Este sábado, en la Sagrada Familia, su beatificación Joan Roig: un joven apóstol de la Eucaristía

Joan Roig Diggle: "Dios está conmigo"
Joan Roig Diggle: "Dios está conmigo"

El testimonio de Joan nos recuerda que la Eucaristía es un sacramento que, a quien lo recibe con ganas y bien dispuesto, regala vida, amor, fuerza de comunión y capacidad inmensa de perdón. Es el motor de nuestra espiritualidad que hace posible una existencia renovada

Este sábado, en la basílica de la Sagrada Familia, hemos tenido el gozo de celebrar la Eucaristía con motivo de la beatificación del joven mártir Joan Roig Diggle. La Eucaristía es la fuente y cima de toda la vida cristiana (cf. LG 11). Así lo experimentó nuestro joven mártir durante su vida, especialmente en los momentos de prueba.

Cuenta Mn. Pere Llumà, director espiritual del beato Joan Roig, que cuando se encontró con él el día 10 de septiembre de 1936 (un día y medio antes de su muerte en manos del pelotón de la FAI), este le insistió en poder llevarse la reserva eucarística. Quería llevar la comunión a algunos cristianos de El Masnou «por lo que pudiera pasar». Cuando Mn. Llumà accedió a la petición, Joan se sintió como si fuera un nuevo san Tarsicio, el niño romano del siglo III conocido como el mártir de la Eucaristía y patrón de los monaguillos, acólitos y ministros de la Eucaristía. En aquella ocasión, Joan Roig llegó a decir a Mn. Llumà que sería capaz de ir a Francia a pie para recibir la comunión eucarística, aunque fuera por una sola vez.

El testimonio de Joan nos recuerda que la Eucaristía es un sacramento que, a quien lo recibe con ganas y bien dispuesto, regala vida, amor, fuerza de comunión y capacidad inmensa de perdón. Es el motor de nuestra espiritualidad que hace posible una existencia renovada.

Misa en la Sagrada Familia
Misa en la Sagrada Familia EFE

Por medio de la Eucaristía, Jesús resucitado quiere quedarse con y en nosotros para que tengamos vida eterna. «El que coma de este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58). Los primeros cristianos experimentaron todo ello con tal fuerza, que decían que sin la eucaristía no podían vivir. Necesitaban recibirla, al menos, cada domingo y experimentar en su interior la presencia de Cristo.

Cuando participamos en la celebración eucarística celebramos que Dios nos ama inmensamente. En ella nos unimos a la vida, muerte y resurrección de Cristo. La Eucaristía tiene su origen en Jesús y ha llegado a nosotros a través de la Iglesia. Todos los cristianos tenemos la misión de transmitir a las generaciones futuras el amor a la Eucaristía con la misma alegría y pasión con que lo hizo el beato Joan Roig Diggle.

La Eucaristía llevó a Joan a dar la vida por la fe, a perdonar y a orar por aquellos que lo asesinaron. También nos anima a vivir como vivió Jesús y a ser pan partido y compartido con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Atrevámonos a ser, como Joan, apóstoles de la Eucaristía, de la presencia sacramental de Jesucristo en nuestras vidas.

Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía es la fuente de nuestra vida cristiana. No nos conformemos con contemplar la fuente, bebamos de ella. Que, por intercesión del nuevo beato Joan Roig Diggle, la Eucaristía sea siempre el alimento que fortalezca nuestra fe y nuestra esperanza. Que el Espíritu Santo encienda en nosotros, como lo hizo con los discípulos de Emaús, el amor por la Palabra y por la Eucaristía. Que Dios os bendiga a todos.

† Card. Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

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