"La vida contemplativa, cerca de Dios y del dolor del mundo” José Alegre, monje de Poblet: "El contemplativo es una persona que cuida el corazón"

Monje de Poblet
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"El contemplativo es una persona normal que se ha sentido llamada por Dios a vivir con Él una relación de amistad y de amor en el seno de una comunidad"

"Una persona que pone la confianza en Dios para ir haciendo un camino día a día, el camino de una vida, de una sociedad que no lo pone fácil"

"Una persona que cuida el corazón, porque es consciente de la singular sensibilidad del corazón de Dios, que tiene cuidado de nosotros y espera de nosotros"

El contemplativo, o la contemplativa, no es una persona especial que vive de experiencias místicas elevadas, de la amistad o presencia con un Dios que tiene un espacio especial en la vida y en el corazón del monje o de la monja…

Yo diría que es, más bien, una persona normal que se ha sentido llamada por Dios a vivir con Él una relación de amistad y de amor en el seno de una comunidad.

Una persona que se arriesga a vivir en el seno de esa comunidad, que siempre es una comunidad de personas de procedencia muy diversa, con historias diferentes, maneras de ser y actuar distintas, pero todos de acuerdo en dejarse llevar por una Regla, unas normas, que les impulsan a buscar a Dios, en el olvido de la propia imperfección y miserias humanas, pero aceptando las de los otros, para ir dando, todos como comunidad, un sentido profundo a su vida.

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Una persona que pone la confianza en Dios para ir haciendo un camino día a día, el camino de una vida, de una sociedad que no lo pone fácil. Pero es caminar cada día sintiéndose amado por Dios, y, en correspondencia al amor divino, sintiéndose impulsado a amar a los demás, a los miembros de su comunidad, y, en definitiva, a esta sociedad a la que no puede estar de espaldas.

La vida contemplativa es una llamada a hacer “un camino que nos hace ser personas y comunidades, el fruto de las cuales es la caridad al servicio del amor y de la alegría de los demás” (Abad General, Carta de Pentecostés 2021)

Es una persona que cuida el corazón, porque es consciente de la singular sensibilidad del corazón de Dios, que tiene cuidado de nosotros y espera de nosotros, miembros de una sociedad que tiene el corazón enfermo, una respuesta; por esto el salmista nos advierte cada día:

Si hoy escuchas a Dios no endurezcas el corazón… (Sal 94)

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Esta es una invitación muy seria: cuidar la sensibilidad del corazón; porque así es Su corazón: delicada sensibilidad, profundamente humano hacia todas sus criaturas. Quien verdaderamente vive, intenta vivir cada día una búsqueda y amistad con Dios, debe aprender la vibración del corazón de Dios en la escucha de su Palabra, y dejar, después, que tenga un eco en su corazón la vibración del corazón de la humanidad, de las personas concretas que le rodean.

Pues de no ser así tendríamos que dar la razón al monje Tomás Merton:

“Sin una comprensión humana más profunda proveniente de la exploración del íntimo fundamento de la existencia humana, el amor se hace superficial y decepcionante” (Acción y contemplación, p.87)

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