Leyendas monásticas (II)

"En tiempos de Ramón Berenguer IV, la reconquista de Cataluña estaba prácticamente ultimada, aunque restaba todavía un lugar montañoso de difícil acceso, en poder de los sarracenos: Ciurana. Las incursiones de los dos bandos eran continuas, pero nadie quería establecerse en una tierra tan insegura, con la excepción de un ermitaño llamado Poblet, hijo de Ollés, que buscando la paz y vida espiritual se estableció haciendo frente a los peligros que suponía.

Cuenta la leyenda que por tres veces fue puesto en prisión por el caudillo sarraceno, y las tres veces se escapó milagrosamente, hasta que Almira Almoninis comprendió que debía dejarle libre, ya que solo quería vivir en soledad y con la compañía de Dios.

Así es como se estableció en la pequeña ermita de Lardeta, espacio donde luego sería fundado Poblet, y pronto se le sumaron dos ermitaños más: Ramón y Bernardo.

Dice la leyenda, que durante el verano, el día de la Madre de Dios de Agosto y otros sábados se contemplaba en la lluvia de estrellas que tenían lugar por estas fechas, que tres luces de estrellas caían a tierra, de manera repetida en los mismos tres puntos, lo que consideraron como una llamada a hacer tres oratorios.

Conocido el hecho por el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, interpretando el designio divino mandó construir en el mismo lugar tres oratorios: la Capilla de san Esteban, la Iglesia de santa María de Poblet y la Capilla de santa Catalina.

Al Conde le pesó más la historia de los ermitaños y las luces, y ve en el hecho un designio divino que le lleva a fundar Poblet. No necesitó ver para creer en el designio divino”.

Esta es la leyenda que, apasionadamente, cuenta el guía Sr. David, juntamente con algunas otras leyendas más, a grupos reducidos interesados en escuchar estos relatos, que habitualmente permanecen desconocidos, pero que resultan siempre interesantes porque nos transportan a otros tiempos con los cuales esta conectada la realidad del tiempo que vivimos hoy.

Porque del “claroscuro” de esta leyenda nos venimos a encontrar con la esplendente arquitectura de Poblet, y uno piensa que si hay una conexión material en el espacio y en el tiempo entre la leyenda y la realidad, también pueden permanecer la actualidad de unos valores humanos y espirituales.

¿Acaso no muestra un respeto el caudillo Almira por la fidelidad del ermitaño en llevar adelante su camino, que vive como un profundo amor a la soledad, y que le permite la búsqueda de Aquel que da sentido a toda vida humana?
Esa fidelidad del ermitaño no solamente causa admiración en el caudillo sarraceno, sino que despierta la vocación a vivir la misma vida en otros dos ermitaños. La fuerza del testimonio es siempre impresionante. Quizás hoy, más que nunca.

Ramón Berenguer descubre en el testimonio del ermitaño un designio divino. No cabe duda que hoy, en nuestros tiempos se dan, en nuestra sociedad, testimonios impresionantes de vida, de vida profundamente humana, y de vida espiritual. Pero a mí me surge la duda de si permanece entre nosotros la mirada, sencilla y profunda a la vez, de Ramón Berenguer. Es posible que el ritmo de la existencia del hombre moderno tenga serios impedimentos para ver en profundidad la vida, que tenga también serios impedimentos para ejercitar su imaginación, lo cual siempre empobrece nuestra capacidad de soñar.

Nuestra sociedad es la sociedad de la distracción. La sociedad que aparta la atención de aquello a que se aplica o debería aplicarse para llevarlo a otras ocupaciones o sueños… que al final llevan a la frustración del aburrimiento.

Sucede que con los días va siendo una triste realidad lo que escribió hace ya unos años el teólogo Olegario Gonzalez de Cardedal en su libro “El poder y la conciencia”:

Todo ha sobrepasado al hombre y el hombre ha sido trascendido por todo. Los poderes anónimos son los soberanos últimos de la vida humana. Poderes anónimos que ni siquiera quienes los ejercen tienen capacidad para personalizarlos y determinarlos desde sí mismos… Casi todo es poder y casi nada aquella autoridad que crea y acrece. Casi todo es temor y casi nada es confianza interpersonal. En todos los sueños crece la hierba del recelo y se agosta la flor de la certidumbre. Un poder sin atender a las necesidades humana perennes no cobra autoridad para quienes lo ejercen. El hombre se vuelve a sentir perdido y abandonado cada vez, en la medida en que la dominación técnica es mayor y el poder político llega a más áreas de la realidad…

Asomarse a este mundo de las leyendas puede ser un momento singular de belleza vivida, de recuperar un poco la capacidad de soñar, o por menos el dibujo de una sonrisa en tu espacio interior. Todo esto es posible en Poblet
Volver arriba