La vida de una persona y en consecuencia su vocación, se ve al final de su vida. Y esto es precisamente lo que le ocurrió a Jacques Maritain, que fruto de su amistad con el Padre Rene Voillaume y con la familia espiritual de Carlos de Foucauld, que acabó convirtiéndose en la suya, puesto que pasó !os trece últimos años después de la muerte de Raïssa como profesor de los Hermanitos, viviendo completamente con ellos y como ellos en un barracón en el jardín del convento de los dominicos de Toulouse. Maritain sintonizaba perfectamente con la espiritualidad del Padre Foucauld, con su fraternidad universal, con esta humildad, sencillez, proximidad con todo tipo de personas, cualquiera que fuese su cultura, su religión, su ideología. Hay un texto de Jacques, publicado en los Cahiers Jacques Maritain, sobre la vocación de los Hermanitos de Jesús, que manifiesta lo bien que comprendía esta vocación. Explica cómo el carisma de Foucauld consiste en expresar la caridad de Cristo a través de los gestos de la vida cotidiana, que no son los gestos sacros de las demás órdenes religiosas. Por eso no llevan hábito, porque ni tienen un convento. Como los signos sagrados en su vida están reducidos al mínimo, uno se pregunta dónde está la mediación a través de la cual se va a manifestar el Evangelio. Según explica Jacques. va a ser a través de los gestos cotidianos que constituyen lo que él llama «microsignos». Estos son signos mínimos a través de los cuales se expresa el carisma de una persona que tiene esta vocación. Esta encontrará instintivamente con la gracia del Espíritu Santo la palabra o el gesto de la vida cotidiana que hay que hacer para hacerse cercano en la caridad, prójimo, de aquel que está lejos de Cristo.

Ahí se ve cómo realmente lo que fue el final de la vida de Maritain era lo que llevaba dentro de sí desde el principio. Hay algo de estos «microsignos» de la caridad que pasa por la mirada, como se puede ver en la foto tan conocida del Padre de Foucauld en la que este le mira a uno. Su mirada expresa misteriosamente la mirada de Cristo que capta toda nuestra persona. También Jacques compartía algo de esa mirada de Cristo.

Para ver este proceso, hemos dividido el libro Jacques Maritain y Carlos de Foucauld en dos partes con siete apartados cada una de estas. En la primera se analiza como fue el encuentro con la Verdad de Raissa y Jacques Maritain. En la segunda como llegan ambos a la plenitud de la verdad, poniendo como telón de fondo a Carlos de Foucauld, su discípulo René Voillaume y las Fraternidades que han surgido. Como colofón o epílogo, la carta que el propio Maritain escribió a propósito de los Hermanos de Jesús

Ahí se ve cómo realmente lo que fue el final de la vida de Maritain era lo que llevaba dentro de sí desde el principio. Hay algo de estos «microsignos» de la caridad que pasa por la mirada, como se puede ver en la foto tan conocida del Padre de Foucauld en la que este le mira a uno. Su mirada expresa misteriosamente la mirada de Cristo que capta toda nuestra persona. También Jacques compartía algo de esa mirada de Cristo.

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