Dar hospitalidad de verdad

Cuando viene el Papa, vienen multitudes, se abren las parroquias para acoger a gente y familias y particulares ofrecen sus casas a perfectos desconocidos que no desean gastarse ni un euro en un hotel. Recientemente hemos tenido en Madrid el encuentro de Taize, y ha vuelto a ocurrir exactamente lo mismo.

Por desgracia, cuando los que necesitan hospitalidad son subsaharianos, no se hace ni la misma campaña en Iglesias de España para ser acogidos permanentemente por familias o particulares o por parroquias. Bastaría solo unos pocos millares de voluntarios, y podríamos darles una oportunidad de salvación profesional para toda la vida a estos chicos.

En mi opinión, no estamos dando hospitalidad de ninguna clase a los que vienen de Taize o cuando han venido a ver al Papa en alguna visita. Insisto, no es hospitalidad dar acogida a quien no necesita porque puede costeársela o no tiene necesidad personal alguna de venir por aquí, sino a quien de verdad la necesita y ha venido aquí para tener un futuro. Estoy describiendo el caso al revés del famoso pasaje “óvolo de la viuda”, en él una pobre viuda da todo lo que tiene para vivir como donativo al templo mientras que otros dan solo de lo que les sobra. Pues en nuestro caso como cristianos, hemos dado y damos hospitalidad a quien realmente no la necesitaba, lo que no tiene casi ningún valor frente a si se la diésemos a quien realmente la necesita.

Mucha gente se ha perdido y se está perdiendo conocer a chicos expresivos, agradecidos, cariñosos, que comparten con insistencia hasta sus galletas de la merienda o el desayuno, honestos, leales, etc. Yo los he conocido, y por eso voy a visitarlos continuamente al centro de primera acogida de Hortaleza. También podría afirmar esto no solo de subsaharianos, sino de algunos marroquíes (por desgracia no de todos) que también son buenos chicos y necesitan de la hospitalidad. Yo creo que es cuestión de pensárselo, y creo que es cuestión de que desde las parroquias se impulse a particulares y familias a hacer lo correcto. Unos pueden poner una cama, otros pagar el abono transporte, otros llevárselos de paseo y merienda para conocer Madrid y aprender algo de español, otros enseñar el idioma, etc. Con poco o mucho que aportase cada uno, salvamos el futuro de muchos jóvenes, y corregimos una injusticia de este mundo.
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