Informe FOESSA: Las existencias escondidas 'Pongamos luz a una oscura realidad'

Barcelona
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La tradicional bendición de las candelas simboliza la presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén. Él es la luz que nos ayuda a ver con claridad, cuando todo es borroso

Hoy, casi una de cada cuatro personas de nuestra archidiócesis se encuentra en situación de exclusión social, según el informe de la Fundación FOESSA

En cuatro de cada cien hogares de nuestra archidiócesis se ha pasado o se pasa hambre. Y trescientas cincuenta y dos mil personas no pueden seguir tratamientos médicos o comprar medicinas

Hemos de decir basta al drama de la exclusión social. Tenemos que trabajar todos para que nadie más caiga en esta espiral desintegradora de las personas. Colabora con nosotros con tus recursos, tu tiempo y tu voz

Hoy, cuarenta días después de la celebración del nacimiento de Jesucristo, celebramos la fiesta de la Presentación del Señor, conocida popularmente como día de la Candelaria. Recibe este nombre por la tradicional bendición de las candelas, que simboliza la presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén. Él es la luz que nos ayuda a ver con claridad, cuando todo es borroso, y es la luz que nos ayuda a ver los espacios más oscuros de la realidad de nuestro entorno: personas que sufren, personas que malviven en una soledad no deseada. La luz de Cristo nos invita a salir de nuestra zona de confort, a sacarnos las gafas de la indiferencia.

Esta realidad escondida aparece gracias a informes como los que, año tras año, elabora la Fundación FOESSA, constituida por Cáritas en 1965. Hoy, casi una de cada cuatro personas de nuestra archidiócesis se encuentra en situación de exclusión social. Una exclusión social que provoca aislamiento social, falta de participación política, un bajo nivel de estudios, precariedad laboral, exclusión residencial y problemas de salud.

Los datos nos dicen que quince de cada cien personas de nuestra archidiócesis se encuentran en situación de aislamiento social por motivos muy diversos como, por ejemplo, las familias que no pueden pagar el alquiler de su casa porque el padre o la madre han perdido el empleo y se encuentran en el paro.

Acceder o mantener una vivienda digna no es posible para cerca de un millón de personas de nuestra archidiócesis. Familias enteras malviven en habitaciones realquiladas con la incertidumbre que las puedan echar de un día para el otro. Son los desahucios invisibles que no aparecen en las estadísticas. Me pregunto una y otra vez: ¿Por qué cuesta tanto que nuestros políticos y gobernantes aborden esta problemática tan grave? ¿No estamos todos de acuerdo en que se trata de un derecho reconocido por la Constitución y por la Declaración Universal de los Derechos Humanos?

Hoy, en cuatro de cada cien hogares de nuestra archidiócesis se ha pasado o se pasa hambre. Y todavía otro dato, trescientas cincuenta y dos mil personas no pueden seguir tratamientos médicos o comprar medicinas por problemas económicos. Sin duda, estos datos nos deberían estremecer a todos como sociedad.

Hemos de decir basta al drama de la exclusión social. Tenemos que trabajar todos para que nadie más caiga en esta espiral desintegradora de las personas. Debemos poner todo nuestro esfuerzo e ingenio para que las personas que han quedado excluidas puedan salir de esa situación.

Colabora con nosotros con tus recursos, tu tiempo y tu voz. Necesitamos crear espacios de abrigo, espacios que den calor, donde las personas se sientan reconocidas y acompañadas. Necesitamos también trabajar para recuperar un modelo socioeconómico que sitúe la persona en el centro y donde nadie se quede atrás. Señor Jesús, ayúdanos a humanizar nuestra sociedad.

† Card. Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

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