Desierto "LA IMPORTANCIA DEL DESIERTO" - XIII JORNADAS DE DESIERTO ON LINE
Es necesario pasar por el desierto y permanecer en él para recibir la gracia de Dios
Es un período por el cual toda alma que quiere dar frutos debe pasar necesariamente
Es en el momento en que se encuentra en esta triste condición, cuando Dios lo colma de favores incomparables.
Es en el momento en que se encuentra en esta triste condición, cuando Dios lo colma de favores incomparables.
| José Luis Vázquez Borau

En una carta al P. Jerónimo, 19 de mayo de 1898, Carlos de Foucauld se expresaba así sobre el DESIERTO:
“Es necesario pasar por el desierto y permanecer en él para recibir la gracia de Dios: es allí donde uno se vacía y se desprende de todo lo que no es Dios, y donde se vacía completamente esta pequeña casa de nuestra alma para dejar todo el espacio a Dios solo.
Es un tiempo de gracia, es un período por el cual toda alma que quiere dar frutos debe pasar necesariamente... No temáis ser infieles a vuestras obligaciones para con las criaturas; es, por el contrario, el único medio que tenéis para poder servirlas eficazmente.”
El desierto representa un espacio de purificación interna, donde el alma se despoja del ruido y las distracciones para encontrarse con Dios. Es vital para crecer espiritualmente y servir desde el corazón renovado.
En una Meditación sobre el Evangelio, que Carlos de Foucauld hace en diciembre de 1896, afirma:
“Cuando Jacob está de camino, pobre, solo, cuando se tiende sobre la tierra desnuda del desierto para descansar después de una larga travesía… es en el momento en que se encuentra en esta triste condición, cuando Dios lo colma de favores incomparables.”
El desierto, más allá de ser dificultad, se convierte en lugar de consuelo divino. En el momento de mayor vulnerabilidad emerge la gracia.
Finalmente, Carlos de Foucauld meditando sobre Mateo 6,30–32, nos da el siguiente consejo:
“En nuestra vida… tomémonos tiempo de reposo, tiempo de soledad pasado en compañía de Jesús... Que estos retiros tengan tres caracteres: descanso, sosiego y soledad en compañía de Jesús. […] ya mirándole sin decir nada (contemplación), ya preguntándole (meditación).”
El tiempo de desierto inspira a vivir momentos de encuentro profundo con Cristo, donde hay silencio, paz interior y contemplación.