¡Hágase la luz!


Me ha parecido muy interesante el artículo de Rufo González “El silencio de los obispos sobre el celibato”, no tanto por la intención de fondo del artículo de seguir “suplicando” la aceptación por parte de la institución eclesiástica del casamiento para los sacerdotes (o de lo que sea), sino por la información que se revela en él.

En el artículo se señala la idea de que “es lamentable que los dirigentes hayan venido exigiendo, para concederles la llamada reducción al estado laical, que reconozcan su inmadurez personal, desequilibrio psíquico, pérdida de fe, degradación moral, etc.”...

Es bueno que salgan a la luz estas cosas, de las que el pueblo de Dios no tiene ni la más remota idea, que han estado ocurriendo durante siglos (y aún peores) y con consecuencias muy graves para los afectados, y que pasan todavía totalmente desapercibidas para el pueblo de Dios.

Con respecto a la información revelada en el artículo, esto es, el hecho de que los sacerdotes tienen que confirmar su “degradación moral o mental” para que se les atienda favorablemente la “súplica” (ya hablaremos de eso en otro articulo) de ser “reducidos” (típico eufemismo clerical, "diciendo pero que no se note") al estado laical, es absolutamente lamentable que puedan ocurrir situaciones como ésta. Es sencillamente un linchamiento moral y es, como digo, totalmente inaceptable, habida cuenta de las situaciones que se dan dentro de la institución eclesiástica, y que “todos” por otra parte conocen/propician. Y como es natural (no sobrenatural, evidentemente) siempre pagan los más débiles, como en este caso son los sacerdotes, y en especial los pequeños sacerdotes, indefensos e inermes.

Pero es bueno, digo, que vayan saliendo todas estas cosas a la luz, porque el pueblo de Dios, que vive en el limbo, tiene derecho a conocer todo lo que se cuece “dentro” de la institución eclesiástica ("terra ignota" para ellos pero con todavía connotaciones paradisíacas, por desconocimiento absoluto), para poner luz sobre todos los temas, clarificación que va a servir para comprender la actual situación de toda la Iglesia, la ausencia de vocaciones, etc.

Tomando como referencia el “modelo chileno” de reacción y respuesta ante comportamientos lamentables, me atrevería a decir que esa onda “de exigencia y de pago” por los daños causados, se va a ir (se tiene que ir) extendiendo a toda la Iglesia y en todos los ámbitos en los que se necesita cierta “clarificación externa”.

En ese sentido, el pueblo de Dios tiene derecho a conocer las verdaderas razones de por qué unos 100,000 sacerdotes han tenido que dejar el ministerio desde los años 70 hasta el día de hoy. Los laicos creyentes libres (no digo los laicos piadosillos neuróticamente jerárquizados, o los laicos ya clericalizados, ambos grupos absolutamente inservibles para cualquier discernimiento claro de la realidad) tienen que exigir una respuesta convincente, en este y en todos los temas, y actuar con equivalente “disponibilidad y claridad” a la exhibida en el caso chileno.

Se necesitan ¨luz y taquígrafos¨ en todos los ámbitos de la Iglesia. Si partimos del hecho de que todo grupo “se deteriora” con el tiempo, podemos imaginarnos todo lo demás...

¡Es hora de poner luz (externa)! La luz nos ayudará a conocer la Verdad y la Verdad nos hará Libres, que es el punto de partida...

¡Hágase la luz!.

(Para los siguientes posts dejo el tema de mi opinión acerca de esa “súplica” o “mendicación” a la institución eclesiástica del tema del celibato o de cualquier otro tema).
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