Nicolás Viel, ss.cc. en el Primer Aniversario del Gobierno del Presidente Boric Capellán de La Moneda: Los 50 años del Golpe Militar en Chile es una oportunidad para un acuerdo en DDHH y Democracia

Capellán de La Moneda, Nicolás Viel, ss.cc.
Capellán de La Moneda, Nicolás Viel, ss.cc.

“Aquí (en el interior del gobierno) debemos anunciar de manera dialogante, respetuosa, con sentido democrático, con respeto de aquellos que no creen o piensan distinto”.

“Creo que nos falta acompañarnos más porque hay mucha soledad en la Iglesia chilena”.

“El liderazgo presidencial es muy potente, dialogante, que escucha, y capaz de reconocer errores y enmendar camino”

La conmemoración de los 50 años del golpe militar en Chile, “es una fecha muy simbólica  y muy relevante para los procesos que estamos viviendo como país”, declara el capellán de La Moneda, Nicolás Viel, ss.cc. Y precisa que es relevante para “llegar a un acuerdo nacional básico respecto del cuidado, la promoción y la defensa de los derechos humanos”.

Añade que también es una oportunidad para “profundizar como país nuestro sentido democrático, el deseo de construir una sociedad que respete la libertad, que vele por la justicia, por la dignidad”, aunque “hoy en día (hay) algunas corrientes negacionistas respecto de lo que sucedió en 1973. Es muy importante que sepamos reflexionar y conmemorar estos 50 años de cara también a las generaciones futuras para que superemos este trauma y haya reconciliación de la sociedad chilena”.

Nicolás Viel González, es uno de los tres capellanes religiosos que tiene la casa de Gobierno en Chile. Además de él, que es sacerdote católico, hay una capelllana luterana y un capellán judío. Él fue designado en el cargo a solicitud del gobierno, en marzo del año pasado, por el arzobispo de Santiago, cardenal Celestino Aós. Además de sacerdote y teólogo, es abogado, y tiene 41 años de edad.

Formación

Vivió cinco años en Argentina y conoció la experiencia de los curas villeros, de los curas en la opción por los pobres, de los curas tercermundistas y de otros grupos. “La iglesia argentina es muy cercana al pueblo, a sus demandas y a sus luchas. Yo me siento de alguna manera formado en esa iglesia, y me gusta decir que soy hijo de la Iglesia argentina, de la diócesis de Merlo-Moreno, en particular, en el cono urbano de Buenos Aires”, dice Viel.

Y continúa: “Ahí aprendí a ser cura, a celebrar en la calle, a entender el sacerdocio en el fondo, como alguien que es parte de una comunidad que está a su servicio y que no tiene una jerarquía mayor sobre los integrantes de esa comunidad. Es decir, creo que esa eclesiología que me regaló como sacerdote la Iglesia argentina, la intento vivir hoy día donde estoy”.

El capellán cuenta que cuando regresó a Chile “me encontré con una iglesia bastante deprimida y decaída, y no hablo solamente de los curas, sino también de laicas y laicos que están viviendo profundas decepciones con su pertenencia eclesial. Eso se demora mucho en recuperar. Creo que la crisis de la Iglesia chilena hoy va en buen pie, pero ha sido un camino muy lento. Creo que nos falta preguntarnos: ¿qué está animando hoy a nuestra iglesia? ¿Qué nos está movilizando? ¿Qué nos conmueve? ¿Qué es lo que nos está quitando el sueño? ¿Dónde estamos soñando? Creo que nos falta juntarnos más, conversar sobre el camino sinodal porque estamos muy fragmentados, y solos, tanto sacerdotes como comunidad. Creo que nos falta acompañarnos más porque hay mucha soledad en la Iglesia chilena”.

Nicolás Viel bendice el agua en una liturgia con niñas y niños de una población de Santiago
Nicolás Viel bendice el agua en una liturgia con niñas y niños de una población de Santiago

Servicio

— Chile, a diferencia de otros países de América Latina y de España, posee esta institución de la capellanía que ejerce casi como una parroquia pequeña dentro de los espacios gubernamentales. ¿Cómo define sus funciones como capellán de gobierno?

— Esta capellanía tiene cierta tradición en el Estado de Chile, y es un servicio religioso, en primer lugar, para los funcionarios de gobierno, y que a lo largo de los años se ha ido ampliando a distintas religiones”. Añade que es un servicio simbólico porque se realiza en el corazón del espacio público, “confluyen las distintas religiones, trabajan y celebran juntos, promueven y resguardan la libertad religiosa”. Y este gobierno, conforme a su sensibilidad, añade a las capellanías un “servicio de puente entre la autoridad y el pueblo, entre las autoridades y la gente sencilla”.

