El arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, quien está preparando una carta pastoral sobre el racismo enfocado en la realidad puertorriqueña, conversó con Religión Digital para proponer a los sacerdotes un método de trabajo sobre la doctrina social de la Iglesia. Su propuesta es que puedan integrar la doctrina social, tema por tema, a sus homilías cada fin de semana.

Tras prometer que volverá a conceder una entrevista a fondo sobre el racismo cuando termine el documento –que podría publicarse durante el verano- adelantó el método que recomienda a los sacerdotes. Sus palabras muy bien podrían aplicarse al trabajo que realizan los sacerdotes en otras partes del mundo.

Adelantó también su visión de que el racismo “es un problema muy serio en Puerto Rico”, pero dijo que hablará sobre eso cuando termine la carta pastoral y esté “mejor preparado”. Eso mismo, sin embargo, sirve de entrada para el método, que consiste en integrar los temas de la doctrina social a las predicaciones dominicales al atender los distintos problemas del país.

“Me parece que los sacerdote debemos tomar los temas sociales e incorporarlos a nuestras homilías.  Es decir, no tocar el mismo tema siempre… Pero la doctrina social de la iglesia toca muchísimos temas”, comenzó diciendo el arzobispo y especificó que “quizás cada domingo, cada fin de semana, tocar un tema particular de la doctrina social” sería muy beneficioso.  

Por supuesto, el método requiere “estudiar” para poder integrar las respuestas a temas específicos en los sermones, pero no se trata sencillamente de leer y memorizar, sino de estudiar y analizar integrando la vida.

“Me parece, que debemos estudiar mucho más el compendio de la doctrina social y animar a nuestra gente a tener más conciencia de la doctrina social”. Para eso, hay que estudiar reflexionando y aplicando. Se trata de “aplicarla en nuestra vida cotidiana, en la vida familiar, en la vida  pública, y en la vida de trabajo… que es una realidad que pudiera realmente transformar nuestra calidad de vida, transformándola en un calidad de vida más fraterna, más cristiana. Es un gran reto”.

Puntualizó que el padre de la doctrina social de la Iglesia, el que fue codificando  el tema fue el Papa León XIII; y ahora el nuevo Papa, ha indicado, al seleccionar ese nombre de León XIV, la importancia que merece este tema o los temas de doctrina social.

“Yo creo que debemos, al preparar nuestras homilías, incorporar textos, citas, del compendio de la doctrina social de la iglesia para que no nos puedan acusar de tocar los temas desde un punto de vista marxista, o un punto de vista que no se puede compaginar con la doctrina social católica o con los evangelios”.

Para el arzobispo, esa precisión es muy importante “porque el fundamento de todo es la palabra del Señor que encontramos en los evangelios”.

No se trata de una recomendación “improvisada” ante el nuevo momento que comienza ahora con León XIV. El arzobispo lleva tiempo estudiándolo y buscando la aplicación del método.

Recordó, además, una conversación en Roma sobre el compendio de Doctrina Social de la Iglesia y el prelado encargado de la preparación del mismo les dijo “que él le preguntó al Papa Juan Pablo II (ahora santo) cuál era la audiencia principal del compendio, a quien se dirigía  el texto, y el Papa le contestó que principalmente a los obispos, que son los que menos que saben de doctrina social”.

El arzobispo González se tomó el llamado con humildad y mucha seriedad y reconoció que lo que se puede decir de los obispos también “podemos decir de los sacerdotes”.

“Los sacerdotes, obispos, diáconos, que somos los que estamos diríamos potenciados para tocar este tema, muchas veces no lo hacemos porque desconocemos la doctrina social y pues hay que tomar las riendas en nuestras manos y profundizar el compendio de la doctrina social”.

Desde su punto de vista, no se trata de limitar la aplicación de la doctrina social a promover el reparto de bienes y servicios meramente caritativos. La caridad, desde la doctrina social, tiene que llegar mucho más lejos.

A lo que añade, de manera que “se puede decir no hay caridad sin justicia. Es decir, la justicia es el primer paso. Crear conciencia de la necesidad de responder positivamente y apoyar los derechos de las personas a una vida digna, a un techo digno, a un trabajo digno, a una vida digna, es indispensable para que la caridad tenga su propio lugar”.

“Jesús nos llama a amar, amar sin condiciones y para amar sin condiciones hay que cumplirtambién con los requisitos de la justicia. Entonces justicia, amor y misericordia es como un triángulo que van en un solo camino, en una sola dirección.  Ahora hace falta un proceso educativo o catequético para crear conciencia de esta unidad, de esta trinidad, por decirlo así”.

En ese método, también es importante distinguirentre lo que le toca a los obispos y sacerdotes y la obra que lo que corresponde a los laicos.

“La misión del laico y sobre todo de impactar la política, la legislación, la transformación política de una sociedad es una responsabilidad que recae sobre todo en los hombros de los laicos y laicas y al Clero nos corresponde educar de tal manera que laicos y laicas se involucren en la actividad política”. 

Tampoco se trata de aplicar el método por igual a todas las circunstancias; cada lugar, cada país, cada pueblo tiene sus propios asuntos urgentes.   

“El problema de Puerto Rico es que todo lo relacionado a la doctrina social católica está vinculado a una dimensión “partidista”, relacionado  al status y eso ha dificultado mucho crear un ambiente propicio que va más allá del tema partidista de status de Puerto Rico… difícil de lograr ese balance.  Cada  cual estamos verdad ilusionados con nuestra opción de status.  

Antes yo pensaba que esa situación se podía resolver previo a la cuestión del “status” pero ahora, pienso que hace falta resolver primero el tema del status político de Puerto Rico”.

De la misma manera, sobre estos aspectos en su experiencia pastoral y social cuando era sacerdote en Nueva York también aprendió mucho en la aplicación de la Doctrina Social.  

“Yo veía el sufrimiento de nuestra gente, la marginación, la pobreza. Estaban como ovejas sin pastor y yo queriendo animar en el amor, el sentido de autoestima  de nuestra gente, con frecuencia terminaba mis homilías haciendo eco de las siguientes palabras… “Cosas como tú son para quererlas”.