Cuaresma, Foucauld y tiempo de conversión "Todo empezó con una confesión"

Charles de Foucauld
Charles de Foucauld

"Carlos de Foucauld toma un día la decisión de recibir lecciones de religión con un sacerdote para discernir sobre si volver o no a su vida como católico. Visita una parroquia cercana a su casa, allí encuentra al P. Henri Huvelin en el confesionario"

"Lo que sucedió lo recoge él mismo en una de sus cartas: ¡Si hay alegría en el cielo por un pecador que se convierte, la hubo cuando yo me acerqué al confesionario! ¡Día bendito, día de bendición!"

La confesión individual es paso necesario en el camino de conversión: "Apenas creí que había Dios, comprendí que no podía menos que vivir sólo para Él. Mi vocación religiosa data de la misma hora que mi fe. ¡Dios es tan grande!"

"Que este tiempo de Cuaresma sea un momento propicio para avanzar en el camino de conversión y para recuperar el gozo y la asiduidad en la recepción del sacramento de la confesión"

Hace unas semanas dediqué una de mis cartas dominicales al beato Carlos de Foucauld. Hay un aspecto de su vida que siempre me ha cautivado de manera particular: su conversión.

Es muy interesante conocer su lento camino de vuelta a la fe católica iniciado a partir de sus experiencias en la soledad del desierto. Es impresionante darse cuenta de las maneras tan sencillas que tiene Dios para acercarnos a Él. Percibimos esa cercanía si nos detenemos, contemplamos la realidad y escuchamos nuestro interior. Es precisamente la Cuaresma el tiempo que nos propone la Iglesia para avanzar en nuestro camino de conversión.

Después de muchas y variadas experiencias y, en particular, del testimonio silencioso y cercano de almas hermosas profundamente unidas a Dios, Carlos de Foucauld toma un día la decisión de recibir lecciones de religión con un sacerdote para discernir sobre si volver o no a su vida como católico. Él esperaba que fuera un largo camino intelectual, pero en realidad no fue así. Para recibir dicha formación visita una parroquia cercana a su casa, allí encuentra al P. Henri Huvelinen el confesionario, donde él pasaba largas horas.

Lo que sucedió lo recoge Carlos de Foucauld en una de sus cartas:

Al hacerme entrar en su confesionario, uno de los últimos días de octubre […], vos me disteis, Dios mío, todos los bienes. ¡Si hay alegría en el cielo por un pecador que se convierte, la hubo cuando yo me acerqué al confesionario! ¡Día bendito, día de bendición! Vos me pusisteis bajo las alas de este santo, y bajo ellas he seguido. Por su mano me habéis conducido y me habéis dado gracias sobre gracias. Yo le pedía lecciones de religión y él me hizo arrodillar y confesarme y me envió a comulgar inmediatamente.

¡Cuántas vivencias en este momento de conversión y de transformación existencial! Estas líneas nos muestran elementos relevantes para comprender la vivencia de Carlos de Foucauld y para avanzar en el camino de la conversión pastoral y espiritual.

Carlos nos dibuja un escenario muy significativo: encuentra el templo abierto y el sacerdote en el confesionario, no teme acercarse a él para pedirle ayuda, el sacerdote le invita audazmente a abrir sinceramente el corazón a Dios para recibir su perdón. La confesión individual es paso necesario en el camino de conversión y una puerta para iniciar un camino de acompañamiento espiritual y discernimiento.

Carlos de Foucauld acaba la carta en que explica su conversión con estas palabras:

Dios terminó la obra de mi conversión [...] El sacerdote, desconocido para mí, a quien Dios me había encaminado, […], vino a ser mi confesor, y ha sido mi mejor amigo […] desde entonces. Apenas creí que había Dios, comprendí que no podía menos que vivir sólo para Él. Mi vocación religiosa data de la misma hora que mi fe. ¡Dios es tan grande!.

Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma sea un momento propicio para avanzar en el camino de conversión y para recuperar el gozo y la asiduidad en la recepción del sacramento de la confesión. 

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Volver arriba