Tiempo de preparar la Pascua

Danos, Señor, acucia tormentosa de quererte; un anhelo entre combates del Enemigo, que jamás se rinde de cercarnos. Suele confiado el hombre dormirse en el amor, pero en el ansia de amor no cabe sueño… (M. de Unamuno)

Empezamos el tiempo litúrgico de Cuaresma, que viene a ser la sagrada Primavera de la Iglesia. Cuarenta días para preparar la fiesta de Pascua.

La Pascua es el “paso” de la muerte a la vida. La Pascua es la victoria del amor que se entrega. Es proclamar que el amor es más fuerte que la muerte; pero esto es una realidad solamente cuando se cumplen en nuestra vida las palabras del Papa Benedicto XVI:

“Sólo cuando alguien valora el amor por encima de la vida, a saber, sólo cuando alguien está dispuesto a someter la vida al amor, por el amor del amor, puede el amor ser más fuerte que la muerte y mayor que la muerte”.

No cabe sueño en el ansia de amar, por ello la Cuaresma es un tiempo para despertar, para profundizar en el nivel de nuestra conciencia y reflexionar acerca de la condición y de la calidad de nuestro amor que tiene siempre como referencia a Aquel que nos amó hasta el extremo, en su pasar haciendo el bien, sometiendo, verdaderamente su vida al amor.

El amor requiere no ser destruido. Amar a alguien es decirle: “Tú no morirás”. El amor requiere eternidad; en esta línea se manifiestan quienes se aman, pero nos encontramos con la paradoja de que nuestro amor está inmerso en el mundo de la muerte. Será la fe en la Resurrección de Jesucristo la que nos revelará la mayor fuerza del amor ante la muerte.

La Cuaresma no solamente debe ser un tiempo de reflexión sobre la calidad de nuestro amor, sino que simultáneamente debe ser un tiempo especial de ejercitar nuestro amor, de pasar haciendo el bien, de vivir el ejercicio del perdón.

Escribe san León Magno: Si consideramos todo aquello que el mundo ha recibido mediante la cruz del Señor, consideraremos que es justo que, para celebrar la fiesta de Pascua nos preparemos con un ayuno de 40 días, `para poder participar dignamente en los misterios divinos…. (Sermón 48)

El mismo san León abunda en este punto en otro de sus sermones (Sermón 6 sobre la Cuaresma): “En estos días hay que poner especial solicitud y devoción en cumplir aquellas cosas que los cristianos deben realizar en todo tiempo… No hay cosa más útil que unir los ayunos santos y razonables con la limosna, que, bajo la denominación de misericordia contiene muchas y laudables acciones de piedad, de modo que, aún cuando en medio de situaciones de fortuna desiguales, puedan ser iguales las disposiciones de ánimo de todos los fieles… Por que el amor que debemos tanto a Dios como a los hombres, no se ve nunca impedido hasta el punto que no pueda querer lo que es bueno”.

No debemos dormirnos en el ejercicio del amor, pero todavía más: debemos crecer en el ansia de amor, pues el amor da sentido a la vida de la persona, y hoy nos encontramos con muchos que han perdido el sentido del amor, como nos recuerda Ramón Llull en su obra, el Libro del Amigo y del Amado:

“El Amigo halló a un hombre que moría sin amor. Y el Amigo lloró por la ofensa que esta muerte hacía a su Amado. Dijo al moribundo: -¿Por qué mueres sin amor? El hombre respondió: -Porque yo jamás he hallado a nadie que me enseñara la doctrina del amor, porque nadie ha nutrido mi espíritu para hacer de mí un enamorado. Y el Amigo dijo suspirando y llorando: ¡”Oh devoción!, cuando será lo bastante amplia para echar fuera el pecado, y para dar a mi Amado una legión de fervientes y valientes enamorados para cantar por siempre sus perfecciones"
. (nº 209)
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