Cuaresma, tiempo de gracia

El próximo miércoles, 6 de marzo, nos adentramos en la Cuaresma con el signo de la imposición de la ceniza. Este momento viene acompañado de unas palabras evangélicas, que resumen el tiempo que iniciamos: «Convertíos y creed en el Evangelio». Dicho de otro modo: haced una pausa, revisad vuestra vida a la luz del Evangelio, recuperad lo esencial y volved a emprender el camino.

La Cuaresma es el tiempo que la Iglesia nos propone para renovar nuestra adhesión a Jesucristo. La Palabra de Dios y las prácticas penitenciales nos ayudan a redescubrir lo que es realmente importante en nuestra vida y a rehacer nuestro esquema de valores. Es un tiempo maravilloso para volver a empezar, para dejar atrás todo lo que hemos ido incorporando en nuestra vida y que, no solo no nos ayuda, sino que nos dificulta el camino. La Iglesia nos propone tres actitudes fundamentales para poder hacer este ejercicio de transformación interior: la oración, el ayuno y la limosna.

Los cuarenta días cuaresmales, partiendo de la experiencia vivida por Jesús en el desierto, son una invitación a tener momentos de desierto en medio del ruido de nuestro mundo, a reservar espacios para saborear la Palabra de Dios y a abrirnos al diálogo con Él.

El ayuno nos ayuda a reflexionar y a valorar lo que tenemos de balde, como caído del cielo. Y del cielo, cae lo más importante para sobrevivir en este planeta: el agua. ¡Tengámoslo en cuenta! Utilicemos el agua, pero no la desperdiciemos. Os propongo que hagamos un ayuno de agua, haciendo un consumo responsable. ¿Cómo? Por ejemplo, acortando el tiempo de la ducha y poniendo lavadoras a plena carga. Racionalicemos el consumo de este bien tan preciado.

Miércoles de ceniza

También os animo a racionalizar los conflictos entre hermanos. Hagamos que este año sea un verdadero tiempo de fraternidad. Hagamos ayuno de luchas innecesarias que nos llenan de rencor y nos dejan vacíos. En este sentido, el papa Francisco decía hace unos días en Abu Dabi: «para preservar la humanidad de la destrucción, Dios pide a Noé que entre en el arca con su familia. También hoy, para salvaguardar la paz, necesitamos entrar juntos como una misma familia en un arca que pueda navegar por los mares tormentosos del mundo: el arca de la fraternidad.»

Incorporemos también la limosna en nuestra vida, como actitud que nos acerque a Jesucristo. Seamos generosos con nuestros hermanos más pobres. Conviene que estemos atentos a tantas personas que necesitan ser atendidas material y espiritualmente.

El tiempo de Cuaresma es un camino hacia la Pascua que pasa por la Pasión y la Cruz. En este tiempo de preparación, os invito a crecer cristianamente. ¿Qué significa esto? Básicamente, significa renunciar a uno mismo y abrirse al amor. Renunciar a uno mismo para vivir, entregarse para reencontrarse, empobrecerse para enriquecerse… Aunque parezca una paradoja, este es el camino de la vida, de la alegría y de la verdadera felicidad. Queridos hermanos, que la Cuaresma de este año sea un tiempo de gracia especial para todos nosotros.

Card. Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

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