— ¿Es un puente para difundir los servicios del gobierno?

— El Presidente de la República desea gobernar de cara a la gente, conociendo la historia, dialogando, escuchando, visitando los lugares. Y eso es muy hermoso porque da mucho sentido a las capellanías para sumarnos a colaborar en esa convicción y sensibilidad que él tiene respecto de gobernar con la ciudadanía.

El Presidente Gabriel Boric junto al capellán Nicolás Viel visitan una comunidad cristiana de Santiago
El Presidente Gabriel Boric junto al capellán Nicolás Viel visitan una comunidad cristiana de Santiago

— Conforme dice, entiendo que la capellanía –además de lo pastoral- tiene un rol político también.

— De alguna manera, sí. No es el rol esencial, pero estamos donde estamos, en el Palacio de La Moneda, que es como el corazón de la vida política del país. Entonces es evidente que un rol religioso en este lugar tiene, en su esencia, un rol político que cumplir también.

— ¿Qué relación percibe entre la tarea evangelizadora y la formulación de políticas públicas? ¿Hay coherencia con los principios evangélicos?

— Hay sintonías interesantes. Por ejemplo, este gobierno se ha definido a sí mismo como un gobierno ecologista. Ahí hay una línea de acción y de comunicación con el magisterio del papa Francisco, con la Laudato Si’ en particular. También es un gobierno que intenta ser más inclusivo y eso de alguna manera interpela y anima a la Iglesia a dar pasos similares.

Aniversario

— Este 11 de marzo, el gobierno en Chile cumple su primer año de los 4 que le corresponde constitucionalmente. ¿Cómo ha sido este breve período?

— Lo primero que habría que decir es que ciertamente no ha sido un año fácil. Es realista que el gobierno se demora varios meses en consolidar un equipo que le permita responder ágilmente a las urgencias y a las demandas inmediatas de la ciudadanía, como seguridad y las emergencias, por ejemplo. Pero al mismo tiempo, debe equilibrar esa ágil respuesta con las reformas estructurales que son los ejes centrales del actual proyecto de gobierno. Eso hoy día está bien aceptado. Es un gobierno que está haciéndose cargo de los desperfectos de la casa sin olvidar los cambios estructurales que la casa necesita.

— ¿Qué puede decir el Presidente Gabriel Boric? ¿Cómo lo ve?

— La figura del Presidente se ha ido consolidando de buena manera. Creo que ejerce un liderazgo potente, dialogante, que escucha, y es capaz de reconocer errores y enmendar el camino. Y aunque no me corresponde como capellán evaluar al gobierno, aun así, es público y notorio que el Presidente está cumpliendo con su deber, tiene capacidad para responder a lo inmediato y al mismo tiempo avanzar en lo estructural.

Presidente Gabriel Boric es saludado por el capellán Nicolás Viel
Presidente Gabriel Boric es saludado por el capellán Nicolás Viel

— ¿Y se siente de algún modo en una relación especial con el Presidente por no existir hoy día una corriente de curas populares como hubo en décadas pasadas?

— Hoy día en Chile, estamos en otro tiempo de iglesia y su rol respecto de la sociedad civil y la función pública, es distinta de la que tuvo. Pasamos de una Iglesia muy comprometida con los derechos humanos en tiempo de la dictadura a una iglesia moralizante, lo que nos hizo perder relevancia en el espacio público.

“Pero fuera de eso, las Iglesias siguen teniendo un contacto con el mundo que es fundamental y significativo. Entonces, nosotros, de alguna manera, podemos ofrecer esa sensibilidad de la gente a la función de gobierno, trabajando juntos de manera muy coordinada".

— ¿Pero no corre el riesgo de ser unidireccional?

— No, es de ida y vuelta, porque nosotros también somos muy receptores. Como capellanes recibimos comunidades, demandas, personas que quieren hablar con el Presidente, requerimientos de fundaciones y organismos. De alguna manera facilitamos el diálogo en ambas direcciones. Cuando voy como sacerdote en una presencia de Iglesia o a una actividad pastoral, la gente me pide cosas para el Presidente, para entregarle una carta, para pedir una entrevista o acceder a algún ministerio, a alguna autoridad, o simplemente para aclarar una duda. O sea, de todos modos, estamos al servicio de esa comunicación.

