Alberto Lorenzelli, Obispo Auxiliar de Santiago y Vicario General: "Francisco es buena noticia del Evangelio y un profeta para nuestro tiempo"

Francisco es buena noticia del Evangelio y un profeta para nuestro tiempo
Francisco es buena noticia del Evangelio y un profeta para nuestro tiempo

Lorenzelli le reconoce al Papa que "sabe hacer las dos cosas: denunciar y anunciar. Por ello, Francisco es buena noticia del Evangelio y un profeta para nuestro tiempo. Por eso estoy convencido de que el Papa es guiado por el Espíritu”

Indica que en la arquidiócesis de Santiago, "es necesario pasar de una pastoral muy sacramental a una pastoral más evangelizadora. Porque Jesús, antes de instituir el sacramento de la Eucaristía, durante tres años, fue anunciando su Buena Noticia. Tenemos que ser capaces de retomar ese primer anuncio"

Luego de 11 años en Chile, el obispo señala que "estoy contento porque veo en la iglesia la acción del Espíritu. La Iglesia de Santiago sufrió mucho, tuvo sus pecados que hasta hoy nos avergüenzan, pero también veo que el Espíritu de Dios nos está acompañando"

Alberto Lorenzelli Rossi (69 años) no solo comparte el proyecto sinodal de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, sino que, además, y por coincidencia, son hinchas del mismo equipo de fútbol: San Lorenzo de Almagro. Pero la universalidad del papa no tiene competencia, aunque Lorenzelli tiene en su mente y corazón, una trinacionalidad: nació en Argentina, es hijo de padres italianos y ha vivido en Italia, y ha ejercido su servicio pastoral en Chile en los salesianos de Don Bosco. Hoy es Obispo Auxiliar de Santiago, vicario episcopal para el clero y vicario general de la arquidiócesis.

“Yo no quería ser vicario del clero porque soy religioso, pero don Celestino (Aós, cardenal, arzobispo de Santiago) me pidió que asumiera este cargo. El clero ha sido muy bueno conmigo, me acogió, aceptó, y yo me he preocupado de conocerlos”.

Lorenzelli, que pronto cumplirá 50 años de religioso y que ya cumplió 42 de sacerdote, fue inspector de la provincia salesiana en Chile entre 2012 y 2018, donde tuvo que lidiar con los abusos sexuales y de poder de sus hermanos de congregación, aunque sin mucho éxito. Luego, fue destinado a ser director de la Comunidad Salesiana en el Vaticano y capellán de la Dirección de Servicios de Seguridad y Protección Civil del Vaticano. Ahí estaba cuando lo llamó Francisco para nombrarlo obispo.

“Me llamó el Papa y me pidió ser obispo auxiliar de Santiago. Yo le presenté todas las resistencias posibles. Me escuchó, y me dijo: tenés razón, hoy es ser inconsciente el aceptar ser obispo. Pero yo te pido un favor. Haz la opción de inconsciente. Con eso, me bloqueó. Y me dijo: si me lo hubieran pedido a mí, yo creo que nunca aceptaría, pero yo creo que tú lo tenés que aceptar. Volví a presentar mis resistencias y él me dijo una frase que me la llevo en el corazón: lo que te pido no es para que hagas un favor a mí; hazlo por la Iglesia, que tú la reconoces como tu madre.  Eso me hace tener una actitud de servicio a esta Iglesia y al Reino, que creo que es lo que inspira el camino del Papa. Por eso reconozco ser cura por vocación y obispo por obediencia”.

Señala, que lleva 11 años ya en Chile y “aunque vengo de afuera, me siento de adentro y me parece haber vivido ya una larga historia con el clero de Santiago, con quien me he propuesto solo escuchar, comprender y acoger… hay tantos dolores y tantas soledades. Algunos me decían que sentían orfandad. Entonces, más que ser un padre para ellos, he querido ser un hermano mayor, para que cuenten conmigo. Pero veo también tanta bondad, tanto deseo de entrega, especialmente en pandemia cuando acompañaban como podían a los enfermos y sus familias. Sin hacer publicidad, en mi corazón esto me ha llenado de alegría, de orgullo y puedo afirmar que estos son buenos curas”.

─ Curas bondadosos es como lo más básico que podemos pedir pero… ¿alineados con el proyecto del Papa?

─ Veo que hay muchos sacerdotes que siguen el Papa pero la historia de cada uno es bien distinta. En el mundo hay quienes acogen y quienes tienen reparos, pero no contra la figura del Papa. Claro a veces hay cosas que se comparten o se comparten menos pero ello forma parte de las propias experiencias de vida. Yo hablo con casi todos los sacerdotes, y en línea general, creo que ellos le tienen cariño al Papa.

