La maravillosa experiencia que estoy viviendo.

Me hubiera gustado contar esto antes, pero he tardado lo mío en buscar el tiempo para hablar de esto mismo en el blog. Pero hoy ya me he decidido a sacar tiempo y contarlo, porque me parece que hago mal en no contar por lo que estoy pasando.

Vivo cerca del Centro de menores de Hortaleza (o también llamado Centro de primera acogida), ese centro de Madrid que sale en las noticias por la sobresaturación de menores que tiene. Desde que vine de mis vacaciones en Tarragona, me he encontrado multitud de jóvenes de este centro (subsaharianos y marroquíes) por los parques de mi barrio. En un principio, mi actitud fue contemplarlos en la distancia y no hacer ni caso. Pero llegó un momento en que sentí que algo me llamaba a acercarme a ellos, sobre todo a los más tranquilos como los subsaharianos. Me ha costado un mes decidirme pero finalmente lo hice.

Mi trato de con los subsaharianos ha consistido inicialmente en ayudarles a aprender el idioma. Pero con el paso de los días, me he dado cuenta que estos muchachos son en muchos sentidos extraordinarios. Trato con algo más de media docena de guineanos, un costamarfileño, tres senegaleses, dos malienses, un ghanes y dos cameruneses. A ellos habría que añadir tres marroquíes.

Permítanme reinsistir en que los chicos con los que trato son realmente extraordinarios. Casi todos ellos musulmanes excepto los cameruneses que son cristianos. Pero lo que los hace extraordinarios es su educación, su respeto, su gratitud, su madurez, su sencillez, su buen humor, etc. No me esperaba realmente lo que encontré en ellos, y tampoco me esperaba aprender tanto de ellos, como tampoco yo me esperaba que ellos tuvieran esa educación y ganas por aprender. No me esperaba su gratitud por acercarme a hablar con ellos o por sacarles de paseo. Pero sobre todo, lo que menos esperaba de estos chicos es que nos quisieran mucho más a los europeos de lo que nosotros les queremos a ellos.

He descubierto jóvenes que valoran más aprender que nuestros jóvenes españoles, he descubierto jóvenes que respetan mucho más a quien se acerca a enseñarles y a llevarles una sonrisa que muchos de nuestros jóvenes. Chicos sin ninguna clase de racismo, pues soy un blanco entre subsaharianos y que no habla su lengua pero que intentan ellos hablar la mía.
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