 El sacerdote aprovechaba siempre para interesarse por los moradores de las casas e invitarles a los oficios de Semana Santa. El agua bendecida es guardada por la familia para beberla o rociar puertas, paredes, habitaciones y todos los rincones de la casa. Para el caso que haya una persona enferma o moribunda, bendecirla con ella.

La salpassa puede entenderse como un sacramental, está normada en el Ritual Romano, decretada por Benedicto XIV, un Papa muy influido por las corrientes de la Ilustración. Hace medio siglo que la costumbre comenzó a decaer y son muchos los pueblos que dejaron de realizar esta tradición por razones de falta de tiempo y exceso de trabajo, con varias parroquias a cargo.Estudiosos de esta tradición ven sus orígenes en un ritual pagano, pre-cristiano, del mundo agrícola y ganadero, de las fiestas del solsticio de primavera, cuando rendían cultos a los dioses paganos y purificaban casas y establos con agua, sal y azufre, hecho éste que, como otros muchos, la Iglesia afirman cristianizó e hizo suyo.

En la cultura laica, la sal siempre ha sido un elemento de solidaridad y hospitalidad. A quien llegaba a la casa se le ofrecía el pan y la sal, la amistad. De ahí que la actitud contraria a ello es lo manifestado por el dicho popular cuando habla de «Negar-li el pa i la sal», a alguien. Cristianizado el acontecimiento, para la Iglesia, confiar, dejar, entregar la sal a alguien, además es recordarle lo que dice el Evangelio de Marco, 9,50, «Tened la sal en vosotros y tened paz unos con otros».

Volver arriba