Contra la ofensiva de la "ideología de género": más ciencia, menos metáforas.


Estamos ante una ofensiva de la "ideología de género" en toda regla. La batalla está planteada en todas las áreas sociales y culturales, y estamos sólo en los comienzos. Para este combate ideológico y cultural, necesitamos munición pesada. ¿Son suficientes las metáforas?

Me causa tristeza el ver que, para contrarrestar esta ofensiva, sólo echamos mano de metáforas públicas de grueso calibre, con la ingenua pretensión de que sólo con palabras vamos a cambiar el curso de los acontecimientos. Nuestro liderazgo moral no está precisamente en sus horas más altas como para movilizar a la opinión pública por medio de encendidos discursos. Al final, sólo conseguimos descrédito para los que las realizan y para la Iglesia entera, y lo que es peor, el fortalecimiento de la posición contraria, que ve que sólo se utilizan palabras en su contra, mientras ellos siguen ganando posiciones en todas las instituciones sociales, políticas, culturales… y científicas. Y es este ámbito de la ciencia ---esto es, psiquiatría y psicología--- el que más me preocupa...

Todos sabemos la historia. Los colectivos homosexuales consiguieron que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) aprobara la eliminación de la homosexualidad del Manual de Diagnóstico y Estadística (DSM) del apartado de los trastornos mentales, que entonces iba por su segunda edición (1973). Cabe destacar que el DSM está considerado la guía de referencia de la psiquiatría mundial y marca la pauta a la hora de determinar qué comportamientos o actitudes "deben" de ser considerados "normales" y cuáles representan "científicamente" una patología, un "transtorno".

Este hecho de la exclusión de la homosexualidad del apartado de transtornos de la personalidad y de la confucta, abrió las puertas para que se fueran retirando todas las prevenciones relativas a la homosexualidad de todos los ámbitos de la sociedad y la vida pública. La Organización Mundial de la Salud, que ya sabemos que "se apunta un bombardeo" en este tipo de cuestiones de bioética, siguió el criterio de la APA en 1990. Las organizaciones homosexuales convirtieron estos hechos en su referente para descalificar a todas las organizaciones que defienden que la homosexualidad es, en mayor o menor medida, un "transtorno", para el que existe una "terapia" ---la "terapia de reorientación sexual"---, por la cual "se ayuda" a la persona a "volver a la normalidad".

El psiquiatra Dr. Spitzer fue el artífice fundamental de este paso de la exclusión de la homosexualidad del capítulo de trastornos mentales del DSM en 1973. Fue por ello aclamado como héroe por las comunidades gays y lesbianas. Sin embargo, el doctor Spitzer, titulado en Psiquiatría por la Universidad de Cornell y en Medicina por la Universidad de Nueva York, en 2001 volvió a levantar una fuerte polémica tras publicar un estudio en el que apoyaba la "terapia para revertir a los homosexuales en heterosexuales". Ni que decir tiene, que este hecho causó tal revuelo en el seno de ese colectivo social, así como en el colectivo de psiquiatras que los apoyan, que vino a convertirse en una "verdad que se tiene que tapar como sea". Sus anteriores seguidores organizaron entonces una campaña en su contra y él se defendió argumentando que la fuerza moral que le daba su anterior trabajo, descalificada cualquier intento de llamarle homófono. Cabe recordar que estas terapias de reorientación sexual fueron rechazadas por la AAP, y que en febrero de 2015 el Tribunal Supremo de Estados Unidos las prohibió. De esta manera, el interés de Spitzer por dotar de un corpus científico a la Psiquiatría le llevó a enfrentarse a sus colegas, además de ser descalificado también socialmente por los colectivos homosexuales y por las entidades que de una u otra forma los favorecen, incluido el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Un caso parecido aconteció en España con el Dr. Aquilino Polaino, que fue sometido a una auténtica persecución inquisitorial, por argumentar científicamente acerca de la homosexualidad y sus causas biológicas.

