El Mesías de Netflix La religión hecha espectáculo

La religión en el tiempo del espectáculo
La religión en el tiempo del espectáculo

Transmutación para todos los públicos del evangelismo televisivo

Netflix ha estrenado esta serie fallida en 10 episodios de la mano del destacado productor Mark Burnett y su esposa la actriz y cantante Roma Downey. Ya habían trabajado la cuestión religiosa en la serie “La Biblia” que después se adaptó como película bajo el título “Son of God” (2014). Ligados a la producción televisiva ella haciendo del ángel Mónica en la larga serie “Tocados por un ángel” y Burnett como superproductor y presidente actual de MGM Worldwide Television Group ha liderado programas de éxito mundial como La Voz o Supervivientes. Ambos se manifiestan profundamente creyentes cercanos al evangelismo norteamericano y despliegan iniciativas filantrópicas.

Esta referencia a la producción es clarificadora para entender “Mesías”, donde se ofrece un espectáculo de intriga en el que se puedan sentir a gusto creyentes de todas las religiones. Ha parecido de la nada -esto aclarará poco a poco- un extraño líder (Mehdi Dehbi) que se hace llamar "Al-Massih" y que va convocando a gentes muy variadas deseosas de creer en algo. Así desde refugiados palestinos en Damasco, un pastor frustrado (John Ortiz) de la zona rural de Texas que encuentra una salida y su familia donde destaca su hija adolescent Rebeca (Stefania LaVie Owen) salvada en medio de un tornado. El gran movimiento de masas que sigue al supuesto Mesías inquieta a los gobiernos de Israel y EEUU. Eva, una agente de la CIA al borde de la muerte (Michelle Monaghan) y un oficial torturador ((Tomer Sisley), emprenden el desenmascaramiento del impostor. Pero serán necesarios 10 episodios de la primera entrega donde se barajan religión, medios de comunicación, política internacional y la experiencia subjetiva de fe.

Los milagros son una mala compañía para este Mesías que guarda celosamente su identidad pasando de Damasco a Jerusalén, de Texas a Washington. Sus muchas caras se van desvelando ya que habla como un judío enviado de Dios, cita el Corán y incorpora algunos rasgos del cristianismo. En lo que sería una macedonia religiosa para todos los públicos. Y al fondo otra cara oculta que puede tener que ver con una enfermedad mental consolidada o un activista conspirador.

Pero ni las frases solemnes de este Mesías inapropiado, ni los descalabros de la pléyade de secundarios que le acompañan como seguidores o persecutores disipan la artificialidad del drama. Aunque parece dar que pensar por la rotundidad de las palabras, la falsedad de las exageraciones dramáticas hace que no solo el Mesías sea increíble sino también la verdad de todos personajes queda en entredicho. Algo fatal para una ficción.

En el tiempo de Netflix y de las redes sociales permanece el deseo de creer, pero esta insatisfacción queda lejos de la experiencia espiritual. Ya la serie “Perdidos” ensayó la sopa de religiones con éxito, luego “Juego de Tronos” agotó toda la profundidad de los mitos, ahora “Mesías” logra curar de cualquier ingenuidad idiota. No vale la pena perder el tiempo en esta serie aparatosa con pies de barro.

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