In memoriam El resplandor religioso de Max von Sydow

El resplandor religioso de Max von Sydow
El resplandor religioso de Max von Sydow

Hizo de papa, cardenal, obispo, exorcista y del mismo Jesús 

Von Sydow ya es historia del cine. Los más viejos lugar le recuerdan por la serie de películas que actuó bajo la dirección de Ingmar Bergman y  que le lanzaron al reconocimiento internacional. Han sido alrededor de 70 años haciendo cine desde aquel padre vengador de su inocente hija asesinada en “El manantial de la doncella” (1960) a sus apariciones en tres episodios de “Juego de Tronos” (2016) o en el personaje espiritual de Lor San Tekka en “Star Wars: El despertar de la fuerza”. Millones de espectadores le han visto como el director de Pre-Crimen en Minority Report (2002), como padre guiador en “Pelle, el conquistador” (1987),  como Frederick en “Hannah y sus hermanas” o como el misterioso hombre mudo que ayuda al pequeño de “Tan fuerte, tan cerca” (2011).

Pero quiero detenerme en un hilo que ha recorrido su trayectoria: la representación de personajes religiosos. Hizo de papa en “Cellini, una vida violenta”, de cardenal en la serie de TV sobre “Los Tudor”, de arzobispo en “A che punto è la notte” o del padre Celeste van Exem –el acompañante espiritual de la santa de Calcuta- en “Cartas de la Madre Teresa”. También estuvo presente en la serie de La Biblia haciendo de David en el film dedicado a “Salomón” y colaboró como narrador en “Sansón y Dalila”. Incluso encarnó al emperador Tiberio en “En busca de la tumba de Cristo”.

Pero hay una carga espiritual en los personajes de Sydow que nos viene ahora a la memoria. Empezando, sin dudarlo, por el caballero Antonius Block que se encara con la muerte en “El séptimo sello”. El existencialismo de Bergman nos ha dejado a un ser humano coherente y lúcido que enfrenta la muerte, en época de pestes, con coraje y salvando a una misteriosa familia de juglares que se llaman María y José y que tienen un niño. Esta película es un ejercicio espiritual necesario.

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Más espectacular pero superficial fue su representación de Jesús  en “La más grande historia jamás contada” dirigida por George Stevens secundado por David Lean y Jean Negulesco. Esta superproducción bastante teatral y hierática a pesar de la puesta en escena extraordinaria no termina de convencer, como en casi todas las películas sobre Jesús de Nazaret algo falla en la inspiración que se atiene a la letra pero no transmite es espíritu.

Otro de sus personajes inolvidables es el padre Lankester Merrin el viejo sacerdote de “El exorcista” (1973) y su secuela menor “El exorcista II: El hereje”. El arqueólogo jesuita Merrin llegará a la casa de la actriz, cuya hija está poseída, en taxi durante una noche fría para ayudar al padre Karras. Decide iniciar rápidamente el ritual del exorcismo, como si ya conociera contra quién se está enfrentando. Así Merrin/Sydow se convertirá en un icono de culto de la lucha contra el mal y la firmeza de la fe.

Otra intervención bastante desconocida del actor fallecido es su papel del padre Siemes en “Hiroshima: más allá de las cenizas” (1990). Un melodrama para la televisión sobre los supervivientes de diferentes nacionalidades tras la bomba de destruyó Hiroshima. Es interesante el arco de transformación de este jesuita alemán que reside en Japón y que antes de la destrucción nuclear era un ser humano distante y autoritario pero que tras el desastre se convierte en un anciano cuidador de los niños y jóvenes heridos y abandonados.

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Y para terminar este “in memoriam” una pequeña perla basada en un guion de Bergman pero realizada por Liv Ullmann. Se trata de la magnífica en la simplicidad austera de “Encuentros privados” (1996). El origen del texto está en un diario de la madre de Bergman que casada con un pastor luterano tuvo una fuerte crisis matrimonial con el enamoramiento de un joven estudiante de teología. Sobre esta base biográfica se construyen cinco conversaciones de Ana, la mujer protagonista, con su marido, su amante y sobre todo con su tío que es un viejo obispo luterano a punto de morir. Allí Sydow nos brida una actuación contenida, profunda, tiernamente sobria. En el momento conclusivo, el viejo pastor le pide a su sobrina atribulada que reciba la comunión, a pesar de que ha abandonado la fe, más allá de su convicción. Y la "sola gratia" actúa transformando su corazón hacia el perdón. Un final que siempre me ha recordado otra película nórdica inolvidable “Cartas al padre Jacob”. Me quedo pues con el viejo obispo luterano- que también se llamaba Jacob- muriendo y acercando a la reconciliación. La rigidez hecha bondad algo que bien define la forma de actuar en la pantalla de Sydow. "Que los ángeles te lleven al paraíso".

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