Teilhard de Chardin


Parece posible que el papa Francisco pueda rehabilitar intelectualmente a Teilhard de Chardin, como dice la información de RD, “injustamente castigado por haberse adelantado a su tiempo“, después de que el Pontificio Consejo de la Cultura votara para pedir al Pontífice que se levante la sanción a Teilhard de Chardin, paleontólogo y filósofo jesuita, impuesta por el santo oficio en 1962.

Nada más y nada menos que en 1962 (históricamente hablando hace cuatro días) se impuso la sanción del santo oficio al intelectual y jesuita Teilhard de Chardin. Esto es, desde hace más de 700 años, se ha estado persiguiendo a todo aquel que se ha atrevido a pensar por sí mismo más allá de los estrechísimos márgenes intelectuales eclesiásticos, que quedaron detenidos en los felicísimos tiempos medievales de la escolástica. Pero la realidad es muy otra. Ni el sol, ni la historia, ni la cultura, ni el pensamiento de la humanidad se han detenido desde entonces ni se detendrán jamás, hasta el final de los tiempos, si Dios no lo remedia. Los tiempos medievales han pasado. El conocimiento humano es esencialmente creciente cualitativa y cuantitativamente, superando radicalmente cada etapa a la etapa anterior. No lo podemos evitar. No nos podemos estancar. O seguimos pensando, indagando, creando, inventando, esto es, participando del poder creador del Señor, o directamente nos convertimos en pieza de museo o en estatuas de sal.

El problema se agravó cuando la institución eclesiástica idolatró el tomismo y el pensamiento de Santo Tomás, sublime por otra parte, y creó en base a él el pensamiento eclesiástico, que se ha querido imponer sobre todas las cosas, incluso sobre evidencias físicas. El pensamiento eclesiástico pasó a ser un yugo intelectual impuesto al resto de la Iglesia y al mundo entero, desde entonces hasta el día de hoy. La institución eclesiástica no se conformó con que, por ejemplo, el tomismo y el pensamiento de Santo Tomás fueran un referente amplio y flexible, adaptable a las nuevas realidades del conocimiento humano, que pudiera ser, así, incorporado, en sus elementos válidos, en desarrollos intelectuales posteriores. Por el contrario, quiso que todas las nuevas perspectivas y creaciones del pensamiento y del conocimiento humanos, cualitativa y cuantitativamente superiores a las anteriores, pasaran por el estrechísimo aro del pensamiento eclesiástico fundamentalmente medieval escolástico (“adaequatio rei et intellectus”). Esto es una pretensión absolutamente utópica y ucrónica, además de ser intelectualmente ingenua.

Y como consecuencia de esta rigidez del pensamiento eclesiástico, necrosada con el paso de los siglos (¨enroque hipostático¨) no han podido surgir filósofos desde entonces (¡no se ha permitido!), filósofos como incluso el mismo Santo Tomás, quién incorporó el pensamiento del pagano Aristóteles, que pudieran incorporar a la fe los increíbles descubrimientos intelectuales, científicos y culturales, y de todo tipo, que inevitablemente se han ido dando a lo largo de la historia y se darán siempre. Lo más que se ha intentado hacer, y es lo que se continúa haciendo en las universidades eclesiásticas de todo el mundo, es darle la enésima vuelta de tuerca al tomismo, con el vano intento de hacerlo aceptable para el pensamiento actual... ¡con 700 años de distancia! Y como no se puede, las universidades eclesiásticas de todo el mundo se orientan ahora “a la inclusión" y "a la caridad"... confesión indirecta de impotencia intelectual ante los retos de las ciencias y del pensamiento contemporáneos...

Está claro que las creencias fundamentales de la Iglesia (no hablo de institución eclesiástica) permanecen firmes en el tiempo, porque el Señor permanece firme, y la Iglesia (no hablo de institución eclesiástica) permanece firme sobre la Roca, que es Cristo. Pero si se hace una interpretación “estrecha” y “rígida” de lo que pudieran ser verdades fundamentales “eternas e inmutables”, resulta que inevitablemente estamos poniendo un yugo, digamos medieval, al pensamiento y a la creatividad humanas posteriores, que, por esencia, son de crecimiento cualitativa y cuantitativamente más amplio. Pretender parar el tiempo intelectual de la Iglesia, por culpa de la institución eclesiástica, y de su rigidez intelectual anquilosada en esquemas arcaicos escolastizantes es como pretender parar la Física Cuántica y la Relatividad General con la física newtoniana, perfectamente válida para explicar la aceleración de la manzana que cae del árbol ("adaequatio rei et intellectus"), pero no para explicar por qué, por ejemplo, la energía del estado fundamental del vacío no hace que haya una constante cosmológica grande, o desde la Teoría unificada de las interacciones responder al interrogante de si es posible o no construir una Teoría Gauge válida a altas energías, tal que a bajas energías equivalga al resto de teorías gauge (modelo electrodébil, cromodinámica cuántica)...

El mundo es imparable, y el conocimiento humano y su comprensión de las cosas, también, y por tanto urge por nuestra parte, por parte de todos los creyentes, una comprensión intelectual de las realidades humanas, sociales, divinas y en todas las áreas, iluminada por la fe. Y la institución eclesiástica no puede ser un obstáculo para esa toma de conciencia en fe actual, comprensión positiva, redimida, sin miedo, llena de esperanza y abierta al futuro, porque el Señor es el Señor del futuro. Mientras sigamos anclados en el pasado y no en el futuro, no podremos avanzar. Si el modernismo es pecado, el inmovilismo, también.

Se dice que el pensamiento de Teilhard de Chardin tenía “algunos errores“.¡Benditos errores los del niño pequeño que, aprendiendo a caminar, da sus primeros pasos, muchos de ellos “erróneos”, pero que con el tiempo le capacitan para aprender finalmente a andar, a correr, a saltar y a danzar con total seguridad y confianza. Una verdadera madre refuerza, con unos reforzadores positivos increíbles, basados en el amor de madre, a su hijo que da sus primeros y frágiles pasos, aunque cometa “errores”, tropiece y se caiga alguna vez. Ahí estará su madre para levantarlo de nuevo... ¿Ha ocurrido esto con la institución eclesiástica? ¿Ha habido esos reforzadores de confianza y amor para aquellos que se atrevieron a pensar y a cometer “errores” más allá de lo “eclesiásticamente establecido”?

Parece ser que Teilhard de Chardin va a ser rehabilitado intelectualmente... ¡Ojalá se permitan muchos nuevos Teilhard de Chardin que, cometiendo “errores” en su pensamiento, nos ayuden a todos a avanzar intelectualmente hacia el futuro, como Pueblo de Dios creyente en las promesas del Señor, hacia la meta final que es Cristo, el cual sí nos revelará, sin sombra de “error”, todas las cosas...
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