Con clara e informada conciencia y en paz con Dios, miembros de pleno derecho de la Iglesia

Católicos por el avivamiento: Andrés A. Fernández
24 ene 2017 - 06:58

El párrafo decisivo del capítulo VIII de la reciente exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia del papa Francisco, acerca de la pastoral de matrimonios y parejas, reza así:

¨Si, como resultado del proceso de discernimiento, emprendido con ‘humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta" (AL 300), una persona separada o divorciada que vive en una relación consigue con clara e informada conciencia, reconocer y creer que ella o él están en paz con Dios, ella o él no pueden ser impedidos de participar de los sacramentos de la reconciliación o eucaristía (cf. AL, notas 336 y 351).

El interés de esta afirmación no se circunscribe solamente a la pastoral de matrimonios y de parejas en el tiempo presente. Tiene un alcance aún mayor.

Démosle un sentido más general:

¨Si, como resultado del proceso de discernimiento... una persona... consigue con clara e informada conciencia, reconocer y creer que [está] en paz con Dios, no [puede] ser [impedida] de [pertenecer a la Iglesia] (¿no es la recepcion de los sacramentos la manifestación pública sacramental de la pertenencia a la Iglesia?)¨.

El interés de esta afirmación básica radica en que con ella se abre la puerta para poder vivir de otra forma ¨la Religión¨. De una ¨religión ïmpuesta¨, a vivir la "religión como yo creo en conciencia y en paz con Dios", sin imposiciones externas morales, canónicas o punitivas de ningún tipo. Esto es, se impone vivir la religión "en conciencia", "en libertad", "en espíritu y verdad", "en paz con Dios...". Es el respeto, en fin, a la conciencia personal, la "conciencia cierta" de la que tanto se habla "por lo bajinis" en las clases de moral fundamental, y que parece que ahora nos toca promoverla y apoyarla con todas las consecuencias... ¿Estamos preparados para ello?

Se abre también la puerta, así, para poder caminar y hacer realidad la "unidad en la diversidad" de todas las confesiones cristianas, y todos viviendo ¨en conciencia y en paz con Dios¨, unidad, por cierto, que ya está en proceso y además es deseada por todos. Nos jugamos la supervivencia, y el "miedo" a la desaparición (ïnstinto de supervivencia¨) es un factor unitivo muy poderoso, que facilitará el despejar el camino hacia la ¨unidad en la diversidad de todos¨. Cuando la supervivencia está en entredicho, los matices teológicos pasan a un muy segundo término. Se resalta mucho más, y queda más patentemente en evidencia, todo lo que nos une, que es mucho y además santo: Jesucristo.

Esto tendrá fuertes consecuencias que afectarán profundamente a la forma en que hemos entendido y vivido ¨el hecho religioso¨ durante los últimos 1500 años. Afectará a la institución eclesiástica y a su papel en el ¨mundo religioso¨ (o desaparecerá definitivamente, o pasarán de ser meros "controladores" a ser activos y necesarios "motivadores" de la fe). Afectará igualmente al ministerio sacerdotal y a su nueva configuración y sobre todo a su nuevo desarrollo ministerial (¿desaparecerá el ¨sacerdocio ordenado¨ para dar paso a un único ¨sacerdocio común bautismal¨ o desembocará en un nuevo ¨sacerdocio de realización¨ y no ¨de frustración¨?). Afectará igualmente al sentido de la "Ortodoxia" (o desaparecerrá y pasará todo a ser "opinable", o pasará de ser "aquello que nos separa de los otros", a ser "aquello que nos une y nos abre a los otros"), etc.

Vivir la fe en conciencia y en paz con Dios... Vivir un nuevo ministerio sacerdotal de realización en conciencia, paz con Dios y amor, entrega y servicio al Pueblo de Dios...

¿Se estará inaugurando un nuevo futuro glorioso para la Iglesia?

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