─ Permítame preguntarle de otro modo:  ¿qué hace falta hacer o implementar en Santiago para que el proyecto de una iglesia en salida, tenga más apoyo en los agentes de pastoral?

Mons. Alberto Lorenzelli, obispo auxiliar de Santiago de Chile y vicario general
Mons. Alberto Lorenzelli, obispo auxiliar de Santiago de Chile y vicario general

Me parece que el primer camino que tenemos que hacer es de purificación, porque aún nos quedan recuerdos y dolores terribles del pasado, de vergüenzas que todavía no nos permiten levantar la cabeza.

─ Que también son delitos…

─ Delitos, claramente, aunque muchos de quienes los cometieron ya no están más y tampoco los conocí. Pero cuando digo levantar la cabeza, implica caminar hacia adelante y sin miedo.

─ Francisco ha condenado una y otra vez el clericalismo y ha señalado que es lo más perverso en la Iglesia.

─ Claro, ese tema nos toca a nosotros fuertemente, y ahí veo, por ejemplo, su rol profético, porque el clericalismo se trataba menos antes y él lo pone, lo evidencia y nos obliga a pensar no solo qué es el clericalismo sino cómo enfrentarlo en lo cotidiano, en nuestra forma de actuar. Eso yo creo que es un gran mensaje que el Papa nos manda.

─ ¿Y cómo la iglesia de Santiago podría ser “iglesia en salida”?

Creo que es necesario pasar de una pastoral muy sacramental a una pastoral más evangelizadora. Porque Jesús, antes de instituir el sacramento de la Eucaristía, durante tres años, fue anunciando su Buena Noticia. Tenemos que ser capaces de retomar ese primer anuncio, el camino de la Palabra de Dios para que se interiorice en la vida de los sacerdotes y de las comunidades cristianas, porque eso inmediatamente nos cambia la vida y nos dice pongámonos en salida.

“Yo aprecio mucho del Papa cuando dice ser un hombre de mucho evangelio. Y voy a decir algo más. Al Papa Francisco lo considero un profeta de nuestro tiempo, tiempo donde no hay profetas. Y profeta no es el que anuncia cosas que van a suceder después. Ser profeta es denunciar los males que muchas veces ni nos damos cuenta que ocurren, como tampoco se daba cuenta el pueblo de Dios en tiempos de Jesús. Entonces, primero que todo, denunciar.

Ordenación Episcopal de Mons. Lorenzelli
Ordenación Episcopal de Mons. Lorenzelli

“Segundo elemento. Anunciar, esto significa que hay una propuesta que nos lleva a actuar. Entonces, leamos lo que el Papa nos dice, lo que nos comunica y no solo la denuncia que puede generar anticuerpos. El Papa sabe hacer las dos cosas: denunciar y anunciar. Por ello, Francisco es buena noticia del Evangelio y un profeta para nuestro tiempo. Por eso estoy convencido que el Papa es guiado por el Espíritu”.

─ ¿Dónde se halla o manifiesta principalmente esa actitud profética de Francisco?

─ Creo que podríamos decir que la Evangelii Gaudium es el libro del profeta Francisco. Porque nos da tantas pistas, y nos abre tantos caminos… Y es escuchado y seguido. Un ejemplo: en la Tercera Asamblea Eclesial realizada a fines del año pasado, aquí en Santiago, la gente cuando opinaba o daba ideas, lo hacía con el magisterio del Papa Francisco. Esto es un gran desafío para nosotros y exige nuestro compromiso.

─ ¿Por qué es un desafío? ¿Cómo lo interpela a usted el mensaje de Francisco?

─ Me interpela cuando voy a una parroquia o me encuentro con grupos o comunidades cristianas y me hablan con el mensaje del Papa. Ahí me pongo a la escucha y constato que ese es el camino que a mí me estimula y me provoca. Porque cada uno de nosotros, los obispos, somos distintos y tenemos distintas visiones de lo que pasa, incluso eclesiologías distintas. Ahora, consideremos que Chile también tiene realidades muy distintas y hay que adaptar la pastoral a esas realidades locales.

─ ¿Qué viene después de sentir la interpelación?

─ Por ejemplo, nos encontramos con los vicarios de zonas o en las mismas reuniones con los obispos. Siempre insisto sobre el primer anuncio de la evangelización, hay que leer la Palabra y tenemos que empezar a hacer Escuelas de la Palabra porque de ese modo el evangelio se va propagando y para que sea esa buena noticia para tanta gente. A mí lo que más me preocupa es que la Palabra llegue al corazón de los jóvenes. Desgraciadamente también percibo, como salesiano, que hay una fractura entre lo que es la Iglesia y la Iglesia institucional y el mundo juvenil.

─ ¿Podría explicar más sobre eso?


