El papel de los laicos en la Iglesia. Algunas consideraciones.


Ya el Concilio Vaticano II prestó una gran atención al papel de los fieles laicos, dedicándoles todo un capítulo, el cuarto, de la Constitución "Lumen Gentium". Todos los papas desde entonces han subrayado la importancia creciente de los laicos en la Iglesia y en el mundo. El mismo papa Francisco, en una carta al presidente de la Pontificia Comisión para América latina, de hace unos meses, hablando sobre la importancia del compromiso de los fieles laicos en la vida pública en la Iglesia y en el mundo, señalaba que "los laicos son parte del santo pueblo fiel de Dios y por lo tanto, son los protagonistas de la Iglesia y del mundo, a los que los pastores están llamados a servir y no a servirse de ellos...".

La participación cada vez más adecuada de los fieles laicos en la Iglesia conforme a la voluntad de Dios, es algo evidente y que hay que potenciar, para que se realice el plan de Dios para su Iglesia, rebaño santo de Dios, tanto en sus fieles laicos como en sus pastores, y tanto Ecclesiae ad intra como Ecclesiae ad extra...

El papel de los laicos en el mundo, junto con sus pastores, tiene todo que ver con su llamada a la evangelización, intrínseca a la esencia de la Iglesia, que existe para evangelizar. Aquí constatamos el vigor de nuestra fe o su debilidad.

En este sentido, me gustaría oír más voces, y que se abrieran más debates, en torno al papel de los laicos en la evangelización en las casas, en las calles y plazas de nuestras ciudades, en nuestras profesiones, etc. En este sentido, un proyecto muy interesante de evangelización sería, por ejemplo, la evangelización puerta a puerta. Recuerdo que cuando lo planteé hace muchos años en mi arciprestazgo, un sudor frío empezó a correr por las mejillas de todos los presentes, empezando por los clérigos... Me gustaría, pues, que tanto los laicos como los pastores encontraran su "papel" en este tipo de evangelización, y no nos quedáramos sólo en palabras y en reuniones ("cuando el Señor llegue el día de la Parusía nos encontrará, no sé si unidos, pero reunidos, ¡seguro!", me comentaba un clérigo cínico por aquel tiempo...). Siempre recuerdo el dato que el pastor de una de las iglesias evangélicas más importantes de Sudamérica comentó cuando dijo que ellos realizaban unas 5,000 visitas semanales a las casas... En cinco años habían pasado de 50 miembros comprometidos a 15,000... Me da un poco de vergüenza preguntar cuántas visitas a las casas hacemos nosotros...

Intra eclesialmente, la integración de los laicos en la iglesia hay que discernirla muy bien. Si se está pensando en la participación de los fieles laicos en los distintos ministerios, en las celebraciones litúrgicas, etc., pienso que es una bendición, y puede dar muchos frutos en todos los sentidos, siempre que nos movamos por Fe y no por otras motivaciones reivindicativas...

Si se está pensando, en cambio, en un incremento del poder de los laicos dentro de las estructuras eclesiásticas, sobre todo en responsabilidades pastorales, nos vamos a encontrar con algunos problemas. El principal de ellos es el del solapamiento de la autoridad pastoral con la del pequeño sacerdote. La autoridad pastoral del pequeño sacerdote ha sido, desde casi siempre, muy atacada y disminuida de todas las formas, quedando reducida en muchos casos a la mera celebración de los ritos, y a veces ni eso, puesto que ya hay laicos "encargados" de ciertos aspectos de la liturgia. El pequeño sacerdote se encuentra en muchos casos maniatado en su ministerio sacerdotal.

El "triple munus", del que tan bellamente hablan los documentos de la Iglesia, queda en demasiados casos reducido a meras labores rituales, mientras, por ejemplo, los laicos se encargan "de todo lo demás". El pequeño sacerdote sufriría otro golpe más en su autoridad pastoral, ya de por sí bajo mínimos, y en la realización de su ministerio, que se inclinaría definitivamente más por la senda de la frustración y no por el camino de la realización. No sería conveniente vestir a un santo (el papel de los laicos en la Iglesia), desvistiendo a otro (la autoridad pastoral del pequeño sacerdote), entre otras cosas porque bastante desnudo está ya el segundo... Y no digamos si cayéramos, queriéndolo o no, en un neolaicismo yuxtapuesto al clericalismo ya existente...El pequeño sacerdote sería emparedado entre dos fuerzas contrarias y más oscuro sería su destino...

Siento aparecer como el "malo de la película" (sin el malo de la película, ¡el bueno no se luce!) y siento ser el aguafiestas del momento. Pero alguien tiene que decirlo, porque son millares los pequeños sacerdotes que piensan de esta manera y sobre todo sufren esta situación, y viven en frustración y no en realizacion, aunque lo sufren en silencio...

Como esta situación no tiene por qué ser un fatum inevitable, aunque esté sucediendo ya demasiado, pidámosle al Señor que, entre todos, podamos discernir y sobre todo actuar conforme a la voluntad de Dios, para que los laicos puedan, junto con sus pastores, como miembros del rebaño santo de Dios, desempeñar su papel tanto ad intra de la Iglesia, como ad extra, para gloria de Dios, bien de la Iglesia y salvación de los hombres.
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