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El cierre al público supone la pérdida de medio millón de ingresos al día
Con unos 170 países que podrían entrar en recesión en todo el planeta, y la mitad de los trabajadores del planeta con su empleo en riesgo según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el mundo post-Covid será un desafío para todos los Estados. Y el Vaticano, el más pequeño de todos, no es la excepción.
Si antes de la pandemia la Santa Sede preveía un déficit de 53 millones de euros, la situación de la pandemia podría incluso triplicar ese rojo fiscal, en un contexto en el que las dos principales cajas de recaudación (los Museos y el alquiler de propiedades) ya se ven seriamente afectadas.
Por los Museos Vaticanos pasaban hasta el inicio de la pandemia 27.000 personas al día con un ticket regular de 17 euros. Casi medio millón de euros al día de ingreso que se ve interrumpido desde inicios de marzo, y que nadie sabe a ciencia cierta cuándo se reactivará.
"Para el público entrante estamos completando la instalación de algunos termo escáneres para la detección de temperatura. Se podrá acceder a los museos sólo con una reserva", advirtió el Secretario General de la Gobernación del Vaticano, Fernando Vérgez Alzaga, en declaraciones a la prensa oficial de la Santa Sede.
"Esto nos permitirá escalonar las entradas durante las horas de apertura. Los visitantes deberán llevar la mascarilla", planteó Vérgez, aunque admitió que por el momento no hay fecha cierta para la reapertura, en un marco en el que los museos de Italia podrán abrir su puertas desde el próximo 18.
La previsión, sin embargo, no es alentadora: "Durante mucho tiempo, no será posible acoger grupos numerosos", según Vérgez.
Los trabajos para reabrir los museos se dan en un marco en el que, según documentos publicados por el diario Il Messaggero, la crisis del coronavirus podría hasta triplicar el déficit previsto por la Santa Sede para 2020, de unos 53 millones de euros.
El otro "tanque" económico del Vaticano, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (el APSA, o la "inmobiliaria vaticana") también se enfrenta a una realidad incierta.
En primer lugar, pese a tener más de 3.000 millones de euros en propiedades, la liquidez mensual del organismo proviene de los alquileres que en su mayor parte se encuentran en torno al Vaticano, con bares, restaurantes y todo tipo de negocios del rubro turístico-gastronómico.
En ese marco, fue la propia Santa Sede la que apenas iniciada la crisis planteó que estaba dispuesta a negociar el precio a la baja de los alquileres que cobra, habida cuenta de la histórica merma en las ventas de todos los locales de Roma, en especial de la zona turística, mientras dure la pandemia, y quién sabe hasta cuándo más.
Con muchos locales en peligro de cierre por las medidas que pondrá el Gobierno italiano para su reapertura, que disminuirán sus capacidades notablemente, las encerronas para el Vaticano es importante: ¿mantendrá los precios de los alquileres aun sabiendo que eso quizás pone en riesgo las fuentes de trabajo de los negocios familiares? ¿Extenderá los beneficios a las grandes multinacionales que le alquilan locales (McDonlads, Hard Rock) y que pueden también presionar por una negociación a la baja con la amenaza de recortar fuentes de empleo?
De acuerdo a los documentos que están en manos de la jerarquía vaticana, los ingresos para este año podrían bajar entre 68 y 120 millones de euros, mientras que el déficit podría pasar, según los tres escenarios previstos, de los 53 millones originales a 68 millones, 97 o 146, de acuerdo a la evolución de la Covid-19 y de las medidas de seguridad para frenar su difusión.
Con más de cinco mil empleados, 12 trabajadores de la Santa Sede han dado positivo al coronavirus según informó el vocero papal Matteo Bruni, y uno solo de ellos residía dentro del Vaticano, en la residencia de Casa Santa Marta en la que habita también el papa Francisco.
Por último, y no menos importante, también el denominado Óbolo de San Pedro, donde se recogen las donaciones para el Papa, puede sufrir mermas considerables, en un contexto en el que las grandes masas de dinero de la caridad y las donaciones del planeta parecen dirigirse a esfuerzos médico-sanitarios globales contra la Covid, como la búsqueda de una vacuna.
Por la pandemia, el Vaticano tiene cancelados desde marzo los eventos públicos, como las audiencias de los miércoles del Papa, y obligó a Jorge Bergoglio a posponer, sin fecha, un viaje previsto a Malta para el 31 de mayo y otro a Indonesia, Timor del Este y Papúa Nueva Guinea en agenda original para inicios de septiembre.
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