"Think tanks" en la Iglesia


Estamos en un mundo competitivo. En las sociedades democráticas hay multitud de partidos políticos, opiniones, creencias y posicionamientos de todo tipo. También en el ámbito científico, las tesis/antítesis, por emplear terminología dialéctica, se suceden continuamente, en orden al progreso intelectual y científico de la sociedad. Hay multitud de cátedras, grupos económicos, intelectuales y de todo tipo, que están influenciando y presionando, cada uno en su dirección, a la sociedad. Ante tanta pluralidad de ideas, de opiniones, y de puntos de vista, fundados e infundados, la gente está buscando personas, intelectuales, instituciones y organizaciones, en los que confiar por la seriedad de sus puntos de vista...

En este contexto social y político está inmersa la Iglesia, pero no hemos encontrado aún nuestro sitio, más allá del ámbito estrictamente religioso, desde el cual ejercer nuestro papel de guía y de consejo. Estamos muy perdidos. Nuestras intervenciones públicas son inexistentes y cuando existen dan un poco de pena. En este aspecto, y en algunos otros, tenemos que ponernos las pilas.

A mi me asombra la capacidad que tienen los hombres en el mundo de organizarse según sus intereses y posicionamientos, para hacer más efectivo su trabajo y poder llegar así a más gente. Y me asombra la poca capacidad que tenemos nosotros de tener y expresar en los medios de comunicación posiciones fundadas técnicamente, interesantes para la gente y defendibles con argumentos sólidos. A veces vemos al Papa intervenir en asuntos económicos, sociales, ecológicos, o de cualquier orden, asuntos complejos y delicados, y lo vemos absolutamente solo, teniendo que tomar posición y responder adecuadamente a estos asuntos, no estrictamente religiosos, sin ningún tipo de apoyo ni de laicos ni de eclesiásticos. Y no me refiero a la ¨clac¨ que le aplaude y le hace la ola (con más o menos entusiasmo) a posteriori. Me refiero a intelectuales, pensadores e investigadores, laicos y eclesiásticos, que ayuden al Papa ¡a priori! a tener una visión más completa de los asuntos, técnicamente sustentada, para poder tomar posicion doctrinal y marcar la pauta intelectual a los demás creyentes y a todos aquellos que quieren escuchar. Si se quiere una visión más espiritual, estos intelectuales nos ayudarían a tomar una conciencia más plena de los "signos de los tiempos" y poder discernir cuál pudiera ser la voluntad de Dios para el mundo en cada momento y en cada asunto.

¿Tan difícil es que el Papa tuviera un equipo de asesores de reconocido prestigio, y visibles públicamente, esto es, que se les conozca, en cada área de conocimiento, que estuvieran continuamente trabajando e investigando, ayudando al Papa y a la Iglesia a tener una conciencia más clara de la situación en cada área, a modo de ¨think tanks¨ del Papa y de la Iglesia? ¿Tan difícil es que nuestros obispos tuvieran lo mismo en cada una de sus diócesis?

Se habla mucho del papel de los laicos en la Iglesia, y sólo se piensa en cómo meterlos en la sacristías para competir en potestades litúrgicas y canónicas con los clérigos (¡otra fuente de conflictos para la Iglesia!) y nos olvidamos del increíble papel que, por ejemplo, los laicos intelectuales podrían tener apoyando al Papa y a la Iglesia, con su conocimiento y capacidad, para que nuestras intervenciones públicas en los asuntos que afectan al mundo, estuvieran doctrinal y también técnicamente fundamentadas. Me refiero, claro está, a personalidades de reconocido prestigio, no a cualquier ¨campeón¨ del ¨compromiso social¨ pero con la cabeza vacía, o a cualquier "ïntelectual democristiano¨ de los que quieren estar en la arena del circo y en las gradas aplaudiendo al mismo tiempo. Me refiero a personalidades reconocidas, serias e intelectualmente solventes, que no se tienen por qué destacar por sus manifestaciones de piedad pública, sino por sus conocimientos y capacidad intelectual. Ya sabemos el criterio de Santa Teresa a la hora de elegir el adecuado director espiritual: ¨Entre un director sabio y bueno, y otro que sea santo pero ignorante, se ha de dar preferencia al primero, porque el ignorante puede hacer sufrir mucho a las almas...¨. Necesitamos personalidades públicas intelectualmente potentes y buenas personas, más que los públicamente "piadosillos" (¡van a salir muchos "voluntarios"!) incapaces de razonar con un minimo de solvencia y soporte intelectual.

Daríamos la impresión, así, de que estamos verdaderamente interesados por los problemas del mundo y por sus causas reales, y sobre todo por las posibles soluciones, también, a nivel general, técnicamente fundadas, yendo, así, más allá del ¨buenismo¨ o del pensamiento utópico, en el que solemos caer, esto es, ¨muy buenas intenciones pero muy malas mediaciones¨, como se criticaba a la Teología Política, tan de moda hace 30 años. Igualmente, la fe y la ciencia irían de la mano y en el mismo sentido, y tendríamos además más repercusión social en nuestras intervenciones públicas.

Para reconocer los "signos de los tiempos" hay que utilizar la cabeza. En este mundo moderno y complejo, toca utilizar la cabeza, personal e institucionalmente, con todas las consecuencias.
Volver arriba