"Mientras el amor por los hijos lo soporta todo, el amor conyugal necesita cuidados continuos" Juan José Omella: "El amor conyugal es un signo del amor de Dios y, paradójicamente, no hay un amor más vulnerable"

'Sagrada Familia del pajarito'. Murillo
'Sagrada Familia del pajarito'. Murillo

"El papa Francisco, en una de sus audiencias de los miércoles, nos regaló tres palabras que siempre deberían decirse en un hogar: permiso, gracias y perdón. Son tres palabras mágicas"

Dios es la fuente de todo amor, por ello, es básico que el matrimonio mantenga viva su relación con Dios. La familia que reza unida, permanece unida, porque «una cuerda de tres cabos no es fácil de romper»

"La mayor riqueza de la pareja es el amor. Y cuando es fecundo, es un regalo maravilloso… ¡Cómo cambia la vida cuando llega un hijo!"

Hace unos días leía una frase que me cautivó y que hoy, día de la Sagrada Familia, me gustaría compartir con vosotros: «El amor conyugal es un signo del amor de Dios y, paradójicamente, no hay un amor más vulnerable. Mientras que el amor por los hijos lo soporta todo, el amor conyugal necesita cuidados continuos». ¿Cómo podemos conseguir que el matrimonio sea una verdadera historia de amor? ¿Cómo mantener viva la llama?

Para conseguirlo, es importante construir una convivencia que sea positiva, con delicadeza en el trato y pequeños detalles, como una caricia, una palabra de ánimo, un regalo inesperado… Es necesario también un proyecto en común que se refleje en lo más cotidiano, por ejemplo, en el trabajo, en la educación de los hijos, en los planes de futuro…, pero que tenga también en cuenta el papel que debe tener la fe en esa aventura compartida. Con un proyecto vital y espiritual en común, el matrimonio se alimentará y crecerá.

Amar al otro es aprender a ver en él la belleza de los tesoros que Dios ha puesto en su corazón. Aunque hombre y mujer son distintos, están llamados a descubrir la grandeza de su complementariedad, a vivir su diferencia como una riqueza y a valorar mutuamente todos los dones que atesoran, pero que a menudo parecen escondidos. Nos lo dice claramente el libro del Eclesiastés: «Más vale dos que uno, pues sacan provecho de su esfuerzo. Si uno cae, el otro lo levanta» (Ecl 4, 9-10)

Familia

El papa Francisco, en una de sus audiencias de los miércoles, nos regaló tres palabras que siempre deberían decirse en un hogar: permiso, gracias y perdón. Son tres palabras mágicas. Permiso, entendido como consenso mutuo, teniendo siempre en cuenta la opinión del cónyuge. Gracias, para agradecerle todo lo que hace. Y perdón, por todas las veces que nos equivocamos (cf. Audiencia General del miércoles 2 de abril de 2014).

La mayor riqueza de la pareja es el amor. Y cuando es fecundo, es un regalo maravilloso… ¡Cómo cambia la vida cuando llega un hijo! Entra un torrente de alegría que lo inunda todo, aunque tampoco faltan los quebraderos de cabeza. Los hijos despiertan y hacen descubrir a los padres capacidades extraordinarias y, sobre todo, un amor y generosidad inconmensurables.

Dios es la fuente de todo amor, por ello, es básico que el matrimonio mantenga viva su relación con Dios. La familia que reza unida, permanece unida, porque «una cuerda de tres cabos no es fácil de romper» (Ecl 4,12). El amor es tan fuerte que ni las aguas caudalosas no podrán nunca apagarlo, ni anegarlo los ríos (cf. Cant 8,7).

Queridos amigos y amigas, Dios ha querido establecer siempre una alianza con el ser humano basada en el amor. Que Él haga de nuestras familias una comunidad de vida y de amor. Que la Sagrada Familia de Nazaret ayude a hacer de nuestras familias un espacio de oración, paz y alegría.

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