Se habla de la necesidad de relanzar y de potenciar los trabajos de la Comisión de la causa de beatificación en España e Iberoamérica de la reina Isabel de Castilla, a través de las diócesis y seguir difundiendo la devoción a la Reina Católica con la distribución tanto de materiales para la devoción popular -rosarios o estampas-, como de reedición o edición de publicaciones.

Isabel I reina de Castilla desde 1474 hasta 1504, reina consorte de Sicilia desde 1469 y de Aragón desde 1479, por su matrimonio con Fernando de Aragón. Se la conoce también como Isabel la Católica, título que le fue otorgado a ella y a su marido por el papa AlejandroVI mediante la bula Sei convenit, el 19 de diciembre de 1496. Es por lo que se conoce al matrimonio real con el nombre de Reyes Católicos, título que usarían en adelante prácticamente todos los reyes de España. Concedió apoyo a Cristobal Colón en la búsqueda de las Indias Occidentales, lo que llevó al descubrimiento de América, la conquista de las tierras descubiertas y la creación del Imperio español. Vivió cincuenta y tres años, de los cuales gobernó treinta como reina de Castilla y veintiséis como reina consorte de Aragón al lado de Fernando II. Desde 1974 es considerada sierva de Dios por la Iglesia católica, y su causa de beatificación está abierta.

Hay que recordar, también, que ya como reina, impulsó la reforma de la Iglesia, se esforzó en implantar la Inquisición (1478), promulgó la expulsión de los judíosEdicto de Granada (1492) elaborado por Tomás de Torquemada inquisidor general, y apoyó la intransigente política del Cardenal Cisneros frente a los musulmanes de Granada, lo que dio lugar al decreto de los Reyes Católicos (1502) en virtud del cual los musulmanes de Castilla eran obligados a convertirse o abandonar el territorio y fue el principal sostén de la guerra contra los musulmanes en el norte de África.

El arzobispo de Valladolid ha insistido en «la oportunidad de animar los trabajos de la comisión» en un momento en el que «están actuando fenómenos como la revisión de la historia desde las ideologías de la cancelación y ante la emergencia de procesos de identidad referidos al indigenismo en los pueblos de América», destacando el perfil de la reina como «primera y principal defensora de los indígenas y como respuesta a esas dinámicas sociales».

Isabel la Católica fue la primera persona que se preocupó por los derechos de los indios: determinó que seguirían siendo los propietarios de las tierras que les pertenecían con anterioridad a la llegada de los españoles y, en el año 1500, dictó un decreto que prohibió la esclavitud. Nace así un nuevo derecho que, en palabras de Guillermo Llona, «reconoce que las libertades de los hombres y de los pueblos son algo inherente a ellos mismos, y que, por tanto, les pertenecen por encima de las consideraciones de cualquier príncipe o Papa» (ABC,03/03/2013). Aquellas normas supusieron el punto de partida de la Leyes de Indias.

 De hecho, la historiografía reciente tiende a culpar a las enfermedades traídas por los europeos de la drástica disminución de la población americana, más que a las «matanzas sistemáticas» y las «crueldades infinitas» denunciadas por Las Casas. A pesar de que está claro que la acción violenta de los conquistadores, la política de malos tratos impuesta, la exigencia desorbitada de trabajo y tributos, el desplazamiento masivo de comunidades y el desmoronamiento de los sistemas socioeconómicos tradicionales tuvieron una influencia cierta en la caída de la población, pero es la «agresión microbiana», como la viruela, el sarampión, la gripe, la peste bubónica, la tuberculosis, la malaria o la fiebre amarilla, fueron responsables de la muerte de hasta un 97% de la población indígena. De hecho, se ha señalado que, sin la ruptura social que supusieron esas enfermedades, la conquista hubiese sido poco menos que imposible. 

Pues bien, según nuestra humilde opinión, en el momento tan importante que estamos viviendo del proceso sinodal, tan necesario para la Iglesia Católica hoy, después de los naufragios de la pederastia, el envejecimiento de nuestras comunidades, la crisis económica y social que atravesamos, la guerra de Ucrania, etc. y la especial sensibilidad latinoamericana que existe hoy con estos temas, me pregunto si orientar las energías hacia la canonización de Isabel la Católica es lo más conveniente hoy, y, en todo caso, puestos a presentar testimonios evangélicos se podrían presentar otros testimonios más cercanos a nuestros tiempos, como podrían ser Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, Dorothy Day o Helder Camara, por ejemplo.

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