"Aun de los que se comportan mal se pueden sacar lecciones, aprendizajes positivos" Cardenal Aguiar: "El dinero tiene que ser para servir a Dios"

En esta primera lectura del profeta Amós, podemos confirmar lo que desde el catecismo nos han enseñado: que Dios conoce, vigila y actúa
Y con una fuerza muy grande termina diciendo, en resumen, en síntesis: “no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”
"Bendita seas Madre Nuestra, María de Guadalupe, con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa León, fortalécelo para que continúe, llamando a la reconciliación"
"Bendita seas Madre Nuestra, María de Guadalupe, con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa León, fortalécelo para que continúe, llamando a la reconciliación"
| Cardenal Carlos Aguiar Retes arzobispo primado de México
“El Señor, gloria de Israel, lo ha jurado. No olvidaré jamás ninguna de estas acciones”.
En esta primera lectura del profeta Amós, podemos confirmar lo que desde el catecismo nos han enseñado: que Dios conoce, vigila y actúa.
Son tres cosas muy importantes: conocimiento de las cosas, para saber exactamente lo que está pasando; vigilar, para que las cosas que se realizan no se vayan a conducir de manera mala, perversa; y, tercero, actúa, es decir, interviene cuando es necesario.
Pero, ¿qué necesita de nosotros? ¿Qué debemos hacer nosotros? Nos dice entonces San Pablo, hablándole a Timoteo en su carta, en la segunda lectura, lo que debemos hacer: “Hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres y, en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades”.
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Esta es la forma como le podemos corresponder a Dios en esa vigilancia, que Él hace de nosotros, para que también Él esté pendiente no solo de nosotros, sino con quienes nos relacionamos.
Además, San Pablo, a su discípulo Timoteo, al escribirle esta carta, le dice: “Él quiere, (Dios), que todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad, libres de odios y divisiones. Hagan oración”.
La envidia, los celos, son muy dañinos, nos pueden conducir a las malas acciones. Por eso necesitamos hacer oración, para generar en nosotros la confianza en Dios, nuestro Padre, que vela por nosotros de una u otra forma.
Y eso es precisamente lo que podemos aprender, a partir de la parábola, que hemos escuchado hoy en el Evangelio de San Lucas: que aun de los que se comportan mal se pueden sacar lecciones, aprendizajes positivos.
Y eso es lo que afirma Jesús: “Los que pertenecen a este mundo, los que solamente les interesan las cosas terrestres, son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”.
Porque nosotros estamos más confiados en este amor de Dios para lo que hacemos, lo que debemos hacer, la forma como debemos tratar a los demás. Pero los que no tienen en cuenta a Dios, dice Jesús, son muy hábiles. Y continúa diciendo el Señor: “el que es fiel en las cosas pequeñas también es fiel en las grandes”.
Y con una fuerza muy grande termina diciendo, en resumen, en síntesis: “no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.
El dinero tiene que ser para servir a Dios y, entonces, seremos buenos hijos de Dios. Si es al revés, vamos por caminos perdidos.
Los invito a ponernos de pie, a mirar a nuestra madre, porque ella, María de Guadalupe, supo servir a Dios. Que también nos ayude a nosotros para que aprendamos en su ejemplo y recibamos su auxilio, su ayuda.
En un breve momento de silencio nos ponemos delante de ella, y le abrimos nuestro corazón.
Bendita seas Madre Nuestra, María de Guadalupe, con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa León, fortalécelo para que continúe, llamando a la reconciliación, y cesen los graves conflictos bélicos, especialmente en Tierra Santa y el Medio Oriente.
Auxílianos Madre a confiar en Dios, y a orar todos los días para experimentar, que Él interviene en nuestra ayuda, y adquiramos plena confianza en su pronta intervención; pidámosle la habilidad para practicar el bien en favor de los más necesitados, y progresemos en el desarrollo de nuestra fidelidad a sus enseñanzas.
Con tu ayuda Maternal podremos ser discípulos de tu Hijo Jesús, capaces de comprender al que ha caído, y darle a conocer el gran amor de Dios; y así adquiramos la plena convicción de servir a Dios y no al dinero.
Todos los fieles aquí presentes este Domingo nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.
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