¿Se tiene que rasgar el velo nuevamente?


Al morir Jesús, el velo del templo ("naos") se rasgó "de arriba abajo" (Mt 27,51 par.), simbolizando así la superación del antiguo culto y una nueva forma de acceso a Dios a través de la sangre de Cristo (Heb 9,8-12).

Así, la laceración del velo del templo “de arriba abajo” se correspondería con la eliminación de todo lo que se interponía entre el lugar de la alianza y el lugar de la ofrenda y el pueblo. Por lo tanto, podemos decir que el último respiro de Jesús borró la separación cultual, y la distancia entre Dios y el hombre es colmada por Cristo. Jesús es el verdadero Sacerdote, que con su muerte atraviesa el velo, lo sobrepasa de una vez, realizando el rito de expiación una sola vez y de modo definitivo. Cristo nos da el acceso a Dios y en él se nos hace accesible la salvación de Dios. No hay más velo que nos separe de él, o no debería de haberlo...

Pero hoy, 2000 años después, cuando la gente quiere encontrarse con Cristo para acceder a Dios y a su Salvación, ¿con qué se encuentra? “Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho..,” decía aquél. Hoy podemos decir con más exactitud, que, queriendo acercarnos a Dios y tener un encuentro íntimo con él, nos encontramos con la institución eclesiástica, nos tropezamos con la institución hipostática de poder eclesiástico...

Y es que, efectivamente, entre el Señor y la persona necesitada de un encuentro con él hay tal densidad de moralismo, dogmatismo, ritualismo, legalismo y procedimentalismo, recelo por la ciencia, inmovilismo, inducción de introyectos autodestructivos y alejamiento de las verdaderas necesidades del hombre de hoy, que si aquel día el velo del templo se rasgó “de arriba abajo”, hoy podemos afirmar que la institución eclesiástica ha creado un muro “de abajo arriba”, que impide el acceso libre y gratuito, personal y redentor de la persona de hoy con Cristo y con su Salvación...

¿Será cuestión de que cada 2000 años se hace necesario que se retiren todos los obstáculos que nos separan del genuino encuentro con el Señor y del verdadero culto a Dios?

El mesías, el Señor ya llegó a nuestro mundo en la persona de Cristo... entonces, ¿quién o quiénes serán hoy el "sujeto histórico eclesial" que haga posible para los creyentes ese encuentro profundo con el Señor en libertad, gratuidad y redención, rasgados todos los velos y derribados todos los muros que nos impiden ese acceso genuino al Señor y a su Salvación?

El nuevo “resto de Israel” sigue, como Simeon, esperando en la promesa del Señor: "Pero llega la hora, ya estamos en ella, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que le adoren... en espíritu y en verdad...".

¡Feliz y ungida celebración del Santo Triduo Pascual!
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