"¿Un sindicato para curas?"


Parece que se está consolidando, según informa RD, la idea de que los sacerdotes (anglicanos) se asocien “para apoyarse mutuamente”, fuera de la “ayuda” que pudiera ofrecerles la institución eclesiástica. Casi 1500 sacerdotes anglicanos se dieron de alta el año pasado en alguna asociación de este tipo en el Reino Unido...

Parece que poco a poco va calando la idea entre los propios sacerdotes de que la situación del sacerdocio es "manifiestamente mejorable" (por decirlo finamente), y de que sus condiciones de "trabajo" (mejor sería decir, sus "no condiciones" de trabajo, porque no hay ninguna condición que proteja la dignidad del sacerdote en el ejercicio de su ministerio) hacen que los sacerdotes “se estresen“...

El siguiente paso para estos benditos sacerdotes es que tomen conciencia de que en sus manos está el “hacer” ("hacer que se haga") que el ministerio sacerdotal sea como aquel que soñaron cuando entraron en el seminario y aquel al que se entregaron en el momento de su consagración. En sus manos está el poder vivir ese sacerdocio ilusionante y lleno de realización al servicio de la Iglesia, su Esposa (no hablo de institución eclesiástica). Se entregaron a eso, y no a otra cosa...

La consagración no puede ser, para los sacerdotes, una trampa ratonera, una vía de un único sentido sin condiciones ni posibilidad de retorno. “Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate”... La consagración no puede ser un contrato leonino para el sacerdote en el que se le exige todo a cambio de casi nada (mantenimiento). La consagración no puede ser una patente de corso en la que el sacerdote está expuesto a todo, teniendo que soportarlo todo "por obediencia"...

El siguiente paso para estos benditos sacerdotes es que se suelten de una vez la venda hipostática que ciega sus ojos y les impide ver la realidad. Su Sacerdocio pertenece a Dios, a la Iglesia-Pueblo de Dios y a ellos mismos, y no a ninguna institución... Cuando se les caiga la venda hipostática de los ojos, descubrirán que en realidad son utilizados por la institución eclesiástica para su sostenimiento, para sostener muros y tapar agujeros, pero no son enviados en realidad para evangelizar. Por eso los sacerdotes no pueden evangelizar y no evangelizan. La institución no los quiere para eso; los quiere para su sostenimiento.

Estos benditos sacerdotes tienen que descubrir que el Señor los llamó para un ministerio de realización y no para un ministerio de frustración. El Señor quiere sacerdotes realizados en su ministerio de Apóstoles, y no semisacristanes como son ahora, aunque sea a costa del derramamiento de su propia sangre. El Señor murió crucificado, no quemado. El Señor quiere "pastores" y no meros peones expendedores de ritos...

Estos benditos sacerdotes tienen que descubrir que en sus manos está el "conminar" (por decirlo finamente), con el mismo celo del Señor, que no dudó sacar el látigo para reclamar el verdadero culto que Dios se merece, y avanzar hacia un ministerio de realización y no de frustración. Urge una dignificación del ministerio sacerdotal en todos los órdenes. Urge dar al ministerio sacerdotal el sentido primigenio que el Señor le dio cuando lo instituyó, deformado y degradado, según puros criterios instrumentalistas, por la institución eclesiástica.

Esta situación, como no es de Dios en absoluto, no produce ningún fruto (ni personal, ni pastoral, ¡ni a la postre para la misma institución!), y además ha estado quemando a generaciones y generaciones de sacerdotes prácticamente "para nada" (unos 100,000 sacerdotes han tenido que abandonar el ministerio desde los años 70 hasta el día de hoy). Y todavía se siguen haciendo admoniciones espiritualistas y moralistas a los sacerdotes, que caen como una losa sobre sus hombros, siendo directa o indirectamente acusados y culpabilizados por la crisis del ministerio, cuando ellos son sus primeros sufridores, dando un testimonio de fidelidad al Señor heroico, a cambio de casi nada...

¿Un sindicato para los sacerdotes? Yo más bien rezo para que, tanto los sacerdotes como los propios fieles, tomen conciencia, removida la venda hipostática de sus ojos, de que en sus manos está (y no en otras) que el Ministerio Sacerdotal se aproxime, en dignidad, en realización y en frutos, al Ministerio Sacerdotal instituído por Cristo.
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