Eclipse total


El otro día quise hacer un estudio doméstico de campo, y decidí comparar dos canales de televisión que emiten su programación religiosa/cristiana al mismo tiempo, uno de carácter evangélico y el otro ortodoxo católico. Quise hacer un análisis comparativo sencillo, y decidí contar el número de veces que se pronuncia por hora la palabra “Jesús “ en cada uno de los canales.

Los resultados fueron muy reveladores. El canal evangélico pronuncia la palabra "Jesús" (y sus relativas: Cristo, Salvador, Redentor, Rey de reyes, Señor de señores, Mesías, Emmanuel, etc.) unas 200 veces por hora (de forma directa o muy directa). El canal ortodoxo católico pronuncia la palabra "Jesús" (y sus relativas) una o ninguna, y la vez que lo hace, lo hace de forma indirecta y circunstancial, como una referencia teórica lejana, coyunturalmente necesaria para confirmar el resto del mensaje, que es con mucho lo más importante...

De esta forma, vemos cómo en el canal evangélico están continuamente hablando/anunciando a Jesús, y no como ente teológico que sirve para apoyar otra argumentación, sino como Persona que está dispuesta a actuar inmediatamente en favor de su pueblo, si existe la fe, y además en todos los órdenes de la vida, no sólo en el "religioso", sino en el de la salud, finanzas, etc, porque la vida humana es la que es, con todas sus circunstancias, que Jesús, por cierto, asumió para sí en la Encarnación. Las misiones "evangelísticas" que nuestros hermanos evangélicos realizan son patente y abiertamente y sin tapujos "en el Nombre de Jesús", y no son simplemente filantrópicas o asistenciales o de beneficencia anónima.

El canal ortodoxo católico, en cambio, consume su tiempo en "colocar" moralismos, dogmatismos, filantropismos, ritualismos, rezos y plegarias privadas, devocionarios, hagiografías intencionales y similares. Pero la palabra “Jesús” (y sus relativas), con una intencionalidad directa y no simplemente teológico-argumental justificativa de otro mensaje más importante, casi nunca se pronuncia...

¿Cuál es la razón de fondo de que esto suceda? ¿Por qué en el canal católico casi no se pronuncia el Nombre de Jesús y por tanto no se habla de Jesús (de forma directa y no como justificación de otro argumento teológico o moralista)? ¿Cuál es la razón de fondo? La respuesta que descubrí me causó tristeza y frustración. El común denominador de fondo de todos los "mensajes" (no “anuncio”, sino “mensajes”) que se emiten en el canal católico es la institución eclesiástica. Al final, todos los caminos conducen a Roma, y todos los mensajes conducen a la institución eclesiástica, que dedica el tiempo (y el dinero), ciento por ciento, directa o indirectamente, a anunciarse a sí misma. La institución eclesiástica es autorreferencial. Eclipse total de Dios.

¿Qué ocurriría si en vez de esto se anunciara verdaderamente a Jesús (en vez de a la institución eclesiástica) y se proclamara el Nombre de Jesús en el canal católico? Pues sencillamente la gente tendría la sensación de que podría dirigirse "directamente" al Señor, que podemos tener un encuentro "directo", personal, íntimo con él, "sin pasar por ningún aro". La institución eclesiástica (en la situación actual en que ha cristalizado con el devenir de los siglos, por eso hablo siempre de una necesaria "conversión institucional") podría perder su razón de ser y pasar a ser "prescindible". La gente tendría la impresión de que se puede acercar a Dios "directa" y perfectamente (Fe vs. Religión, distinción que tanto gusta a los evangélicos, por cierto). En los ritos, moralismos, dogmatismos y demás "añadidos" que intentamos colocar obsesivamente y en todo momento ("en vez de" anunciar al Señor), la gente de hoy no ve a Dios ni nada que se le parezca (y que conste que a mi juicio, el Magisterio más genuino de la Iglesia, no hablo de institución eclesiástica, es la obra más sublime que el espíritu humano haya podido "crear", animado por la Fe, empezando por la doctrina de la sacramentalidad de la Iglesia, y no hablo de institución eclesiástica). La institución eclesiástica, por su obsesión de protagonismo y de "monopolio de eclesialidad", ha hecho que se pierda el sentido de "Iglesia como lugar de encuentro" con/en el Señor, para parecer "intermediaria" (y por tanto obstáculo) entre Dios y el hombre.

De esta forma, en la situación actual, la institución eclesiástica fácilmente considera que todo lo que se dirige al Señor, indirectamente se le quita a ella.Todo acercamiento al Señor tiene que pasar, de esta forma, antes por el tamiz moralista, dogmático, ritualista, sacramentalista, pastoralista, parroquialista, de la institución eclesiástica. Y la gente tiene la percepción de que se le impide el acceso espiritual "directo" al Señor. Y van a buscarlo a otra parte.

Y ese es el juego en el que todos estamos inmersos: El autorreferencialismo de la institución eclesiástica. Todos estamos orientados, querámoslo o no, (incluso cuando hablamos de "evangelización" o "nueva evangelización"), al sostenimiento de la institución eclesiástica. A esto están consagrados todos los sacerdotes, en especial los pequeños sacerdotes, focalizados en sujetar los muros y tapar los huecos de la institución eclesiástica y no en evangelizar. No pueden hacerlo aunque quieran. Y no estoy hablando de decadencia ni de fe, ni de espiritualidad, que están cada día más en auge. Y como no "queremos" saciar esa sed espiritual que la gente tiene (y tendrá siempre), sino que estamos enfocados únicamente en colocar nuestro "mensaje autojustificativo y autorreferencial", el hombre de hoy se va a saciarla a otras fuentes (meditativas, budistas, mindfulness, etc.).

Para que el eclipse desaparezca se hace necesario, pues, reconociendo la sacramentalidad de la Iglesia (no hablo de institución eclesiástica), que la gente de hoy tenga la percepción de que la Iglesia (no hablo de institución eclesiástica) es verdaderamente (despojada de obsesiones autorreferencialistas) "lugar de encuentro" con el Señor, procurando el acceso del hombre a Dios y facilitando el encuentro con el Señor, que es lo que la gente y el Señor quieren. Para ello se hace necesaria una "conversión institucional", pasar de una institución (cohercitiva) hipostática intermediaria de poder eclesiástico autorreferencial, a una autoridad eclesial al servicio de todos, anunciadora de Dios (y no de sí misma) ---"Es necesario que El crezca, y que yo disminuya..."--- y "lugar de encuentro" libre, pleno, y genuino del hombre con Dios.

Esta es, a mi juicio, la única forma de que el eclipse total de Dios que padecemos (desde hace siglos) desaparezca, la gente de hoy tenga acceso al Señor en la Iglesia-lugar de encuentro con Dios y vuelva a brillar, así, en el corazón de los hombres, en todo su esplendor, "el Sol de justicia que trae la Salvación en sus rayos...".
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