Tan presente y nosotros tan lejanos

Nosotros andamos fuera de la casa cuando el huesped del alma habita en el interior de la misma esperando que entremos para el banquete, para la fiesta. El cielo ha entrado en el corazón del ser humano. Podemos caminar con confianza sabiéndonos acompañados por otros hermanos y hermanas que ya viven en la fiesta eterna. En el silencio y la soledad descubrimos que nuestro interior es un lugar sagrado donde está la presencia de Dios y con el que podemos tener una relación de amistad. “Te buscaba fuera, dirá san Agustín, y Tú estabas dentro de mí”.
Dios quiere establecer una relación de amistad con nosotros. Este encuentro anticipa el cielo y es causa de una profunda alegría. “No como la da el mundo”, dice Jesús. Es de ortro orden. Ensancha nuestro corazón. Hace referencia al amor que todos necesitamos para vivir. Nos produce una paz interior que nadie, más que Jesucristo nos puede dar. Y esta alegría nos lleva, como Francisco de Asís, a ser portadores de Paz y Unidad en medio de los conflictos e injusrticias que nos encontramos.
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