Se estrena el documental "Libres" de Santos Blanco "Libres". La perla escondida. Confesiones desde el silencio monástico

La perla escondida. Confesiones desde el silencio monástico
La perla escondida. Confesiones desde el silencio monástico

Si el referente, ya clásico, de la vida de clausura en el cine fue “El gran silencio” (2005) de Philip Gröning, estamos ante una obra que podría titularse “La Palabra tras el gran silencio”. Una obra que, si todo va bien, se puede convertir en un nuevo clásico.

Lo más sugestivo de “Libres” son las confesiones de las monjas y monjes. Este género tan agustiniano de confesar la vida, aquí se realiza en un grupo de personas cuya principal renuncia y reserva es su sigilo, para dejar sitio al que es Presencia silenciosa.

En los tiempos que corren, un documental así es también, como se llega a decir una monja de la vida monástica, una zona verde. Donde se puede respirar “el aire de la almena” y que “este aire de amor refrigera y recrea al que arde con fuego de amor" (Juan de la Cruz). Busca un tiempo de silencio para ver esta propuesta. Quizás te encuentres con lo inesperado. Y lo agradecerás.

Estamos ante un documental que armoniza los testimonios forjados en la vida contemplativa de un puñado de monjas y monjes, en una realización de gran belleza formal; articulando fotografía, montaje y banda sonora y, un guion que permite hacer aflorar la sabiduría de este grupo de creyentes que se confiesan a corazón abierto. Si el referente, ya clásico, de la vida de clausura en el cine fue “El gran silencio” (2005) de Philip Gröning, estamos ante una obra que podría titularse “La Palabra tras el gran silencio”. Una obra que, si todo va bien, se puede convertir en un nuevo clásico.

Tras “Libres. Duc in altum"  hay un equipo ha no perder de vista. Dirigido por Santos Blanco garantizando el concierto, con un guion minado de cargas de profundidad de Javier Lorenzo, la producción ejecutiva compleja de Lucía González-Barandiarán al  ser filmado en doce monasterios de vida contemplativa, entre ellos San Pedro de Cardeña, Las Batuecas o el monasterio de Leire, una composición musical de Oscar Martín Leanizbarrutia  que sella la delicadeza en gracia del conjunto y una fotografía de Carlos De la Rosa García que contrasta a la palabra para darle el atractivo del misterio que se narra.

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Lo más sugestivo de “Libres” son las confesiones de las monjas y monjes. Este género tan agustiniano de confesar la vida, aquí se realiza en un grupo de personas cuya principal renuncia y reserva es su sigilo, para dejar sitio al que es Presencia silenciosa. Así pues, las palabras que vemos, han sido extraídas del pozo de su propio interior y de la experiencia del Encuentro que les ha transformado la vida. Narran su vida fuera del monasterio, algunos antiguamente casados, todos con trabajos y caminos diversos. Presentan su conversión, a veces desde momentos con una especial intensidad que les da la vuelva como si de un guante se tratase, pero también en un lento proceso que va germinando en lo escondido. Cuenta su vida en el monasterio, de renuncia y de alegría, de trabajo que toca la tierra y de comunidad amistosa, de pruebas y dureza. Pero, sobre todo ,se emocionan cuando, traspasados, revelan su experiencia de Dios, su sabiduría secreta sale a la luz y toca al espectador.

Semejantes confidencias podrían convertirse en ridículas al estilo de los reality shows. Por eso, la forma es sustancial y no un accidente. En la realización se nota un cuidado que se parece casi al del monje miniaturista. El reto era convertir en imagen la narración confesante y trasladar la emoción a la hondura de la que brota. Así la naturaleza se va convirtiendo en metáfora de lo vivido, el agua que corre, el viento sobre la hierba o el tronco rugoso. El encuadre en el marco austero y majestuoso de los monasterios por donde pasa el Infinito. Los planos discretos en la distancia conscientes de pisar tierra sagrada, y la reserva del primer plano para enseñar la verdad que aparece. Los sonidos de la naturaleza permiten superar los ruidos que nos despistan. Las voces de mujeres y varones contrastan en tonos y sensibilidades, aunque cuentan la misma historia. La música callada que compagina lo nuevo y lo antiguo ayuda al levantamiento espiritual. En difícil resumen, contar la belleza de lo pequeño que se expande en inmensidad trascendente.

Lo que asombra de “Libres” es que nos va sumergiendo en una paradoja. Aparentemente atrapados, un grupo de locas y locos, están encarcelados sin disfrutar del mundo. Según avanzamos, vamos descubriendo que no se trata de unos ingenuos. La complejidad y severidad de lo vivido o buscado les ha puesto inesperadamente allí. No son ignorantes ya que van presentando una ciencia del conocimiento sencillo forjada a fuego de noches y días. Tampoco son visionarios, ya que cuentan de puntillas y entre balbuceos como han probado la visita de Dios. Y para nada son esclavos, porque ha encontrado una libertad distinta, que más que hecha de elecciones postizas es la realización de un amor desbordado.

La presencia de Dios siempre ha sido escurridiza para el arte. Decimos que Dios está fuera de campo en el cine. Solo la mediación de la experiencia humana de un puñado de mujeres y varones hechos iglesia contemplativa puede señalar humildemente lo que acontece de forma encubierta. Y Dios se revela en la creación, en el fondo del alma llorosa, en lo auténticamente y modestamente humano, ya que solo en lo pobre y débil irrumpe su Presencia. En los tiempos que corren, un documental así es también, como se llega a decir una monja de la vida monástica, una zona verde. Donde se puede respirar “el aire de la almena” y que “este aire de amor refrigera y recrea al que arde con fuego de amor" (Juan de la Cruz).

Busca un tiempo de silencio para ver esta propuesta. Quizás te encuentres con lo inesperado. Y lo agradecerás.

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