Reflexión de cardenal de Barcelona ante el Día de la Caridad Omella: "¿Conseguiremos cicatrizar esta herida que nos duele como sociedad y convertirnos en una gran familia?"

El drama de la pobreza
El drama de la pobreza

Aunque dicen que ya ha pasado, muchas personas siguen hundidas, sin poder encontrar un trabajo decente, sin poder acceder a una vivienda digna y sin poder sentirse ciudadanos de pleno derecho

Queremos promover la acogida, el diálogo y el encuentro con el prójimo para hacer frente a la «cultura de la indiferencia», como la llama el papa Francisco. Queremos seguir tejiendo hilos de comunidad, de escucha y de empatía con los demás

Hoy celebramos el Corpus Christi, una fiesta en la que la Iglesia católica reafirma su fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, sacramento del amor. Por ello, se ha convertido también en el día de la caridad. Así lo quiso Jesús, que perpetuó sacramentalmente el ofrecimiento de su vida al Padre por amor a todos y cada uno de nosotros. La Eucaristía compromete a los cristianos con los más frágiles y vulnerables.

Es precisamente por ello que Cáritas Diocesana de Barcelona aprovecha la solemnidad del Corpuspara presentar su Memoria anual de actividades. Este año el estudio incide en la desigualdad social, provocada por una crisis económica que aún no se ha desvanecido. Aunque dicen que ya ha pasado, muchas personas siguen hundidas, sin poder encontrar un trabajo decente, sin poder acceder a una vivienda digna y sin poder sentirse ciudadanos de pleno derecho. Informes como el de la Fundación Foessa nos alertan de que han aumentado en un 40% las personas en situación de exclusión social severa desde el inicio de la crisis.

Es una herida que produce dolor a los más vulnerables y necesitados, que ven sus ilusiones truncadas y sus posibilidades reducidas. A un niño que ha nacido y crecido en una familia sin recursos se le reducen las oportunidades de tener un futuro próspero. El ascensor social que antes permitía igualar las oportunidades, ahora está averiado.

Ayudar al que no tiene

Un compromiso firme con los más frágiles

Y se añaden las situaciones de dolor que viven las personas que tienen que huir de su país por miedo a la violencia, por falta de oportunidades. Conviene recordar el compromiso firme de la Iglesia con los más frágiles, con los enfermos, con los pobres, con los migrantes y con los refugiados. No podemos olvidar los cuatro verbos que nos proponía el papa Francisco a la ciudadanía y a líderes mundiales: «acoger, proteger, promover e integrar» (Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 14 de enero de 2018).

En este contexto de sufrimiento, hay muchas personas que se preocupan de los demás. El motor de la fe, del amor y de la solidaridad mueve voluntarios, socios y donantes de muchas entidades. La memoria de Cáritas Diocesana de Barcelona nos da signos de esperanza: 13.225 hogares atendidos en 2018, donde viven 20.080 personas, y 62.845 personas atendidas desde las Cáritas parroquiales y arciprestales.

¡Qué alegría ver cómo tantos voluntarios y profesionales trabajan para mejorar la vida de otras personas! Doy gracias a Dios por la gran cantidad de instituciones y entidades que hay, con las que compartimos el objetivo común de construir una sociedad más cohesionada, digna y fraterna.

Queremos promover la acogida, el diálogo y el encuentro con el prójimo para hacer frente a la «cultura de la indiferencia», como la llama el papa Francisco. Queremos seguir tejiendo hilos de comunidad, de escucha y de empatía con los demás.

Queridos hermanos, solo así conseguiremos cicatrizar esta herida que nos duele como sociedad y convertirnos en una gran familia.

Card. Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

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