Cine para curar Los Rodríguez y el más allá

Los Rodríguez y el más allá
Los Rodríguez y el más allá

Ejercicios de risoterapia

Como comedia híbrida “Los Rodríguez y el más allá” es un ejercicio disparatado de risoterapia para mirar las cosas serias de la vida. En la tradición de la vieja comedia norteamericana -tipoLa familia Addams o El superagente 86- con incrustaciones de la vodeville mexicano de origen circense -como Cantinflas- con la actualización de la comedia de enredo de aires franceses de Bienvenidosa Norte o los más directamente españoles de los Ocho apellidos vascos y con la guinda del musical de Bollywood.

Entre dos mundos -los planetas Tierra y Maktub- una familia se ve envuelta en un fenomenal lío con agentes antihéroe, empresarios holandeses, un ministro de Hacienda, unos vecinos tipo Eduardo Manostijeras y unos malos sacados de Mortadelo y Filemón. Por allí aparecen un elenco variopinto que termina divirtiendo y divirtiéndose, que va desde Eduard Soto, Mariana Treviño, Geraldine Chaplin hasta Plácido Domingo, Santiago Segura, Rossy de Palma o un cameo del mismo director/dictador. Estructurada tomando como base una familia un tanto esperpéntica, todo ocurre al traspasar dos puertas cósmicas donde cada momento cobra efectividad narrativa a base de gags visuales que buscan la risa inmediata y se entrecruzan para llegar a un final de traca y música.

Paco Arango cuenta historias de cine para curar. Con Maktub para afrontar el cáncer con esperanza, con Lo que de verdad importa para creer en los pequeños milagros y ahora con Los Rodríguez y el más allá para “morirse de risa” como decía el pequeño Giosué al final de La vida es bella. Esta comedia alocada brota de acompañar el sufrimiento de los niños con cáncer y tienen por finalidad, extra-negocio, seguir apoyando las iniciativas sociales de la fundación Aladina dedicada a ellos. O sea, para ayudar a sanar con la risa y con la solidaridad económica. Algo que está “más allá” del cine.

“En el nombre de la risa” -parafraseando a Umberto Eco y el libro perdido de Aristóteles en la biblioteca del monasterio- se suele desdeñar el humor por superficial frente a la profundidad del drama. Pero cuando la densidad del drama se multiplica- el cáncer de los niños asoma al abismo- el humor es la forma del amor consumado. Algunos cuando veían morir en la cruz al Brian de la Monty Python gritaron: ¡Blasfemia!.  Otros pensamos que la risoterapia es una forma fuerte de la pequeña virtud de la esperanza. Como se dice al final de esta película ”en el sótano de la casa de cada uno hay alguna puerta cósmica al más allá”. Quizás la risa inocente sea una grieta hacia la luz por la que conviene transitar. Sin más pretensiones, pero sin menos: una comedia.

Volver arriba