Repolitización

— ¿Cómo cree usted que en las iglesias se percibe este servicio de capellanía que usted señala?

— Yo soy parte de una generación de curas más jóvenes que tenemos un profundo sentido eclesial. A mí no me interesa hacer un camino propio, ni tener una vida fuera de lo que la Iglesia quiere proponer. Estamos al servicio de la Iglesia y mi presencia acá es una presencia de la Iglesia chilena y de la Iglesia Santiago en particular. Estamos en sintonía, pero evidentemente que la generación de curas jóvenes a la que pertenezco, no sintonizamos en todos los aspectos con los de más edad porque hay una diferencia generacional, que implica diferencias de sensibilidades. Eso no quita que, siendo distintos, estemos profundamente en comunión. En otros términos, la diversidad de ideas y de estilos, no tiene por qué afectar el sentido de la comunión eclesial.

— Desde su lugar en La Moneda ¿cómo ve hoy la relación iglesias - Estado?

-- Es una relación muy buena, respetuosa entre las partes y que se ciñe por los cauces institucionales. Esta relación se cuida desde el Estado y se lleva de modo muy bien con todos los referentes de las distintas religiones e iglesias. Percibo que hay una relación sana institucionalmente y que hay puntos de mayor sintonía y puntos de distancia que son normales.

— Y como cura de esa generación más joven ¿cómo ve la relación Iglesia y política?

— Creo que la Iglesia ha hecho un camino inverso al de la sociedad. O sea, nosotros en Chile, a partir del estallido social, hemos vivido un fuerte proceso de repolitización. Si uno ve la encuesta del Instituto Nacional de la Juventud, en Chile, podemos ver que uno de los aspectos que ha cambiado en la juventud, en los últimos cuatro años, es el interés y la participación por lo político. En cambio, nuestra Iglesia ha ido viviendo un proceso de despolitización, y hoy, la Iglesia chilena es menos política de lo que fue, eso se puede constatar fácilmente.

"Pero con motivo del próximo aniversario de los 50 años del golpe de estado (11 de septiembre de 2023), la Iglesia tiene una muy buena ocasión para recuperar esa dimensión política, en el sentido de la conexión de la Iglesia con lo público, con los grandes temas de la sociedad y las grandes heridas sociales. Sería una gran ocasión para volver a politizarnos, no en el sentido partidista, sino en el sentido de poder entrar en los debates que tiene que ver con los grandes temas de la dignidad, de la justicia, de la de la crisis climática, de la crisis migratoria, entre otros”.

Espiritualidad

Nicolás Viel en la capilla del Palacio de La Moneda en Chile mientras muestra los regalos que hacen llegar las comunidades cristianas
Nicolás Viel en la capilla del Palacio de La Moneda en Chile mientras muestra los regalos que hacen llegar las comunidades cristianas

Nicolás Viel después de mostrar con orgullo la capilla de La Moneda, sus antiquísimas imágenes religiosas, dice que aquí celebra misa todas las semanas. También exhibe los diferentes regalos recibidos de las comunidades que la han visitado, los que va nombrado uno a uno. En ese momento, preguntamos:

— La máxima de su espiritualidad de Sagrados Corazones dice que se trata de “contemplar, vivir y anunciar el amor de Jesucristo”. ¿Cómo se vive esta espiritualidad en el servicio de capellán de un gobierno y en la casa presidencial?

"Es bonita la pregunta", dice. Guarda silencio y responde:

— Contemplar tiene que ver con nuestra capacidad de mirar lo profundo de la realidad social y de la vida humana. Este es un lugar que invita a profundizar la mirada. Los teólogos medievales decían que donde hay amor hay ojos, o sea, el que ama es capaz de mirar más allá.

“En Vivir, recuerdo a Carlos de Foucauld, que dice que hay que gritar el Evangelio con la vida, que en lo pequeño se juegan las grandes opciones, las grandes utopías. Pedro Casaldáliga decía: humanizar la humanidad practicando la proximidad. Es decir, la dimensión del vivir lo grande se juega en lo pequeño.

“Y el Anunciar es muy desafiante, sobre todo en un lugar tan público como éste y donde confluyen todas las religiones, incluso las personas no creyentes. Aquí debemos anunciar de manera dialogante, respetuosa, con sentido democrático, con respeto de aquellos que no creen o piensan distinto.

“La espiritualidad de mi congregación es bellísima, actual y en un lugar como este… nos obliga a la creatividad para poder vivirla de buena manera”.

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