 ─ En el mundo de los jóvenes no sabemos hablar. Nos dirigimos a ellos juzgándolos y el  joven que se siente juzgado y mal juzgado, inmediatamente genera un quiebre, una distancia. Segundo, no hemos escuchado a los jóvenes. No escuchamos sus inquietudes, cuáles son sus deseos, esperanzas y proyectos. Para amar a los jóvenes hay que amar lo que ellos aman buscando que se genere una empatía que les permita recibir nuestras propuestas  para que sean significativa para sus vidas.

─ Algunos jóvenes también son reticentes a la iglesia porque han visto ante sus ojos  testimonios que son negativos o que derechamente les daña.

"Seguramente hemos dado un contratestimonio que a muchos jóvenes les ha llevado a decir: esta no es la Iglesia que yo quiero, o bien: mira esta iglesia que imagen más negativa nos ofrece".

─ Para el Papa los jóvenes son prioridad uno.

─ Y el Papa celebró un sínodo sobre los jóvenes. Ahí se constató que tiene una gran sensibilidad hacia ellos, y en los jóvenes hay un profundo sentimiento religioso. Nosotros muchas veces nos hemos puesto como la Iglesia del NO frente a los jóvenes cuando debemos ser la Iglesia del SÍ, es decir, una iglesia con propuestas significativas que no se ponga ante todo a juzgar la vida o la moralidad de los jóvenes. Jesús no iba por los caminos juzgando a la gente. Y la iglesia del NO, no es apetecible. ¿Para qué voy a ir a un lugar donde todo es juzgado negativo? Se preguntan los jóvenes. Creo que tenemos que retomar la positividad y la fuerza que tiene el mensaje cristiano. No le tengamos miedo a los jóvenes nos ha pedido el Papa.

─ ¿Está contento con haber sido destinado a Santiago de Chile, entonces?

─ Le tengo que decir que vine con mucho temo: no quería ser obispo. Me parecía que ya era mucho lo que yo había hecho como provincial, que nunca quería aceptar tampoco. Y me tocó serlo tres veces. Pero ahora estoy contento porque veo en la iglesia la acción del Espíritu. La Iglesia de Santiago sufrió mucho, tuvo sus pecados que hasta hoy nos avergüenzan, pero también veo que el Espíritu de Dios nos está acompañando y se manifiesta en el esfuerzo que hemos puesto en la formación, prevención, procesos de reparación y sanación. Tenemos trabajo constante y encuentros con algunas personas que fueron nuestras víctimas, víctimas de abusos sexuales y de conciencia, o de maltrato. Con ello estamos generando comunidades más sanas y realizando un gran trabajo en este sentido.

“Ahora, tengo que decir que si bien el problema de la Iglesia es grave y muy serio, necesitamos asumir que es también un serio problema social y que necesitamos generar espacios seguros para nuestros niños y jóvenes en todos los lugares. ¿Cómo generar una comunidad de más respeto, de más acogida? Eso es un gran trabajo y desafío para la iglesia en medio de una sociedad muy violenta que vemos a diario en los noticiarios. Me duele, me duele tantísimo el fenómeno de los suicidios juveniles, la violencia contra los niños y niñas, por ejemplo, en el Sename. Esto lo siento como algo que me toca a mí, en mi carne viva. El femicidio, que es tremendo y son hechos que van sucediendo y se repiten día a día. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué esta falta de respeto a las mujeres?".

─ La insolidaridad también es un mal social acrecentado por ese afán egoísta e individualista en que nos mete el sistema. Usted debe haber visto las declaraciones del piloto español que dieron la vuelta al mundo porque denunció a un parcelero en Yumbel que no permitió sacar agua de su piscina para apagar el fuego de las casas de sus vecinos.

─ Sí, fue tremendo. Pero primero es importante reconocer que Chile es un país muy solidario frente a las catástrofes naturales, y me llama la atención positivamente. Fíjese que el domingo pasado en capillas de sectores muy pobres donde estuve celebrando, la gente llevaba su botellita de agua para aportar, que para mí eran como la monedita de la viuda del evangelio. Pero es verdad. También muchas veces se generan egoísmos y la incapacidad de ver el dolor que están enfrentando otros, casi como si fuera una cosa bien lejos de cada uno. Eso nos puede tocar a todos. Le puede tocar también a ese señor de la piscina. El Papa en su encíclica Fratelli Tutti nos habla de la fraternidad universal. En eso tenemos que ir creciendo, no solo a nivel de país…

─ El Papa pide frecuentemente que recen por él. ¿Usted lo hace?

─ Sí, lo que hago todos los días, no solo recordándolo en la Eucaristía. Lo hago porque es un profeta que me va iluminando y nos va iluminando en este tiempo que lo necesitamos. Por eso tenemos que rezar mucho para que su magisterio continúe y sea más comprendido y menos criticado.

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