Mula, Clint Eastwood vuelve a lograrlo

Hubo un tiempo en que fui un crítico con el estilo extremamente pesimista de Eastwood. Sin perdón (1992), Mystic River (2003) o Million Dollar Baby (2004) eran ejemplos de un cine narrado con clasicismo y belleza pero bastante atroz en sus consecuencias. Will Munny era un pistolero redimido en granjero de la mano de una esposa, ya difunta, que no pudo superar la tentación de la irremediable e incluso necesaria violencia. Tres amigos de infancia se verán inmersos en un drama, donde uno de ellos matará a otro al que acusa injustamente de la muerte de su hija; mientras el tercero,convertido en detective será un espectador-narrador inútil de la tragedia. Frankie Dunn, entrenador de boxeo de una joven promesa se verá envuelto en una eutanasia compasiva cuando su pupila y casi ahijada queda paralítica, desapareciendo al final entre la niebla. La oscuridad dramática, el pesimismo luterano del viejo cineasta ha dejado entrar la luz. Primero fue El intercambio (2008) donde emerge una madre coraje en el trasfondo del tráfico de niños. Nelson Mandela en Invictus (2009) se nos muestra como campeón de la reconciliación en la República de Suráfrica. Y en la definitiva Gran Torino (2008) asistimos a la conversión de Walt Kowalski un anciano veterano de la guerra de Corea que termina por dar su vida por un par de jóvenes "amarillos". "Mula" se inserta en esta última tendencia donde la luz se cuela por la rendijas diminutas.

Como crítico he de decir que el mejor actor del cine de Clint Eastwood es él mismo. Como si el tipo torturado pasara del imaginario de Munny a Robert el fotógrafo del amor imposible de Los puentes de Madison. De Frank el padre-entrenador, a Walt el padre-converso. Realmente el octogenario Earl Stone reune a todos estos personajes que se han hecho viejos definitivamente. Fracasado en su oficio de cultivador de flores, su negocio está en quiebra. Alejado de su esposa e hija a las que ha abandonado solo le queda la conexión de su nieta. En medio del naufragio se convierte, al ser un conductor experimentado y prudente, en la mula perfecta para pasar droga por las llanuras americanas. Cowboy de furgoneta, de lengua tan libre como su espíritu, se convierte en "Tata", uno de los mejores pasantes de droga al servicio de un cártel mexicano.

La distancia de su vida fracasada le permite ver todo con una peculiar mirada. Busca redimir sus ausencias de padre y esposo, ayuda a sus amigos, reflota su plantación con las ganancias ilícitas y asesinas. La contradicción le va atrapando: la persecución de un policía en crisis existencial, la violencia de los pistoleros, la enfermedad de la esposa. Sin embargo, en medio del desastre nuestro héroe encuentra una salida.

Plantar flores no solo es un oficio y algo que da prestigio sino que se puede convertir en un destino."Así la rosa llevada por el torrente, así la chispa de mimosa al viento, tu vida, bajo el firmamento" escribirá Joan Salvat i Papasseit. Tras el naufragio ahora el cine testamentario de Eastwood deja dos restos: la familia como proximidad del tú que no falla y el más allá de la muerte que nos aguarda. Nostalgia de Dios, probablemente...

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