El Papa hace suyo el dolor de las víctimas del "triple desastre" nuclear de Fukushima Francisco muestra su "preocupación" por el uso continuo de la energía nuclear

El Papa invita a "hacer una pausa" en el uso de la energía nuclear
El Papa invita a "hacer una pausa" en el uso de la energía nuclear

Al encontrar a víctimas del “triple desastre”, que incluyó la explosión de la central de Fukushima, el pontífice dio visibilidad al pedido de obispos locales para abolir las centrales nucleares

“La sabiduría y la experiencia de los ancianos, unidas al celo y al entusiasmo de los jóvenes, pueden ayudar a forjar una visión diferente, una visión que ayude a mirar con reverencia el don de la vida y la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en la única, multiétnica y multicultural familia humana

El papa Francisco reconoció hoy su “preocupación” por el uso de energía nuclear, al encontrarse en Tokio con sobrevivientes del denominado “triple desastre” que golpeó a Japón en 2011, y que incluyó el colapso de la central nuclear de Fukushima tras un terremoto y un tsunami devastadores.

Ese hecho “afectó no sólo a las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima, sino a todo el Japón y a sus ciudadanos”, planteó hoy el pontífice durante la reunión en el salón Bellesalle Hanzomon,  de la capital japonesa.

El "triple desastre" asoló Japón en 2011 cuando a un terremoto le sucedió un tsunami que provocó el colapso en la central nuclear de Fukushima. Se estima que 19.000 personas murieron y 150.000 fueron desplazadas a causa de los daños en la central nuclear, la peor catástrofe nuclear de la Historia después de Chernobyl en 1986, que originó un movimiento para abolir ese tipo de establecimientos, con la Iglesia local a la cabeza. Todavía muchos de los desplazados aún no han conseguido regresar a sus hogares.

Somos parte de esta tierra

“Es un grave error pensar que hoy en día se pueden abordar aisladamente los temas sin asumirlos como parte de una red más grande”, prosiguió el pontífice, de visita en Japón desde el sábado y hasta mañana.

El Papa, en Tokio

Somos parte de esta tierra, parte del medio ambiente; porque todo está, en última instancia, interconectado. El primer paso, creo yo, además de tomar decisiones valientes e importantes sobre el uso de los recursos naturales, y en particular sobre las futuras fuentes de energía, es trabajar y caminar hacia una cultura capaz de combatir la indiferencia”, convocó el Papa, que antes había escuchado atento a tres relatos de la tragedia.

“En este sentido, quisiera recordar, de manera particular, el accidente de Daiichi en Fukushima y sus secuelas. Además de las preocupaciones científicas o médicas, también existe el inmenso trabajo para restaurar el tejido de la sociedad”, aseveró.

Y en uno de los puntos centrales de su visita, por las consecuencias que podría tener para la matriz energética de Japón y otros países, se hizo eco del reclamo de la Iglesia local para cerrar las centrales.

“Hasta que se restablezcan los lazos sociales en las comunidades locales y las personas tengan de nuevo una vida segura y estable, el accidente de Fukushima no se resolverá por completo. Lo cual implica, a su vez, como bien lo señalaron mis hermanos obispos en Japón, la preocupación por el uso continuo de la energía nuclear, y pidieron la abolición de las centrales nucleares”, lanzó.

En 2016, a cinco años de la tragedia, la Conferencia Episcopal Japonesa había dicho: "Se impone urgentemente el cese inmediato de todas las centrales nucleares". "Tenemos que plantearnos la cuestión ética de nuestra responsabilidad para con las futuras generaciones", justificaron entonces.

La tentación del progreso tecnológico

En ese marco, analizó que “nuestra era siente la tentación de hacer del progreso tecnológico la medida del progreso humano”.

“Este “paradigma tecnocrático” de progreso y desarrollo modela la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad y, a menudo, conduce a un reduccionismo que afecta a todos los ámbitos de nuestras sociedades”, avanzó, parafraseando la Laudato si’.

“Por tanto, es importante, en momentos como este, hacer una pausa y reflexionar sobre quiénes somos y, quizás de manera más crítica, quiénes queremos ser. ¿Qué clase de mundo, qué clase de legado queremos dejar a los que vendrán después de nosotros?”, se preguntó.

“La sabiduría y la experiencia de los ancianos, unidas al celo y al entusiasmo de los jóvenes, pueden ayudar a forjar una visión diferente, una visión que ayude a mirar con reverencia el don de la vida y la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en la única, multiétnica y multicultural familia humana”, animó con esperanzas.

Nadie se reconstruye solo

“Que este encuentro sirva para que, entre todos, podamos hacer un llamamiento a todas las personas de buena voluntad para que las víctimas de estas tragedias sigan recibiendo la ayuda que tanto necesitan. Sin recursos básicos: alimentos, ropa y refugio, no es posible llevar adelante una vida digna y tener lo mínimo necesario para poder lograr una reconstrucción, que reclama a su vez la necesidad de experimentar la solidaridad y el apoyo de una comunidad. Nadie se “reconstruye” solo, nadie puede volver a empezar solo”, reconoció.

Además, destacó el valor de los testimonios:  “Al pensar en el futuro de nuestra casa común, debemos darnos cuenta de que no podemos tomar decisiones puramente egoístas y que tenemos una gran responsabilidad con las generaciones futuras”.

“En ese sentido, se nos pide elegir una forma de vida humilde y austera que dé cuenta de las urgencias que estamos llamados a encarar. Toshiko, Tokuun y Matsuki nos han recordado la necesidad de encontrar un nuevo camino para el futuro, un camino basado en el respeto por cada persona y por el mundo natural”, planteó por último.

Francisco, con las víctimas del 'triple desastre' de Fukushima

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