La influencia del Dr. Spitzer fue decisiva para dar fuerza a los críticos del último de los DSM, el 5, por falta de transparencia en su elaboración y por otros múltiples motivos. Efectivamente, el Dr. Allen Frances, Jefe del Grupo de Trabajo del DSM-4 y del Departamento de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad Duke, escribió un artículo titulado: "Abriendo la caja de Pandora. Las 19 peores sugerencias del DSM-5", en el que escribe: "Ya he criticado previamente el proceso de elaboración del DSM-5 por su innecesario secretismo, sus ambiciones riesgosas, sus métodos desorganizados y sus irreales fechas límite...". Por su parte, el Consejo General de la Psicología de España público un artículo en 2013 titulado "Graves limitaciones del DSM-5", en el que se afirma: "Algunos profesionales han señalado la existencia de graves conflictos de intereses entre muchos de los expertos que trabajan en su elaboración y las industrias farmacéuticas, llegando a insinuar que este hecho podría estar asociado a la ampliación de las categorías diagnósticas". Por su parte, en 2012, se publicó en la revista The Guardian un artículo sobre la opinión de los psicólogos y psiquiatras del Reino Unido acerca del DSM-5. Los expertos adviertían que la ampliación de diagnósticos que se iba a hacer en el mismo iba a provocar que miles de personas pudieran ser etiquetadas como "enfermos mentales" a causa de comportamientos que en realidad se pueden considerar absolutamente normales...

Estamos viendo, por tanto, cómo la guía de referencia mundial básica para definir los trastornos de la personalidad y de la conducta, el DSM, está perdiendo autoridad, afectado por presiones externas de grupos farmacéuticos y demás grupos de presión que influyen a su favor en la clasificación de los trastornos.

Urge, por tanto, objetivar científicamente los criterios del DSM, conocer abiertamente los miembros que al final lo conforman y los procedimientos seguidos en su elaboración y en la determinación de los distintos transtornos. Hay que sacar a la Psiquiatría y a la Psicología del ámbito de las confrontaciones ideológicas y culturales, y rehabilitarlas como disciplinas plenamente científicas, que desde su ámbito de estudio y área de conocimiento, así como desde su método científico propio, trabajan por estudiar y profundizar en el conocimiento de la mente humana desde parámetros puramente científicos y objetivos.

Centrándonos en el tema de la homosexualidad y sobre todo al tema de las causas de la homosexualidad, cabe decir que en las dos últimas décadas se han publicado muchos informes científicos sobre los orígenes biológicos de la homosexualidad. Se está convirtiendo ya en ortodoxia científica el origen genético de la homosexualidad, sin descartarse totalmente, ni mucho menos, el componente del aprendizaje (pueden darse ambos en el mismo caso). En este sentido concluye un estudio científico publicado recientemente por la Universidad de Chicago (USA) que identificó en una muestra de varones dos tramos del ADN vinculados a la homosexualidad. Es un hallazgo científico sin precedentes que abre líneas de investigación nuevas en este ámbito de la homosexualidad y en el área de su posible terapia. El componente genético condiciona grandemente una posible terapia. Como todos sabemos, un trastorno de la conducta sí se puede corregir con un nuevo aprendizaje por parte de la persona. Pero si las causas son genéticas, la cosa se complica y sólo con una "terapia genética" se podrían resolver. Hay que tener mucho cuidado con las terapias, porque, efectivamente, pueden hacer más mal que bien a la persona, precisamente por este componente genético de su etiología, en caso de haberlo.

Y en lo que se refiere a la Iglesia Católica, hay que tener mucho cuidado porque en este área de la Ciencia de la Psiquiatría y de la Psicología, nos puede pasar lo mismo que nos pasó siglos atrás y podemos caer en el mismo error. La Ciencia es implacable, y no para mientes ni en Biblia ni en moralismos. La realidad es la realidad. Ciencia y Revelación son dos ámbitos de realidad distintos. No volvamos a mezclar Biblia con Ciencia, Doctrina con Ciencia, ni mucho menos Moral con Ciencia, porque nos irá mal. Si no queremos volver a pillarnos los dedos, abramos nuestra mente a la "Verdad de Dios " (en este caso "Verdad Científica"). Defendamos que la Ciencia siga su curso hasta el final, y pongamos a trabajar a todos los psiquiatras y psicólogos serios que quieren profundizar, para el bien de la Humanidad y sobre todo para el bien de todos los afectados, acerca de la homosexualidad, sus causas y sus consecuencias en lo que afecta a todas las áreas: consecuencias psicológicas para la persona el declararse homosexual cuando no hay una causa biológica que lo justifique, impacto en los niños adoptados por las parejas homosexuales en su equilibrio mental y afectivo, etc. Después, nos moveremos adecuadamente.

Para combatir la "ideología de género", necesitamos, por el momento, más ciencia y menos metáforas... y caridad, siempre.
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