Doctores tiene la Iglesia...


Hay que ver la cantidad de pequeños sacerdotes que tienen estudios superiores de licenciaturas, doctorados, masters, estudios de especialización profesional, etc, y que están absolutamente infravalorados e infrautilizados en su servicio de Dios y de la Iglesia...

Muchos pequeños sacerdotes, por no decir casi todos, son "esclavos de los sacramentos" en este modelo pastoral de "sacramentalismo sociológico" en el que estamos y del que sufrimos las consecuencias (cada vez menos gente celebrando los sacramentos en fe y conversión, cada vez menos sacerdotes y menos vocaciones, impersonalidad e individualismo en nuestras celebraciones, con cada vez menos gente, por cierto, etc.). Muchos pequeños sacerdotes, esclavizados en este ritualismo, pudieran dar enormes frutos pastorales y de evangelización si se les encomendaran trabajos apostólicos y de evangelización muchísimo más fructíferos, para Dios, para la Iglesia y además para ellos mismos...

Me encontré el otro día con un pequeño sacerdote enviado como capellán en la pastoral de los enfermos de un gran hospital, doctorado en psicología y consejería de parejas, al que de facto habían reducido a mero, con perdón, "repartidor de unciones". El pequeño sacerdote está rodeado de buena gente, laicos, incluso no católicos, que, según tienen organizado el sistema, pueden hacer, y de hecho hacen, "todo lo demás", incluso el acompañamiento espiritual de los enfermos. El pequeño sacerdote no tiene ni un lugar digno propio desde el que organizar su ministerio. Y es que en realidad, tal como está, ni hace falta, porque efectivamente el maravilloso ministerio de atención pastoral de los enfermos ha quedado reducido al papel de mero "repartidor de unciones". Eso sí, cuando un enfermo requiere a medianoche asistencia espiritual o de cualquier tipo, será solamente el pequeño sacerdote el único que se levante a medianoche y solo. Ni laicos ni diáconos le acompañarán. Este pequeño sacerdote se había especializado, como digo, en psicología con un doctorado en terapia de parejas y un master. ¿Cómo podemos calificar su situación? ¿Obediente? ¿Impotente? ¿Humillante? (y esto que digo de este pequeño sacerdote capellán de hospital es la situación normal para cualquier pequeño sacerdote encargado de la pastoral sanitaria...).

En la pastoral rural, por ejemplo, pasa otro tanto. Me encontré hace tiempo con un pequeño sacerdote doctorado en ciencias físicas, al que habían asignado pastoralmente un puñado de pueblos, para atender a un puñadito de personas en cada parroquia de cada pueblo. El desgaste físico, psíquico y espiritual para este pequeño sacerdote es, como uno se puede imaginar, tremendo, con unos frutos pastorales que también nos imaginamos, habida cuenta del envejecimiento generalizado de la población rural… Y esta situación se repite por todas partes...

Y yo me pregunto: ¿Es que no encontramos ministerios sacerdotales y trabajos apostólicos, en esta era de las telecomunicaciones y de la sociedad de la información, en los que se pudieran aprovechar tantos talentos dentro de la Iglesia, y en especial dentro del magnífico equipo de sacerdotes, que ya quisiera cualquier organización, cualquier empresa, cualquier ejército, cualquier partido político, cualquier sindicato, cualquier secta..., y que están siendo infrautilizados, por no decir anulados, en trabajos condenados prácticamente a la esterilidad?

Utilicemos los medios de comunicación para proclamar el Evangelio, como el Señor nos dijo, y pongamos al frente de sus programas a sacerdotes bien formados intelectualmente, que hablen de espiritualidad y teología, de psicología, de parejas, cultura, filosofía, arte... y en general de todas las cosas que preocupan realmente a los hombres (no sólo de rogativas y de cómo vestir santos... ). Que saquen a los sacerdotes, muchos de ellos, como digo, graduados y doctorados con alta cualificación, de los nichos pastorales en los que se encuentran, y pongámoslos como observadores de la Iglesia en todas las organizaciones mundiales políticas, culturales, sociales y de cualquier tipo, para que hagan presente a la Iglesia en el mundo (nos quejamos de que otros grupos de presión están tomando las instituciones, cuando la realidad es que les estamos dejando el camino libre). Que les dejen predicar aquí o allá, en estadios, en plazas, en ciudades, en los ágoras de nuestro tiempo… ¡y déjenles que se luzcan! ¡Los pequeños sacerdotes necesitan lucirse! (para gloria de Dios y bien de la iglesia, claro está).

Claro, para eso necesitamos formar a nuestros sacerdotes apropiadamente y prepararlos para afrontar los retos del siglo XXI, y no sólo para "vestirse trapitos" y hacer "rogativas a los santos". Recuerdo que cuando propuse ampliar el curriculum de los estudios de filosofía de los seminaristas con la asignatura de "Introducción a la Economía", me preguntaron asombrados, tanto seminaristas como clérigos, casi alucinando, que para qué quería Economía en los estudios al sacerdocio. Y recuerdo que les respondí, salido del alma: "Para saber de qué se habla...". ¿Cómo vamos a hacer doctrina social si no tenemos ni idea, ni por asomo, de los principios de la economía? ¿Cómo podemos hacer doctrina moral y hablar de espiritualidad en el siglo XXI, sin conocer los principios de las neurociencias y de la neuropsicología?

En fin, como decía el padre Astete en su Catecismo:

-Además del Credo y los Artículos, creéis otras cosas?
-Sí, padre, todo lo que cree y enseña la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
-¿Qué cosas son esas?
-Eso no me lo pregunte a mí que soy ignorante. Doctores tiene la Iglesia que os sabrán responder...

Pues eso. Doctores tenemos. Utilicémoslos como Dios manda.
Volver arriba